El talento del príncipe.

5. Estamos vivos / bienvenido al grupo.

El ambiente que se palpaba en el penúltimo día era una mezcla de desesperación, frustración y miedo. Los soldados ni siquiera se molestaban en decir palabra alguna antes de acabar con la vida de algún muchacho, para ellos es como arrancar una mala hierba en el jardín; Rigel esperaba con impaciencia, su piel se erizaba a cada segundo al saber que pronto sería su turno o que algún soldado decidiría acabar con su vida. Pateó con fuerza una piedra que salió dirigida hacia uno de los seleccionados. Desvió su mirada lo más rápido que sus ojos se lo permitieron, el golpeado, un joven gordo de cabellos verdes y cicatrices en sus mejillas lo observó enfurecido. Rigel sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, había visto a ese tipo darle palizas a otros reclutas y raramente salían vivos. 

 

— Mierda...— susurró apretando la pequeña daga que Setnel le había regalado la noche anterior. 

 

El tipo comenzaba a caminar hacia él, una sonrisa cínica decoraba sus agrietados labios y sus dientes amarillentos y torcidos se dejaron ver. El aire se atascó en sus pulmones, estaba seguro de escuchar un pitido en sus oídos ¿O eran sus latidos?

No es como si tuviera miedo a pelear, en su granja había lidiado con animales salvajes más grandes, pero estaba consciente de su estado débil por la mala alimentación lo cual le daba una enorme desventaja, observó a sus lados varios chicos dirigiendo su atención hacia ellos; detrás de su oponente divisó a Setnel. 

 

— ¡Ozir Rigel! — el mencionado se enderezó y agradeció el llamado, empujó su daga para esconderla bajo sus ropas, sujetó con fuerza la carta y comenzó a caminar; al pasar Setnel hizo un movimiento de cabeza sonriendo, mientras el de cabellos verde articulaba que iba a matarlo.

 

Camina con pasos lentos, sus piernas parecen pesar toneladas, su corazón repica en sus oídos, sus manos frías como la nieve y de pronto su boca se encuentra más seca que el desierto azul. Suspira tembloroso cuando entrega su carta al General, los ojos negros de Revil se clavan en los suyos escrudiñandolo; Rigel siente que incluso podría estarle leyendo el pensamiento.

 

El soldado a lado del General suelta una carcajada con matices ácidos — Aunque pase la prueba de la carta apuesto que no dura ni un día, miren, tiembla como un cobarde — Los sentidos de Rigel parecen volver en sí, se percata de sus manos temblorosas y trata de relajarse mientras las autoridades frente a él ríen.

 

Revil ni siquiera se inmuta, se mantiene con su rostro serio y sombrío realizando la primera prueba, se asegura de mirar directo a los ojos al muchacho provocando más nervios. El más joven controla su temblor más no puede evitar sentir su corazón repicando y las fresas que comió en la noche amenazaban con ser expulsadas.

 

— ¿Por qué estás tan nervioso? — Pregunta Revil.

 

一 Son ansías de servirle al príncipe 一  miente y ruega que le crea.

 

一 Ser un lamebotas no te ayudará en nada, florecita 一 sisea el primer soldado.

 

Revil le pide su mano una vez que la primera prueba es aprobada, sus hombros se tensan mientras estira su mano y siente el pinchazo, el aire se queda atrapado en sus pulmones y por un momento olvida como hacer que el aire circule. La gota cae en el escudo, muerde con fuerza su labio al punto de sentir el sabor a óxido de la sangre, jadea cuando el escudo comienza a colorearse, siente sus piernas flaquear pero se obliga a continuar firme. El soldado se acerca para quemar la carta y Rigel siente que respira de nuevo cuando el polvo plateado es arrastrado por el viento. Da dos bocanadas salvajes mientras un soldado lo dirige a la casa, sigue temblando, su vista se nubla y se tambalea. Un brazo se aferra a su cintura y lo ayuda a caminar hacia el vestuario donde le espera su uniforme.

 

一 Respira, Rigel, respira, escúchame, necesitas respirar 一 escucha lejana la voz de Setnel.

 

Se sienta en la banca y trata de respirar al compás de las palabras de Setnel, el muchacho de cabello castaño le entrega su uniforme y le indica como colocarlo.

 

一 ¿Puedes? 

 

Rigel se sorprende de oír su voz temblorosa一. Dame un minuto…Diablos, voy a… No, no, me lo tragué 一 dice y hace una mueca de asco, Setnel coloca la misma mueca y comienzan a reír.

 

一 No puedo creer que te hayas tragado tu vómito 一 dice entre carcajadas.

 

一 No quería ensuciarte 一 se encoge de hombros mientras comienza a quitarse su antigua ropa.

 

一 Lo hubiera preferido a saber esto.

 

Se quedan en silencio por un instante en el que Rigel se encuentra sumido en sus pensamientos, Setnel lo observa en silencio teme que vuelva a tener otra crisis, incluso teme que se ahogue con su propio vómito, aquella imagen le vuelve a dibujar una mueca de repulsión sin embargo, se obliga a concentrarse de nuevo en el joven delante de él.

 

一 Estoy dentro, estamos dentro, somos parte de la guardia real 一 susurra incrédulo.

 

一 Aún falta lo más difícil, Rigel…Entonces que Dios se apiade de nosotros.

 

Rigel le dedicó una mirada confusa y Setnel le recuerda el entrenamiento en la isla y los rumores de que solo 10 o 15 soldados logran pasar las pruebas.



#3568 en Joven Adulto
#9323 en Fantasía

En el texto hay: reyes, violencia, talentos y poderes

Editado: 24.05.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.