El Talisman Divino

I. NOCHISTLÁN

Los días lluviosos son tan mágicos y logran despertar sentimientos de paz y adrenalina al mismo tiempo. Se pueden crear diversas actividades y a Chantal sólo se le ocurrían tres cosas sencillas: tocar el piano, beber cerveza y tener una buena charla con su mejor amigo Guillermo.

 

Recargada sobre su escritorio abarrotado de libros y chuchulukos, observaba como armoniosamente caía el agua del cielo.

 

¿Y si le hablo?, ¿pero estará despierto? Ya es tarde”.

 

El reloj marcaba 10 minutos para las nueve de la mañana y Chantal sólo pensaba en planear ese día perfecto a lado de su entrañable amigo. Interrumpiendo precipitadamente su concentración se paró y tomó su celular, sólo basto apretar dos veces el botón verde y salió la llamada. Mordiéndose las uñas y sintiendo un vértigo esperó ansiosa aquella cálida voz.

 

-Hola bebé, buen día, ¿y ese milagro que te levantas tan temprano?

 

-Ja, ja, que gracioso, te llamo para saber si tienes planes hoy.

 

-¿A qué hora?

 

-Desde ahorita hasta la noche-. Chantal se mordió el labio superior ansiosa por la respuesta.

 

-Desde ahorita no puedo, tengo clase de Jet Kune Do, pero me desocupo como a las dos de la tarde, ¿te parece bien esa hora?

 

-Pues yo preferiría que fuera desde ahorita, pero si no queda de otra está bien, me conformo con verte un ratito.

 

-Oye, sabes que no puedo cancelar mi clase, pero te prometo que haremos algo genial, juntos siempre se nos ocurren cosas locas y divertidas.

 

-Ya que, te veo a las dos en tu casa.

 

Ambos colgaron el teléfono con vuelo en el corazón. Por cosas del destino su situación sentimental se establecía como una muy estrecha amistad. La primera vez que se conocieron fue en el salón de clase, Chantal se había cambiado de escuela por el divorcio de sus padres, su amiga de la infancia Yuridia la apoyó en su primer día y la presentó ante sus amigos.

 

Desde el primer intercambio de miradas, hubo entre ellos una conexión especial. Guillermo se sorprendió por la vestimenta oscura y deprimente de Chantal, pues él en ella veía todo, menos un alma perversa.

 

Chantal por su parte, sintió curiosidad verlo vestido decentemente, pero su mirada reflejaba más allá que un niño bueno. El sabio y amargo destino mataba el comienzo de una romántica historia de amor, y ese sentimiento quedaría guardado hasta el justo momento de ser vivido.

 

El padre de Chantal, quién antaño fue su héroe, su ejemplo a seguir, las traicionó a ella y a su madre, dejándolas en la miseria, quitándoles todo sustento para sobrevivir, pues su nueva novia era exigente y buscaba obtener toda la riqueza sin importar quién saliera perjudicado.

 

La madre de Chantal, Cristina, nunca había trabajado, no conocía el mundo más allá de su comodidad. Así que no le quedó de otra más que ser fuerte, y sacar adelante a su única hija, consiguiendo trabajo como ayudante de limpieza en una casa de ricos prepotentes, ahorró dinero y abrió su propia lavandería.

 

Desde las 7:00 de la mañana se levanta a ordenar su modesta casa, a las 8:00 desayuna a las prisas, y a las 8:30 sale disparada a su negocio que queda a tres manzanas de su casa. Por la noche, alrededor de las 7:00 llega, se baña y va a la iglesia, pertenece a un grupo espiritual, hacen diversas actividades, como leer la biblia y ver formas de mejorar el vecindario y fomentar la fe en Jesucristo. Cuando llegaba a casa preparaba la comida para el día siguiente y se pone a ver novelas para relajarse y descansar el cuerpo.

 

Cristina no se mortifica mucho por su hija, pues a pesar de su carácter, era una joven centrada y con sus nuevos amigos, era más responsable y educada.

Con este trago amargo familiar, Chantal dejó de creer en el amor, mala señal para Guillermo, pues parecía que todo cambiaría, pero tuvo que ser valiente y guardar sus sentimientos hasta ayudar a su amiga a darle la luz que necesitaba en su camino.

 

Mientras Chantal trataba de superar su trauma, jugaba con los hombres, bebía, y se hundía en la cama, cansada de su vida, cansada de las mentiras. Su amigo más cercano en ese tiempo era la navaja, un mal pensamiento se desvanecía con una herida vertical en la pierna. El olor a hierro que soltaba la sangre la adormecía y despertaba vacía de cualquier sentimiento y pensamiento.




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