NARRA DALTON
Al día siguiente, me escapo de la agencia y voy a la biblioteca central. Es antigua, polvorienta, con estanterías que parecen susurrar. Me dirijo al archivo de historia cultural. Busco entre los registros previos al colapso.
Encuentro un libro sin título. Solo una calavera grabada en la tapa.
Lo abro.
Las páginas están escritas a mano. Tinta negra. Letras torcidas.
Halloween: la noche del velo roto. Antes del colapso, los humanos celebraban esta fecha con disfraces, dulces y rituales disfrazados de juego. Pero en ciertas regiones, se realizaban prácticas ocultas: invocaciones, sacrificios simbólicos, pactos. Se creía que esa noche, los muertos caminaban entre los vivos. Que los demonios susurraban a los niños. Que, si pronunciabas tu nombre frente a un espejo, podías ver quién te llevaría.
En letras grandes hay una advertencia:
¡NO CELEBRES HALLOWEEN O ÉL ENTRARA EN TI!
Paso las páginas. Encuentro leyendas urbanas:
•La llorona. El sombreron. El Jinete sin cabeza. Brujas. La niña del vestido negro, que aparecía en las casas donde alguien había mentido sobre su miedo.
•El hombre sin rostro, que se manifestaba en los reflejos justo antes de que alguien desapareciera.
•La procesión del abismo, donde se decía que los demonios caminaban en fila por los pueblos, buscando una puerta abierta.
Y luego, una nota escrita en rojo:
El colapso ocurrió la noche de Halloween. Nadie sabe por qué. Pero todos saben que algo entró. Y que algo quedó atrapado en la grieta. Esperando volver.
Mi piel se eriza. El miedo me envuelve como una manta húmeda. No me doy cuenta del tiempo. Hasta que salgo. Y el cielo está negro. El reloj marca las 18:47. Toque de queda.
La calle está vacía. Silenciosa. Pero el silencio no es paz. Es espera. Camino rápido. La sal en mi bolsillo. El espejo en mi mano.
Al pasar por los parques y por esquinas oscuras. Veo sombras. Siento frio. Mis pasos son cada vez más lentos. Mi respiración más pesada. Escucho los susurros. Los lamentos. Manchas blancas con forma humana.
—Dalton… —. Brinco al sentir la presencia en mi espalda. Susurrante en mi cuello.
Camino rápido. Lanzo sal. El espectro se retuerce. Grita sin boca. Se disuelve.
Corro.
Lanzo sal detrás de mí. No sé si le da. No sé si me sigue. Llego a casa. Golpeo la puerta. Gael abre. Me arrastra dentro. Cierra. Sella. Maldice.
—¡¿Estás loca?! ¡¿Después del toque de queda?! ¡¿Sola?!
—estaba en la biblioteca. La noche de Halloween. ¿Qué pasó? ¿Por qué nadie habla de eso?
Gael se queda en silencio. Cierra todas las ventanas. Apaga las luces.
—Ven aquí —. Dice. Se sienta frente a mí —Porque esa noche… el diablo casi entra.
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Editado: 14.10.2025