Detrás de la ligera cascada que cae en el Cerro San Miguel, a un costado del arco de roca paró, su altura y sus alas decepcionaban a Chantal con la ilusión de rescatar ese amor.
-¿Y ahora qué se supone que vamos a hacer?-. Preguntaba mientras disfrutaba la caída del agua.
-El ritual consiste en una entrega.
Chantal sintió la reacción de su cuerpo ante la respuesta, ¿sería lo que estaba pensando?
-¿Entrega?-. Tragó saliva. -¿A qué te refieres?
-Tienes que unirte a mí en cuerpo y alma.
Lo miró de pies a cabeza lentamente, y cómo a cualquier chica de su edad sonrió por la morbosidad del tamaño de su miembro.
-¿Y crees qué me quepa?
Jofiel frunció el ceño confundido por la pregunta.
-Creo que no estás entendiendo nada.
-Pues explícame entonces.
Jofiel pensó en decirle la verdad a Chantal, pero sabía que al decírsela podría alterar su decisión y atentar contra su vida. Movió sus alas oleadamente y formó una alfombra con plumas. Chispeaban en tonos turquesa, y la cascada intensificó su longitud y volumen.
-No sabía que tenías éste tipo de dones.
Jofiel suspiró y cerró los ojos, Chantal aprovechó para parecer verse menos sucia y un poco arreglada.
-Eres rápida con tus movimientos.
-Quiero impresionarte.
Caminó hacia él mordiéndose el labio con la mirada fija en su rostro. Tomó su mano y besó su palma, era el cuerpo de Guillermo el que la miraba atentamente.
-¿Es un pecado profanar el cuerpo de un arcángel?
-No en tanto sea por amor de verdad. Aunque técnicamente soy un humano.
-Entonces, ¿qué nombre debo decir?
-El que nazca de tu alma.
Y con esas últimas palabras iniciaron el ritual con un beso dulce, tímido. Jofiel apretó las caderas de Chantal provocándole mayor excitación. Se quitó la ropa lentamente y desnuda entre besos desnudó el cuerpo que había deseado en los últimos meses.
Jofiel la cargó y cuidadosamente la recostó entre sus plumas para seguir entregándose físicamente. En cada beso, ambos mantenían sus ojos abiertos, no querían perderse ni un instante de lo que estaban viviendo. Entre rasguños, gemidos y besos ávidos Chantal repetía una y otra vez, te amo Guillermo.
Para Jofiel estaba bien, pues eso fue muchos años, y gracias a eso, pudo enamorarse y sentir lo que es amor incondicional. Chantal se movía con rapidez y fuerza, incitando la misma reacción de su febril amante. Y justo en el clímax total, para finalizar el ritual carnal hubo una oración que hizo cambiar los planes.
-Siempre te amaré Jofiel.
Esa frase fue suficiente para que volviera a transformarse y seguir con el ritual, ésta vez siendo lo que es. Una relación carnal parecía imposible de imaginar para un arcángel, pero con Chantal todo era posible.
Al ver la transformación Chantal se estimuló con mayor ímpetu. Jofiel la cargó entre sus brazos para seguir amándola física y espiritualmente. Los gemidos eran más fuertes, Chantal entre movimientos más delicados, centrando su mirada en la de Jofiel provocándolo con su boca y sonidos, veía de reojo cómo sus alas se movían para mantenerlos en el aire, el movimiento lograba sacar agua de la cascada, provocando que brisas plateadas y turquesas los bañaran.
Mordiéndose los labios para silenciar el orgasmo final fue en vano, pues Chantal no pudo abstenerse de expresar el júbilo que sentía. Sus energías estaban fusionándose, Jofiel estaba absorbiendo el Omnes. Chantal miró los ojos de Jofiel con adoración, le sonreía mientras acariciaba su cabello. Bajaron lentamente para recostarse un momento, el ritual para fusionar los Néfesch había finalizado.
-Después de esto, me aferraré a ti siempre-. Dijo Chantal entre suspiros.
Jofiel la cubrió con sus alas para que no sintiera frío. Ahora era una humana ordinaria, y lo que había pasado entre ellos no se podría volver a repetir. Ya que Jofiel sería sacrificado para restaurar el Omnes, y dejaría de existir tanto en humano como arcángel, y jamás volvería a ver a Chantal.
Si no se hubiera trasformado al oír su nombre, sólo su parte humana sería aniquilada y conservaría por la eternidad su parte divina. Pero quería experimentar el amor sin límite y tener un verdadero motivo para morir.