El templo de los dioses olvidados.

Las cadenas de Yahve.

Yurik mantuvo el galope tendido rumbo a Mirídia, pero al sentir las crines húmedas de 4 vientos disminuyó la marcha para darle un respiro; Raiza ya lo esperaba a las puertas de la ciudad y sin disminuir el paso, pasó junto a ella, levantándola con un brazo, la montó en sus piernas y la chica riendo le dijo:

 

  -Tenemos que ir a palacio Yuri, mi padre nos espera, al parecer le han encontrado una solución a nuestro problema. 

 

Solamente sonriendo, y sosteniéndola firmemente con su brazo alrededor de la cintura, se dirigió a las puertas del palacio, al llegar bajó él primero, y caballerosamente ayudó a la chica a bajar tomándola por la cintura, sin mucho esfuerzo ya que su cuerpo era 50% más ligero que el de cualquier chica humana de su complexión, entraron al salón del trono, donde los reyes y un grupo de ángeles vestidos de blanco los esperaban.

 

  -Caballero, ellos son los sacerdotes de Júpiter; Arath; Persimone; Landy y nos hicieron venir, para comunicarnos una posible solución a nuestro problema de diferencia de razas. 

 

Dijo la chica mientras Yurik saludaba de mano, y caballerosamente a cada uno de los llamados sacerdotes de Júpiter, aunque uno de ellos era del género femenino, Persimone, de ojos verdes, cabello rubio con rostro perfecto y hermoso, normal entre aquella raza de seres bellos y ésta al contestar el saludo, le dijo:

 

  -Tengo un enorme placer al saludarle caballero del viento, y el honor de comunicarle la posible solución al problema de razas, que nos ha planteado la princesa Raiza, y la posible solución es que al igual que los dioses se transformaban en humanos, para poder realizar sus amores con ellos, nuestro caballero del viento se convierta en ángel sin alas o viceversa, que la princesa sea convertida en una de las humana.

 

  -¿Eso es todo? –dijo sarcástico. -¡Claro, como no se me ocurrió antes! ¿Así o más imbécil? ¡Pero si estaba tan fácil y yo quebrándome la cabeza por esto! Me asombra princesa tanta inteligencia contenida en sus sacerdotes. 

 

Raiza le hizo una seña para que guardara silencio y la dejara hablar, pero se resistió, siendo sarcástico y molesto, continuó diciendo.

 

  -Lo digo en serio eh, me parece la solución más lógica, pero como siempre se les pasa el pequeño detalle de que yo no soy inmortal, ni un dios, ni puedo convertirme en ángel a voluntad, ni convertirla a ella en humana, yo tan solo soy uno de los humanos.

 

Los sacerdotes se miraron entre ellos sin saber que decir, mientras la reina acercándose a la pareja le dijo: 

 

  -Tiene usted razón caballero del viento, conocemos muy bien a los humanos y sabemos sus alcances, y aunque nos gustaría que pasará a formar parte de nuestra raza, también sería un gran honor para los miridianos que nuestra hija la de en medio, perteneciera a la raza de los creadores de todas las cosas existentes en nuestro mundo, pero aún nos falta consultarlo con nuestro dios padre Júpiter, sus sacerdotes lo invocarán en la noche de Luna llena y le consultarán sobre el asunto.

 

  -Ah bueno menos mal; ¿Y cómo cuantas noches faltan para la Luna llena? –pregunta Yurik a los reyes y sacerdotes.

 

  -14 noches. –le contesta Persimone.
 

 

  -¿14 noches nada más? ¡Diablos! Ya merito; ¿Y ustedes creen que voy a poder estar tranquilo, pasando 14 noches con una mujer tan hermosa como lo es su hija, sin poder tocarla? ¡No queridos suegros! Digo; ¿No habrá manera de que le pregunten al gigantón esta noche?

 

  -No es posible Yuri, nuestro dios padre Júpiter solo se comunica con nosotros en las noches de Luna llena. –le dice Raiza.

 

  -¿Y por qué?

 

  -Porqué él así lo quiere, es la costumbre y es su mandato. –le contesta el rey Coballo con voz solemne.

 

  -Ah bueno. –dice volviendo a la carga con sarcasmo en la voz.

 

  -¿Nada más por eso? No hay problema, yo me aguanto las ganas de… otros 14 días, digo, otras 14 noches no más porque a Júpiter no se le da su regalada gana de venir; ¿Así o más holgazán lo quieren? 

 

Y dándose la media vuelta, interrumpió el dialogo para dirigirse a la estatua del dios, que predominaba en aquel salón del trono y con los puños, empezó a golpear las rodillas de la figura de piedra.

 

  -¡Júpiter! ¿Estás ahí? ¡Despierta holgazán! Te habla el caballero de la profecía, el humano, recuerda que nos dimos la mano.

 

Raiza se acercó tratando de tranquilizarlo.

 

  -¡Suéltame por favor princesa y no te me acerques! –le dice molesto con la situación. -Si hay algo que no soporto es que alguien no haga su trabajo; ¡Despierta grandullón, que necesito hablarte!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.