Antes del desastre, Mackenzie recibió una carta. Hablaba de lo que iba a pasar. Por ello antes de que todos supieran... ella ya se estaba yendo. Pensó "¿de dónde vino?" "¿por qué decía eso?" "¿por qué a ella?"
«cuando el mundo se quiebre no te quedaras a recoger los escombros. No puedes confiar, no debes confiar. Las máscaras no tardan en romperse cuando el mundo se derrumba. Corre, Mackenzie. Lo que viene no es nuevo para ti. Lo que se rompe no siempre puede arreglarse, pero si construyes con cuidado... las cosas buenas no suceden solas»
Paralizada, Mackenzie volvió a leer la carta. Todo calzaba.
—¿Finn?
Se dirigió a su habitación. No hubo respuesta. Tocó la puerta. Nada.
—¿Ocurre algo?
Mackenzie quedó completamente estática. Era Noah. Un escalofrío le recorrió por todo el cuerpo. ¿cómo sabía que estaba...?
La puerta se abrió.
—¿Silver? —se asomó Finn frotándose la cara, estaba dormido—¿Qué sucede...? —miró a Noah confundido
Mac apretó la carta con fuerza al frente de su torso pegada a su cuerpo, no dejaría que Noah la viera. Noah seguía ahí, observándola. Finn sintió esa tensión.
—Oye, ¿por qué no te vas? —dijo Finn, casi con una orden disfrazada de pregunta.
Noah lo miró por un momento con una sonrisa en los labios dio un paso atrás.
—Está bien. No quiero causar problemas.
Noah se dio la vuelta y se fue sin decir más.
Finn se acercó y cerró la puerta con un suave clic, mirando a Mackenzie con una sonrisa. Un suspiro de alivio se escapó de Mackenzie.
— ¿Qué rayos pasó? —Preguntó a Finn.
Mackenzie se quedó mirando la puerta. Luego, sin saber exactamente por qué, se sentó en la cama de Finn. Decidió no hablar de la carta todavía, no podía hacerlo, no sabía si podía confiar en todo lo que estaba sintiendo.
—No lo sé... pero no me gustó. —Se giró hacia él, dejándose caer hacia atrás en la cama, mirando el techo. —Creo que es hora de pensar en salir de aquí, Finn.
—¿Escapar? —preguntó, y su risa nerviosa se filtró de nuevo. —Vamos, Mac, eso es un poco... absurdo, ¿no? si fuera tan fácil, ¿crees que no lo habríamos hecho ya? No podemos salir así, Mac. No es tan sencillo.
Mackenzie lo miró fijamente con determinación, como siempre.
—A veces lo más sencillo es lo que más miedo da. —Hizo una pausa. —Pero si algún día decides que quieres irte, estaré aquí para irme contigo, Finn.
La luz de la luna reflejaba el rostro de ella, sus ojos brillaban más que nunca. Había algo en el aire, una tensión invisible que llenaba el espacio entre ellos, aunque ninguno de los dos parecía dispuesto a nombrarlo. Finn se acostó al lado de Mackenzie, más cerca de lo que cualquiera de los dos esperaba. La cercanía hacía que el aire pareciera más denso, pero ninguno se apartó.
—¿Sabes? —dijo Finn, su voz suave y baja—. Me siento como si estuviera esperando que algo pasara... o tal vez algo está pasando y no lo estoy viendo.
—Tal vez algo está pasando. —Su voz salió más baja de lo que esperaba.
—Lo que se rompe no siempre puede arreglarse.
Él estaba más cerca cuando Mackenzie se volteó a verlo, y por un instante, sus respiraciones se sincronizaron. Él rozó su brazo, lo suficiente para sentir un escalofrío por todo su cuerpo.
—Finn... —dijo ella, murmurando, casi como si hablara más con ella misma que con él. Por un momento dejaron de importarle las palabras.
Él no contestó de inmediato, pero la intensidad de su mirada decía todo lo que necesitaba saber. Finn se incorporó lentamente, sus ojos brillando con una intensidad que Mackenzie no podía ignorar. La distancia entre ellos se reduce otra vez
—No sé si es el fin del mundo lo que estamos viviendo ahora... pero no quiero quedarme atrapado en una mentira.
Ella no respondió. No podía evitar sentir algo, aunque no sabía qué exactamente. Finn inclinó su cabeza un poco, observándola. La tensión estaba allí, pero ninguno respondía
—No lo sé, Silver. No sé qué estamos haciendo, pero... —su voz se desvaneció antes de que pudiera terminar.
La habitación se llenó nuevamente de un pesado silencio.
—Silver... —dijo, su voz baja
Sin pensarlo, se inclina ligeramente hacia él. Las palabras que estaban a punto de salir de su boca se desvanecieron cuando sus labios casi se tocaron. Un escalofrío recorrió su cuerpo, y antes de que pudiera darse cuenta, los labios de Finn ya estaban sobre los suyos. La mano de Finn acarició su mejilla, como si todo lo que había quedado reprimido entre ellos ahora estaba buscando una salida.
Sus corazones latían más rápido, el espacio entre ellos desapareciendo por completo.
El beso se rompió brevemente, ambos respirando con dificultad, mirando al otro con una mezcla de sorpresa y deseo.
—¿Esto es lo que querías? —murmuró Finn, casi como si no creyera que estaba sucediendo.
Mackenzie, sintiendo el calor en su rostro y en su pecho, no respondió de inmediato. La presión en su pecho aumentó, y la necesidad de estar cerca de él parecía invadirla por completo. Finn la sostuvo firmemente, como si temiera que se desvaneciera, mientras ella se aferraba a él, como si fuera la única cosa real en el mundo.
El riesgo ya no parecía aterrador... Pero un hombre puede sonreír y sonreír y ser un villano. Villano incapaz de sentir pesar, cobarde e inhumano.