NARRA DALTON
Estoy atada. El círculo de sal se ha roto. Los cazadores espectrales —traidores— yacen en el suelo, algunos convulsionando, otros riendo con los ojos arrancados. Declive está de pie, pero su rostro ya no es humano. Sus ojos son pozos. Su boca, una grieta.
Y frente a mí… él. El hombre dorado.
El diablo.
No necesita presentación. Su presencia lo grita. Su cuerpo brilla como si estuviera hecho de fuego contenido. Su piel parece oro líquido. Sus ojos… dorados. Como brasas que respiran.
—Dalton… —dice —. Serás mi reina. Mía.
Su voz no es voz. Es un canto. Un veneno. Se acerca. Mi cuerpo arde. Mi mente se quiebra. Mi alma se abre. Siento como no puedo resistir y cedo. Perdiéndome en la oscuridad. Entre calor, ardor y miedo.
Danzamos. No sobre suelo. Sobre carne. Sobre sangre.
Los cuerpos de los cazadores se retuercen a nuestro alrededor. Algunos se prenden fuego. Otros se rompen solos. Las paredes sangran. El techo gime. El tiempo se detiene. Una melodía se escucha en mis oídos. Una que me hace perderme.
Él me toma. No como amante. Como altar. Como recipiente. Como puerta. Mi cuerpo se quema. Mi piel se abre. Mi sangre canta. Y entonces… lo escucho. La voz de Gael. No como fantasma. Como recuerdo.
—Sé fuerte, Dalton. Sé la prisión. ¡Reacciona!
Algo dentro de mí se rompe. Parpadeo. Grito, aterrada al ver la figura monstruosa que me sostiene. Me dan escalofríos. Lo empujo. Grito.
—¡NO! —grito.
El círculo se reactiva. La sal se enciende. El fuego lo rodea. Él grita. No de dolor. De sorpresa.
—¡¿Qué haces?! —ruge.
—Te encierro —susurro —. ¡TE CONDENO LUCIFER ESTRELLA DE LA MAÑANA!
Mi cuerpo se eleva en el aire. No puedo moverme. Pero no me quiebro. Pronuncio ritos antiguos. Me imagino siendo una prisión. Mi cuerpo se convierte en sello.
Tiemblo. Todo es caos. Todo es gritos. En mi mente pasan miles de imágenes de fiestas de Halloween. Adoraciones al diablo. Ritos satánicos. Niños sacrificados. Todo es fuego. Y entonces… Oscuridad.
******************************
El dolor en el cuerpo me hace abrir los ojos. Amaneció. El sol no brilla. Solo existe. Estoy en el suelo.
Desnuda.
Cubierta de sangre. No sé si es mía. No sé si es de ellos. Me levanto. Camino. El cuerpo de Declive está partido en dos. Los cazadores… irreconocibles. La casa… destruida. Me acerco al espejo.
Me miro.
Mi cuerpo está marcado. Mi piel… muestra tatuajes rojos que antes no tenía. Mi desnudes no me asusta. Bajo la mirada. Algo parece extraño en mi vientre. Me llevo las manos al abdomen.
Se siente algo diferente. Como si inconscientemente supiera que algo crece. O se agita. No sé si es vida. Mi respiración es estable. Subo lentamente la mirada sobre mi cuerpo, hasta mis ojos. Pero descubro que son mitad dorados y mitad negros.
Parpadeo.
Negros.
Parpadeo.
Dorados.
Mis labios se tuercen en una sonrisa. Una sonrisa estirada que muestra mis dientes. Sonrío. Con las manos en mi vientre.
Las paredes siguen sangrando. El fuego se extinguió. Pero el frio y el calor permanecen. Frio en los huesos, calor en la piel. Como brazas ardiendo a las que les cae agua fría.
El suelo cruje bajo mis pies. No por madera. Por huesos. No sé si estoy embarazada. No sé si estoy maldita. Solo sé que algo crece. Algo que no es mío. Algo que no debería existir.
El diablo no fue vencido. Fue encerrado.
En mí.
Y yo… ya no soy solo Dalton. Soy la prisión. La grieta. Soy el altar. Y él respira conmigo. La historia ha terminado. Pero el canto… aún se escucha.
La noche de Halloween, el diablo no grita… susurra. No corre… se arrastra. No busca cuerpos… los elige. Yo soy su prisión. Pero también su sombra. Te sigo. Te observo. Y cuando parpadees… ya estaré dentro.
#16 en Terror
#57 en Paranormal
demoniosyhumanos, profesias sobrenatural, hallowen fantasmas
Editado: 14.10.2025