El temple del vacío

Capítulo 1 – El eco de un simple color

¿Y si hay algo más allá del cristal? —pregunté mientras miraba el espejo, admirando el

apagón de mis ojos, el cual siempre me pareció curioso, un negro tan profundo como

la tela del espacio, acompañado de un gesto de desprecio, pero taciturno al mismo

tiempo. Lancé un poco de agua fría a mi rostro y salí de ese baño, me puse mi ropa y

tomé mis cosas, pero antes de cruzar esa puerta, quedé consternado por el alba del

amanecer, con un tono naranja que abrazaba a toda esa habitación vacía, haciendo

esa escena algo hermosa, pero gris al mismo tiempo.

Luego de ese pequeño pero curioso instante decidí salir, caminé hacia la estación del

bus y esperé a su llegada. Al momento de llegar, me senté junto a la ventana para

poder admirar más a fondo ese color que se colaba por mis pupilas. El anuncio de la

última parada fue algo rápido, así que decidí levantarme y seguir con mi camino. Llegué

y, cuando bajé, noté que el naranja ya había desaparecido.

Entré al salón, desapercibido como de costumbre, y me senté en el último rincón,

como era lo habitual. Las clases pasaron con normalidad, hasta que el docente de la

clase de “Historia de la Filosofía” tuvo la maravillosa idea de hacer entre 5 estudiantes

un argumento sobre un texto de algún autor, ya sea antiguo o contemporáneo. Los de

la clase rápidamente empezaron a seleccionar a sus compañeros. Era completamente

evidente que fui el único que se quedó por fuera. Decidí levantarme y buscar a un grupo

incompleto. Al acercarme poco a poco y notar que ellos percibían mi presencia, noté

en sus miradas una inefable repugnancia, lo cual me hizo retroceder y volver a donde

estaba antes.

La jornada terminó y, al salir, no había rastro del precioso ocaso que había

presenciado, solo se mantenía constante el negro de la noche. Me dirigí a la parada de

mi transporte para poder irme y descansar.

Al llegar abrí la puerta con rapidez y me dejé caer sobre mis almohadas para poder

encontrar el sueño. Puse mi alarma, cerré mis ojos y, al instante, desperté. Fue algo

extraño, porque no me encontraba en mi hogar. Estaba en la nada, sobre mi cama. Era

un paisaje blanco y frío, acompañado por una inmensa penumbra. Me levanté y puse

mis pies sobre el gélido tacto de la nieve. Dirigí mi mirada hacia todos lados, pero no

había nada diferente. Solo era un enigmático blanco que parecía completamente

infinito, hasta que mis ojos pudieron ver el mismo naranja que admiré en la mañana. Se

reflejaba en la nube eterna que estaba arriba de mí, pero este era diferente, porque se

iba apagando cada vez más. A través de la tundra, pude ver a una sombra, pero no una

humana, sino una muy singular. Era simplemente oscuridad, un negro que se me hacía

muy familiar, acompañado de unos ojos brillantes que me miraban de una manera

directa, como si estuviesen viendo dentro de mí. No hacía ningún movimiento, solo

estaba inmóvil, como si estuviese hipnotizada con algo, fijé mi mirada hacia el

aparente fondo, pero en realidad este no existía, solo era un enorme blanco sin fin,

decidí dar un paso adelante y al hacerlo la temperatura bajo aún más así que retrocedí,

y eso, eso no arrancaba en ningún momento sus “ojos” de mí, y para evitarlo miré hacia

atrás, pero el paisaje era exactamente el mismo, y al parpadear esa misma sombra se

situaba frente a mí y no paraba de clavar sus cuencas brillantes sobre mí, parecíamos

dos enamorados viendo sus almas en conjunto, pero es como si sintiera no poder ver la

de ella, era una sensación extraña, porque no era como ver a otra persona pero al

mismo tiempo era particularmente cómodo, el momento parecía eterno y ninguno de

los dos movió siquiera un musculo y cada segundo se ralentizaba cada vez más y la

bruma se volvía más espesa dificultando la visión, a tal punto que aquella cosa ya no

se podía ver así que salí del trance, di un par de pasos hacia delante y al estirar mi

mano me tope con los ladrillos de aquella pared de tamaño colosal, luego de eso sin

aviso previo desperté.

Si bien fue algo extraño, no dejaba de ser un simple sueño. Solo pensé en que debía

comer un poco ya que la noche anterior no lo hice debido al cansancio. Pero antes de

eso miré hacia mi ventana, pero esta mañana era diferente, ya que el ocaso que me

acompaño el día anterior simplemente no estaba y el alba era acompañado del gris de

unas nubes cargadas de lluvia, así que esta vez no me quede fijo a la ventana ya que no

me llamaba la atención, hice mi desayuno y al entrar al baño para tomar una ducha me

tope con mi reflejo, un par de ojeras y una mirada desierta junto con unos labios

caídos, quede unos minutos fijo al cristal y luego de esos minutos viendo a aquel idiota

y a sus oscuros y repugnantes pupilas entre a la ducha, y mientras el agua recorría

cada parte de cuerpo, desde la punta de mi afro descuidado hasta las uñas de mis

mugrosos, débiles y delgados pies, no dejaba de pasar por mi mente aquella pared y

sobre todo esa sombra, aunque bueno solo era un sueño, no debería de darle

importancia, aunque me daba curiosidad saber que había detrás de los ladrillos, salí

de la ducha, me puse la ropa de siempre, alce mi capucha sobre mi cabeza, tome mi

mochila, pero antes de salir di un paso atrás y tome mi cuaderno que estaba tirado

sobre mis cobijas ya que se me había olvidado el día anterior y también porque un

verso se cruzaba por mi cabeza, abrí mi bolso, saque un lapicero y escribí:

“Solo un beso suyo o el simple tacto de sus manos, puede ser la cúspide de lo fantástico

para así poder desatarme de lo mundano”

Estaba pensando en ella sin siquiera quererlo ¿por qué no salía de mi mente? se




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.