El susurro del fin

NO ME OLVIDES

Nosotros recordamos apoyándonos en la gente que estuvo para reconstruir nuestro pasado. Un pedazo de nosotros vive en el resto, como un pedacito del resto vive en nosotros. En el presente recordamos acciones pasadas para reaccionar a las acciones futuras. Nos aferramos a las personas que nos hacen recordar un pasado que no queremos dejar atrás.

Alguien reía. Una risa alegre, juvenil, había alguien a su lado... ¿Mackenzie? Ambas corrían, no estaban en peligro. El viento soplaba sus delicados rostros, la brisa era fresca. La imagen era borrosa. Mac se giró.

—Jane...

Entre risas, y ella sentía que su nombre lo había dicho toda la vida, con ello se sentía a salvo.

Espera.

Algo cambió.

El pequeño jardín se tornó oscuro, el aire era más denso. Mac se alejaba y jane... no lograba atraparla. Jane se quedó sola en medio de la nada a la vez que sonaba un zumbido incesante que no paraba de sonar en su mente.

Se despertó.

Su corazón latía con fuerza y se levantó de golpe.

—¿Por qué recordé eso...? — murmuró.

Y por primera vez en mucho tiempo, deseó saber qué había olvidado.

Habían pasado ya varios días. Ya no quedaba comida. Quedaban pocos medicamentos. Ahora todos se reunían para planear la próxima salida. Mac estaba sentada al borde de la mesa, observando el mapa del sector mientras Finn lanzaba una pelota de tenis contra la pared.

Noah y Hans estaban parados cerca de la puerta, en silencio.

—Esta vez iremos nosotros cuatro —anunció Mac, señalando con un marcador rojo el punto de encuentro—. Finn, Noah, Hans y yo. Hay una tienda que quedó sin revisar en el lado este.

—¿Y las patrullas internas? —preguntó Jane, desde una esquina.

"¿Por qué Hans iría?" se preguntaba

—Enzo y Jane cubrirán el ala norte. Jackson y Axel, el pasillo sur.

Enzo no dijo nada, pero su mirada a Noah fue suficiente para notar que estaba esperando indicaciones. Siempre lo hacía. Él se la pasaba con un rostro medio somnoliento. Era de pocas palabras, pero hacía muy bien su trabajo.

Partieron en silencio hacia la tienda mencionada. Era más grande de lo que recordaban, y una de sus puertas estaba entreabierta. El grupo se dividió. Hans y Noah revisaban los estantes y Mackenzie con Finn entraban a las pequeñas habitaciones que había alrededor.

Se respiraba el abandono. Finn y Mac buscaron en completo silencio, hasta que ella no pudo evitar hablar.

—¿Quieres... decirme algo?

Finn se detuvo mientras tomaba unas latas en su mano. La miró un momento. Algo pasaba. Tragó en seco y se dignó a responder:

—¿Tú no...?

Pero no alcanzó a terminar. Un ruido seco proveniente del exterior los interrumpió.

—¿Oíste eso? —preguntó Mac.

—Sí. Ven por acá —dijo Finn, tirando de ella para esconderse entre unas cajas.

Permanecieron ocultos durante varios segundos. Los pasos se escuchaban arrastrados, lentos, pero amenazantes. Cuando Mac intentó moverse, Finn la sujetó del brazo y la jaló hacia él sin querer.

—L-Lo siento —dijo rápido, soltándola.

—¿Escuchaste algo? —susurró.

—No... pero no deberíamos quedarnos aquí.

Fueron hacía uno de los pabellones. Estaba vacío, solo con una mesa rota y unos casilleros viejos.

—Aquí hace calor...—dijo Finn, quitándose el suéter. Luego, dejó el bolso a un lado—. Parece un sauna...Iré a ver si se fueron. Quédate aquí.

Mac asintió mientras se quitaba la chaqueta y el gorro, pero el silencio no duró mucho. Finn regresó jadeando.

—¡Son muchos! ¡Demasiados! ¡Ven! —La tomó de la mano y ambos se metieron en uno de los casilleros.

El espacio era estrecho. Se escuchaban los gruñidos desde afuera. Finn intentaba ver por los pequeños agujeros de la puerta.

—No veo nada... —susurró, mientras aún mantenía la mano en la de Mac. Ella trató de asomarse, pero Finn la detuvo cubriendo la boca al ver más zombis acercarse.

Pasaron unos minutos... ¿10 quizá? No había rastros de más leprosos. La temperatura subía. Finn susurró:

—N-No puedo respirar...

Mac llevó su mano a la puerta para abrirla. Fue inútil. Estaba atorada. Si hacía ruido atraería a los zombis. No podía... Finn se desvanecía mientras su rostro caía en el hombro de Mac.

—Espera...

Comenzó a forcejear más la puerta.

Nada.

Escuchó un ruido, una voz... era familiar ¿o sólo era su mente jugando con la poca esperanza que le quedaba? Se comenzaba a marear, entonces...

Era un niño bastante alegre. Amaba la música y ese mismo gusto lo compartió con una chica... nunca más la vio, pues el peso de mudarse es también alejarse de las personas con las que compartes un vínculo especial.

Pero no todo era malo, la suerte le sonreía al pequeño. Tuvo un muy buen profesor de canto, también tocaba el piano. Sacaba buenas notas y se unió al coro de la escuela. Ganaba medallas por rendimiento académico y por sus destacados dotes en la música.

Pero tampoco todo era bueno. El peso de enfocarse y ser bueno en algo trae consigo otras problemáticas. La gente es envidiosa, y donde estaba Finn había muchos de esos. Siempre se desquitaban con él, pero él no respondía.

"No hay progreso sin esfuerzo"

"En algún momento se aburrirán y me dejarán en paz"

Pensaba el pequeño.

Sabía que los matones como ellos nunca llegaban a nada en la vida, eso lo dejaba tranquilo.

Pero un día volvieron a molestarlo. Fue la gota que rebalsó el vaso. Él dijo todo. Absolutamente todo. Esta vez no se calló... y eso fue peor. Los chicos se desquitaron aun más, lo encerraron en un salón vacío. Era agonizante, él gritaba, pero era inútil. Nadie llegaba, ahí murió toda esperanza, si eso significaba destacar entonces mejor no ser nadie y que nadie te moleste. Gritaba y gritaba, nadie lo oía, o por lo menos no hasta el otro día cuando llegó el señor de la limpieza de primer turno...



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En el texto hay: darkromance, thirller, enemy to lovers

Editado: 19.08.2025

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