NARRA DALTON
La misión de hoy es distinta. No hay espectros registrados. No hay posesiones activas. Solo desapariciones. Siete adolescentes en las últimas dos semanas. Todos en la misma zona. Todos después del toque de queda.
—Vamos a visitar a alguien —dice Declive cuando nos reúne —. Una mujer que vivió antes del Despertar. Dice tener información.
—¿Una civil? —pregunta uno del equipo.
—No exactamente —responde Declive—. Se llama Doña Salomé. Vive en una casa que nadie ha podido exorcizar. Y nunca ha salido desde hace cincuenta años.
La casa está en las afueras. Rodeada de árboles secos. El aire huele a tierra vieja y a algo más… como si el tiempo se hubiera podrido.
Doña Salomé nos recibe en la puerta. Tiene más de noventa años, pero sus ojos están vivos. Demasiado vivos.
—Entren —dice—. Antes de que él los vea.
La sala está llena de velas negras, espejos cubiertos y símbolos que no reconozco. Nos sentamos. Ella no lo hace.
—Ustedes creen que saben —dice—. Pero no saben nada. Hace cincuenta años, antes de que los mundos se colapsaran, existía una noche. Una noche que los humanos celebraban como si fuera un juego. La llamaban Halloween.
—¿Una fiesta? —pregunta Declive.
—no. Una advertencia. Una grieta. Una noche donde el velo se adelgazaba tanto que los muertos podían caminar. Donde los demonios podían mirar. Donde el diablo podía tocar.
—¿Y qué pasó?
—Perdieron el respeto. Y entonces ocurrió —. Doña Salomé se acerca al fuego. Su voz se vuelve más baja. Más rota.
—Una niña desapareció. En un pueblo llamado Black Hollow. Dijeron que fue un accidente. Pero su cuerpo apareció colgado de un árbol, con los ojos arrancados y una sonrisa cosida. Nadie la escuchó gritar. Porque no gritó.
—Desde entonces, el diablo intenta entrar cada noche de Halloween. Pero hace cincuenta años, algo lo detuvo. Una Interlocutora. Una mujer poderosa. Su sacrificio cerró la grieta. Pero su sacrificio no durara para siempre.
Doña Salomé me mira. Se acerca. Me toma la mano. Y me sacude. Con fuerza. Mallugando mi piel.
—¡Él viene por ti! ¡Tú eres la elegida de Satanás! —. Grita haciendo que mi corazón se paralice.
Todos se levantan. Declive intenta separarla de mí. Pero ella no me suelta.
—¡La profecía lo dice! ¡Un alma se llevará! ¡Una puerta se abrirá! ¡Y tú eres la grieta! ¡lo que nunca debió existir! ¡traerás la desgracia al mundo!
—¡Suéltela! —grita Declive.
Ella lo hace. Pero no deja de mirarme.
—No te enamores, niña. No lo hagas. El diablo se disfraza de deseo. Y tú ya lo has visto. Él te canta. Te observa. ¡hará todo lo posible para tenerte!
Mi corazón se detiene. Mi piel fría como el hielo.
—No es un demonio. Es el hijo del abismo. El Ángel que cayo. Tú eres su llave.
Me dan nauseas. Tantas que salgo de la casa a punto de vomitar. Nadie habla. El aire está más frío. El cielo más oscuro. Declive me mira. Pero no dice nada.
Por dentro, mi mente es un caos. La anciana, sus ojos, su voz, su tacto. El temblor en sus manos cuando me dijo que el diablo se disfraza de deseo. Antes de subir al vehículo, me detengo. Miro hacia la casa.
Doña Salomé está en la ventana. Me observa. Sus labios se mueven, apenas audibles.
—La noche de Halloween es en una semana…
Lo pronuncia como un mal augurio que nunca debió existir.
¿Halloween? ¿la noche del demonio?
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Editado: 14.10.2025