El teléfono

I.

Habían dado un gran recorrido desde el teatro de la escuela hasta El Mc. Donald´s. Los dos tenían hambre, por lo tanto decidieron ir a comprar algo de comer. David ingresó al estacionamiento y apagó el motor.

— Seleni, sólo una hamburguesa ¿no?

—Sí papá. Pero tú no solo te pedirás una hamburguesa.

Daniel la mira por el retrovisor y rie.

— Me conoces tan bien como tu madre...

Ella sonrió pero con algo de pena.

—No creo... además mi madre te conocía desde niño.

Daniel vuelve a sonreir y abre la puerta del conductor.

— Bueno Sele, regreso en unos minutos.

— Esta bien papi. — dijo y lanzó su típica sonrisa tierna.

— Ya mi niña...

David bajó del auto y cerró la  puerta tras él, y Seleni vio cómo su padre caminaba hacia la entrada del local y a continuación ingresaba. Ella suspiró. "Mi madre... "

Mientras Seleni sacaba su celular del bolsillo de su pantalón, recordó el día que despidió a su madre en el velorio. Su nombre, Linda, era literalmente la descripción de ella. Nunca supo cómo es que pasó, simplemente un día salió de casa a hacer compras una mañana y nunca más regresó.

Su padre  se deprimió demasiado, y pasaba horas despierto durante la noche, siempre con una taza de café y de vez en cuando con una o dos latas de cerveza. A veces ella bajaba hacia la cocina, y se encontraba a su padre sollozando o llorando, Seleni se acercaba a él y tomaba su rostro.

Lo abrazaba… era todo lo que podía hacer, abrazarlo y decirle que ya volverá, que todo estaría bien y que su madre daría una explicación…

“Oh mi niña… mi niña, la extraño mucho, era el amor de mi vida…” habló una vez, llorando con más fuerza. Seleni acarició su cabeza y se calmó poco a poco. Luego conversaron un rato y ella le preguntó si quería ir a su cuarto a dormir, por lo menos un rato, él se negó y prefirió quedarse a esperar. Así era casi todos los días, no había manera de hacer algo, los días pasaban y con ellos la esperanza de verla de nuevo, y la resignación de que Linda había muerto era lo que tomaba lugar en los sentimientos de Seleni y su padre.

Poco más de un mes pasó para que, en una de aquellas noches, tocaran la puerta. David  se despertó y se levantó de la mesa, corrió hacia la entrada. Sin embargo, al abrir, no era ella. Sino dos policías comunicándole que el cuerpo de su esposa había sido hallado en un lago, dentro del bosque.

Seleni ya no quería recordar más.  Ha pasado cuatro meses desde ese acontecimiento y la tristeza aún se hallaba presente. Encendió su celular y se puso a revisar sus redes, a ver videos y a jugar con lo que se topaba.

Volvió a mirar hacia la puerta del local de comida, y su padre aún no regresaba.

Dejó su móvil, mirando el techo del auto, distraída en sus pensamientos y recordando el rostro de Harold en la obra de teatro.

Aquel chico tenía un rostro tan atractivo, y lo mejor, era muy bueno y tenía un espíritu tranquilo y amable. Harold estuvo con ella desde que supo de la desaparición de su madre. La acompañaba todo el día en la escuela, y luego la acompañaba a su casa.

 Durante ese tiempo, se preguntaba constantemente por qué sentía una gran necesidad de estar con él todo el tiempo, y poco a poco esa necesidad se fue convirtiendo en un deseo tan fuerte que llegó a besarlo en la boca una tarde. La reacción de ambos terminó siendo de asombro, alegría y vergüenza. Y poco a poco surgió una relación muy íntima entre ellos.

“Y hoy me invitó al baile…” pensó, “Ohh tal vez llegó el momento de ser novios… me lo va a pedir” sonrió nerviosamente al analizar esa situación, “Sí, seremos novios… Seremos…”

Un tono musical la interrumpió. Al buscar el origen del sonido, se percató que provenía desde dentro del auto, exactamente en el asiento del conductor.

Seleni se asomó entre los dos asientos, y al ver el teléfono de su padre sonando y vibrando, lo tomó y revisó quien era. La pantalla mostraba un número no registrado y contestó.

— ¿Aló? — dijo extrañada.

Contestó la singular voz de una trabajadora de la línea, de manera inusual Seleni se puso muy nerviosa antes de contestar la llamada. Habló diciendo que su padre no se encontraba en ese momento y que llamara después, la señorita afirmó y cortó la llamada con un “gracias”.

Luego, volvió a ver afuera, revisando si su padre regresaba. Pero al parecer él seguía adentro.

El celular volvió a vibrar, pero esta vez era un mensaje.

Seleni nunca invadió la privacidad de alguien en situaciones similares, en especial nunca invadió la privacidad de su padre. Sin embargo la curiosidad se apoderó de ella, y poco a poco comenzó a crecer la necesidad de revisar el mensaje o el celular. Pero, ¿Por qué?                                                             

Era  consciente que luego de la muerte de su madre, cayó en depresión, y entre la tristeza y sentimiento de abandono, buscaría a alguien más que pudiera amar…

A Seleni no le molestaba en absoluto aquello, tampoco sentía  celos o cosas así. Ella amaba a sus padres, sí, pero también comprendía que la vida sigue, y uno no puede quedarse atrapado en su pasado, encadenado y siendo martirizado cada segundo, viviendo todo eso como el castigo definitivo que te perseguirá hasta la muerte… era absurdo pensar que hay individuos que se comportan así. Pero, sólo tenía 17 años, no ha vivido lo suficiente para poder hablar como un “dicho y hecho”.



#1890 en Terror
#9246 en Thriller

En el texto hay: asesinatos, misterios, universo thost

Editado: 06.05.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.