Eran las diez de la noche cuando Amber y Scott llegaron al viejo pueblo de San Marino, conocido por sus callejones oscuros y su historia sombría. La noche estaba envuelta en una niebla espesa que hacía difícil distinguir formas a unos pocos metros de distancia.
-Estás seguro de que es aquí?- Preguntó Amber, observando las sombras que se extendían por el camino de tierra.
Scott asintió, un escalofrío recorriéndole la espalda. Había escuchado rumores de que aquel lugar estaba maldito, pero su curiosidad era más fuerte.
-Sí. Aquí fue donde encontraron... Ya sabes, los cuerpos. -murmuró, tratando de sonar valiente.
Amber respiró hondo. Sabía de lo que hablaba Scott. Años atrás, una familia había desaparecido en ese mismo lugar. Nadie encontró ni una sola pista, sólo el eco de los gritos y lamentos en la noche.
Al adentrarse en el pueblo, las casas desmoronadas y abandonadas parecían observarlos. De repente, un susurro quebró el silencio, no era un sonido normal; era algo bajo, casi inaudible, pero parecía provenir de todas las partes a la vez.
-Escuchaste eso? -Preguntó Scott, inmovilizado.
-Si.... Pero, de dónde viene? -Respondió Amber, su voz temblando.
El susurro continuó, ahora más claro: "Ayúdenme.... Estoy atrapado...."
Scott miró a Amber con una mezcla de horror y confusión. Podría ser uno de los desaparecidos? Son pensarlo dos veces, siguieron el sonido hasta llegar a una casa en ruinas.
La puerta de la casa estaba entreabierta, y la niebla parecía envolverla como una garra. Dentro, el silencio era tan denso que podían oir sus propios corazones latiendo. Se armaban de valor con cada paso que daban hasta el interior, pero el susurro no se detenía. Ahora era más claro, casi como si una figura invisible estuviera hablándoles directamente al oído.
-Quién está ahí? -Gritó Scott, su voz quebrada.
Silencio.
Luego, una risa ahogada, como si alguien estuviera justo a sus espaldas. Amber volteó rápidamente, pero no vió nada, solo sombras que danzaban en la penumbra.
-Tenemos que irnos -murmuró Amber, sintiendo que algo o alguien la observaba desde la oscuridad.
Pero antes de que pudieran moverse, una figura apareció en el umbral de la puerta. Era alta, delgada, y su rostro estaba cubierto por un velo oscuro.
La figura se acercó lentamente, y ellos retrocedieron hasta pegarse a la pared.
-Quién.... Quién eres? -preguntó Scott tratando de sonar fuerte.
La figura no respondió, pero alzó una mano hacia ellos. Con un susurro, habló:
-Ayúdenme.... Libérenme....
Scott y Amber se miraron, dudando. Pero antes de que pudieran preguntar cómo, la figura desapareció en el aire, dejando solo una palabra resonando en sus mentes: "Entierra... El medallón"
Scott notó algo brillando en el suelo. Era un medallón antiguo, con una inscripción en un idioma que ninguno de ellos entendía.
-Crees que eso... Eso la liberará? -Preguntó Amber, con miedo en la voz.
-No lo sé, pero no tenemos elección. Si no lo hacemos, podría regresar y atraparnos también.
Esa misma noche, buscaron un sitio en dónde enterrar el medallón. Encontraron un árbol seco y torcido en el centro del pueblo. Cavaron una tumba improvisada y colocaron el medallón en su interior.
Cuando terminaron, la niebla comenzó a disiparse y el susurro desapareció.
-Creo que lo logramos -dijo Amber, sintiendo una extraña calma.
Pero justo cuando se preparaban para irse, una voz suave resonó en el aire, la misma que habían escuchado antes.
-Gracias.... Por liberarme...
Ambos se miraron, y antes de que pudieran reaccionar, un viento helado atravesó el pueblo, llevándose consigo cualquier rastro de niebla y dejando solo el silencio de la noche.
Mientras se alejaban, ninguno de ellos se dió cuenta de que él medallón brillaba ligeramente debajo de la tierra...