¿Y si hay algo más allá del cristal? —pregunté mientras miraba el espejo, admirando el
apagón de mis ojos, el cual siempre me pareció curioso, un negro tan profundo como
la tela del espacio, acompañado de un gesto de desprecio, pero taciturno al mismo
tiempo. Lancé un poco de agua fría a mi rostro y salí de ese baño, me puse mi ropa y
tomé mis cosas, pero antes de cruzar esa puerta, quedé consternado por el alba del
amanecer, con un tono naranja que abrazaba a toda esa habitación vacía, haciendo
esa escena algo hermosa, pero gris al mismo tiempo.
Luego de ese pequeño pero curioso instante decidí salir, caminé hacia la estación del
bus y esperé a su llegada. Al momento de llegar, me senté junto a la ventana para
poder admirar más a fondo ese color que se colaba por mis pupilas. El anuncio de la
última parada fue algo rápido, así que decidí levantarme y seguir con mi camino. Llegué
y, cuando bajé, noté que el naranja ya había desaparecido.
Entré al salón, desapercibido como de costumbre, y me senté en el último rincón,
como era lo habitual. Las clases pasaron con normalidad, hasta que el docente de la
clase de “Historia de la Filosofía” tuvo la maravillosa idea de hacer entre 5 estudiantes
un argumento sobre un texto de algún autor, ya sea antiguo o contemporáneo. Los de
la clase rápidamente empezaron a seleccionar a sus compañeros. Era completamente
evidente que fui el único que se quedó por fuera. Decidí levantarme y buscar a un grupo
incompleto. Al acercarme poco a poco y notar que ellos percibían mi presencia, noté
en sus miradas una inefable repugnancia, lo cual me hizo retroceder y volver a donde
estaba antes.
La jornada terminó y, al salir, no había rastro del precioso ocaso que había
presenciado, solo se mantenía constante el negro de la noche. Me dirigí a la parada de
mi transporte para poder irme y descansar.
Al llegar abrí la puerta con rapidez y me dejé caer sobre mis almohadas para poder
encontrar el sueño. Puse mi alarma, cerré mis ojos y, al instante, desperté. Fue algo
extraño, porque no me encontraba en mi hogar. Estaba en la nada, sobre mi cama. Era
un paisaje blanco y frío, acompañado por una inmensa penumbra. Me levanté y puse
mis pies sobre el gélido tacto de la nieve. Dirigí mi mirada hacia todos lados, pero no
había nada diferente. Solo era un enigmático blanco que parecía completamente
infinito, hasta que mis ojos pudieron ver el mismo naranja que admiré en la mañana. Se
reflejaba en la nube eterna que estaba arriba de mí, pero este era diferente, porque se
iba apagando cada vez más. A través de la tundra, pude ver a una sombra, pero no una
humana, sino una muy singular. Era simplemente oscuridad, un negro que se me hacía
muy familiar, acompañado de unos ojos brillantes que me miraban de una manera
directa, como si estuviesen viendo dentro de mí. No hacía ningún movimiento, solo
estaba inmóvil, como si estuviese hipnotizada con algo, fijé mi mirada hacia el
aparente fondo, pero en realidad este no existía, solo era un enorme blanco sin fin,
decidí dar un paso adelante y al hacerlo la temperatura bajo aún más así que retrocedí,
y eso, eso no arrancaba en ningún momento sus “ojos” de mí, y para evitarlo miré hacia
atrás, pero el paisaje era exactamente el mismo, y al parpadear esa misma sombra se
situaba frente a mí y no paraba de clavar sus cuencas brillantes sobre mí, parecíamos
dos enamorados viendo sus almas en conjunto, pero es como si sintiera no poder ver la
de ella, era una sensación extraña, porque no era como ver a otra persona pero al
mismo tiempo era particularmente cómodo, el momento parecía eterno y ninguno de
los dos movió siquiera un musculo y cada segundo se ralentizaba cada vez más y la
bruma se volvía más espesa dificultando la visión, a tal punto que aquella cosa ya no
se podía ver así que salí del trance, di un par de pasos hacia delante y al estirar mi
mano me tope con los ladrillos de aquella pared de tamaño colosal, luego de eso sin
aviso previo desperté.
Si bien fue algo extraño, no dejaba de ser un simple sueño. Solo pensé en que debía
comer un poco ya que la noche anterior no lo hice debido al cansancio. Pero antes de
eso miré hacia mi ventana, pero esta mañana era diferente, ya que el ocaso que me
acompaño el día anterior simplemente no estaba y el alba era acompañado del gris de
unas nubes cargadas de lluvia, así que esta vez no me quede fijo a la ventana ya que no
me llamaba la atención, hice mi desayuno y al entrar al baño para tomar una ducha me
tope con mi reflejo, un par de ojeras y una mirada desierta junto con unos labios
caídos, quede unos minutos fijo al cristal y luego de esos minutos viendo a aquel idiota
y a sus oscuros y repugnantes pupilas entre a la ducha, y mientras el agua recorría
cada parte de cuerpo, desde la punta de mi afro descuidado hasta las uñas de mis
mugrosos, débiles y delgados pies, no dejaba de pasar por mi mente aquella pared y
sobre todo esa sombra, aunque bueno solo era un sueño, no debería de darle
importancia, aunque me daba curiosidad saber que había detrás de los ladrillos, salí
de la ducha, me puse la ropa de siempre, alce mi capucha sobre mi cabeza, tome mi
mochila, pero antes de salir di un paso atrás y tome mi cuaderno que estaba tirado
sobre mis cobijas ya que se me había olvidado el día anterior y también porque un
verso se cruzaba por mi cabeza, abrí mi bolso, saque un lapicero y escribí:
“Solo un beso suyo o el simple tacto de sus manos, puede ser la cúspide de lo fantástico
para así poder desatarme de lo mundano”
Estaba pensando en ella sin siquiera quererlo ¿por qué no salía de mi mente? se
#641 en Fantasía
#78 en Paranormal
#30 en Mística
soledad, una historia de instrospección, algo fuera de lo convencional
Editado: 15.05.2025