El templo de los dioses olvidados.

El libre albedrío.

Yurik y Raiza reanudaron su camino hacia Mirídia, mientras el grupo de guerreros del viento se quedaban haciendo una formación en línea; Raiza le pidió que se alejaran por que los guerreros del viento, invocarían nubes de lluvia para apagar el fuego de los pastizales, y mientras caminaban; Yurik notó el silencio de su acompañante y le preguntó:

 

  -¿Y ahora qué te pasa?

 

  -Nada. –le contesta la chica sin voltear a mirarlo.

 

  -¿Estás enojada porque no maté a los dragones? ¡Son seres vivos Raiza! Y yo no soy un dios para poder dar ni quitar vidas. –le dice tratando de tranquilizarla.

 

  -No es eso caballero, estoy pensando en lo que vos deciros, que tiene una misión que cumplir y que algún día se irá dejándome sola.

 

El hombre tuvo que guardar silencio por un momento, pensando en lo que le contestaría para no intranquilizarla más, y justificar una respuesta.

 

  -La verdad es que no lo sé princesita, tal vez mi misión sea aquí, tal vez mi destino esté aquí, custodiando a las estatuas de los dioses olvidados y por eso esa fuerza que tu llamas Gaia, me sacó de mi realidad, trayéndome a ti y eligiéndome entre millones de humanos, tal vez pensando que ya era tiempo que uno de los humanos cuidará desde aquí a sus hermanos, por cierto; ¿Cuántos ángeles hay en Mirídia? –pregunta tratando de cambiar el tema de la conversación.
 

 

  -Contándolo a vos, 4400. –le responde Raiza rápidamente.

 

  -¿Conmigo son 4400? O sea; ¿Hasta ayer que me aceptaron en tu pueblo eran 4399?         

 

  -¡Exacto! Al llegar vos se cerraron los números.

 

  -¿Mmmh y desde cuando eran 4399?

 

  -Hace mucho tiempo, cuando los dioses decidieron crear a un ejército guardián para custodiar el templo, nuestro pueblo se componía de 20 guerreros del viento, que desde que llegaron tuvieron que librar constantes batallas, contra aquellas criaturas oscuras que venían a invocar a sus dioses olvidados, aquellos primeros 20 ángeles inventaron muchas nuevas técnicas de combate, y perfeccionaron algunas que ya conocían, logrando impedir el paso y resguardar exitosamente el portal que conduce al templo, los intrusos al ver truncados sus intentos por aquél pequeño grupo de guardianes, comenzaron a organizarse y atacar en parejas, o formando equipos de tres o más, hasta que aprendieron a formar escuadrones, y fueron venciendo poco a poco la resistencia de aquellos guerreros, hasta que los 20 ángeles guardianes se vieron en desventaja, y fracasaron en su propósito de resguardar el portal, los dioses al ver como sus guerreros habían sido vencidos, les enviaron 100 ángeles más y al poco tiempo, los 20 primeros entrenaron a los 100 segundos, formando una estrategia de ataque que logró vencer a la primera legión de criaturas no naturales, que los había expulsado del templo, retomando el control del portal, venciendo también a las gárgolas y cancerberos que lo resguardaban, una vez recuperado el control del portal, los 120 ángeles guerreros comenzaron la construcción de una fortaleza, con técnicas y materiales que les fueron proporcionados por los dioses, esa fortaleza es ahora nuestro palacio de Cobalto.
 

 

  -Uno de esos 120 guerreros, se interesó por saber más sobre el propósito para el cual habían sido creados, y como vos, también se interesó en saber que había en ese portal que custodiaban, movido por la curiosidad le preguntó a los dioses, y ellos le contaron la misma historia que yo le he contado, al saber aquél curioso ángel que su misión era evitar, que sus enemigos regresaran al mundo de los humanos, quiso saber más sobre ellos, así que les solicitó más información, al principio todos ellos vivían en las habitaciones del palacio, y su único propósito era el de resguardar el acceso día y noche, hacían guardias y turnos, entablando constantes batallas, el ejército enemigo aumentaba y los dioses duplicaron el número de guerreros, que ahora sumaban 240 y ya no cabían en el palacio, así que decidieron construir otro palacio igual, pero el ángel sin alas que había sentido curiosidad por los humanos, les platicó sobre su estilo de vida, como vivían y los convenció de construir viviendas independientes como las de ellos, después de mucho dialogar en vez de otra fortaleza, construyeron las cúpulas donde vivimos, fundaron una colonia y desarrollaron una doctrina del estilo de vida de los humanos, la siguieron, tratando de comprender muchas cosas que no sabían, hasta que descubrieron que les hacía falta algo, y aquél ángel curioso que tanto les hablaba de los humanos, al ver que se perdía el interés por su doctrina descubrió la falla; ¡Les hacía falta una compañera! Su pareja, una mujer como la que tenían los humanos en cada una de sus casitas cuadradas, así que aquellos ángeles guerreros que cumplían arduamente con su propósito en la vida, les solicitaron a los dioses una pareja como la que tenía cada humano en su mundo, y éstos dioses como justo premio a su labor, les enviaron 240 ángeles femeninas tan hermosas como sólo podían serlo las humanas y así, ya cada uno de los ángeles guerreros con su pareja, siguieron estudiando la doctrina humana y sus hábitos, adoptando únicamente sus buenas costumbres, tratando de vivir como ellos hasta que se fundó el sitio en el que vivimos, la ciudad de Mirídia y los dioses nombraron Rey de ese lugar, construido por sus propios habitantes, al ángel Coballo Vin y su ángel compañera Rydia Vin, la Reyna, nuestros padres, por ser él, aquél ángel curioso que nos enseñó a admirar a los humanos, y vivir como ellos sin descuidar el propósito para el que habíamos sido creados.                                               




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.