El templo de los dioses olvidados.

El museo de la humanidad.

Yurik despertó aquella mañana y al incorporarse, un dolor en su cabeza lo hizo esbozar un gesto de dolor, mientras Raiza lo miraba enternecida, le ofreció agua en un vaso y jarrón que por su estilo, parecía ser de alguna de las antiguas dinastías orientales, ávidamente tomó directo del jarrón sin utilizar el pequeño tazón que su chica le ofrecía.

 

  -¿Qué pasó princesa mía acaso ya soy uno de ustedes?  -preguntó tocándose la base del cráneo donde sentía el dolor.

 

  -Aún no. –le contesta la princesa agachando apenada la mirada.

 

  -No si ya me di cuenta, si ya fuera uno de ustedes no me dolería la cabeza ni tomaría agua, pero; ¿Qué pasó?

 

  -Un hechizo mágico bloqueó los poderes de Afrodita.

 

Le contesta tratándole de explicar lo que aún no comprendía del todo.

 

-Júpiter nos habló de unas cadenas que os ligan a vuestras creencias, las cuales impiden que cualquier dios ajeno a vuestra cultura actué sobre vos, ni para bien ni para mal; ¡Afrodita ni siquiera pudo curar tu herida de la cabeza! Es como un hechizo de protección conjurado por no sé quién, tal vez por Gaia pero es muy efectivo, ni siquiera nuestro dios padre lo podría romper.

 

  -¿Unas cadenas que me ligan a mis antepasados? Entonces; ¿No podré ser un ángel como tú? –pregunta desesperanzado.

 

  -¡Claro que podrás ser un ángel como yo! Existe una manera, ahora mismo todos los sacerdotes y sabios del reino están buscando las cadenas de Yahvé, así dijo Júpiter que se llamaba vuestro dios, aunque yo les dije que buscaran también las cadenas de Houston, que es con quien habláis mirando al cielo cuando tenéis un problema.

 

  -¿Houston? ¡Oh sí, mira! Eso luego te lo explico y mejor dime; ¿Dónde y cómo los sabios de Mirídia están buscando las cadenas de Yahvé?

 

Pregunta mientras se levantaba de la cama y bebía un poco más de agua.

 

  -En el museo de los humanos –le contesta la chica. 

 

  ¿Y dónde queda eso? 

 

  -¿Recordáis que os conté que habíamos construido una escuela para educar a nuestros hijos? Pues es ahora nuestro Museo de la Humanidad, ahí es donde se imparte la doctrina de tu gente, y está lleno de objetos que los ángeles de la guarda se traen de tu mundo, como recuerdo antes de regresar a Mirídia, por cierto, hoy llegaron 16 ángeles más y nos trajeron libros que nos hablan de los dinosaurios, así nos será más fácil clasificarlos; ¡Ya somos 4416 y los recién llegados están ansiosos por conoceros también!

 

Le dice la chica ahora sonriente y Yurik, ya estaba abrochándose la funda de su espada a su pecho y al colgarse el celular recordó algo.

 

  -¡Mi celular Raiza! Ahora recuerdo que cuando me encontré con el loco de las garras activé el buscador de redes, y el teléfono captó una señal digital muy fuerte en el Valle de Mirídia, tengo que ir ahora mismo a confirmarla, tal vez logre hacer una llamada o por lo menos enviar un mensaje.
 

 

  -Ahora no Yuri, ahora lo mejor que podéis hacer es dejaros tus cosas aquí y tomaros un baño porque ya hueles a caballo.

 

Dice Raiza y Yurik después de olfatearse las axilas le comenta.

 

  -¡Méndigo 4 vientos, se me hace que el que necesita un baño es él!                  Discúlpame princesita pero no me había dado cuenta.

 

  -No te disculpéis conmigo caballero que ya sabéis que a mí no me molesta, pero tú me dijisteis que cuando olierais a cualquier cosa que no fuera a humano, os lo dijera y ahora hueles a equino.

 

  -Órale pues mi niña hermosa, tomo un buen baño, como algo y me llevas al Museo de la Humanidad, que debe de estar lleno de objetos tan hermosos como ese jarrón chino.   

 

Le dice a Raiza mientras salía de la estancia para ir a la parte trasera de la vivienda, al poco rato regresó a la habitación donde ya lo esperaba un natural almuerzo a base de frutas encascaradas, y un nuevo traje de guerrero del viento modificado en su diseño, siendo adaptado a su gusto por usar la levita por fuera, cuando terminó de colocar en los bolsillos de su traje todas sus pertenencias, exceptuando la navaja que había perdido en su pelea con Fritzy, y colocó la armónica en la funda.

 

Raiza regresó y después de peinarlo partieron rumbo al museo de los humanos, el edificio se encontraba pasando el Palacio de Cobalto en medio de una hondonada, y por su diseño de arquitectura al estilo clásico, parecía más bien un antiguo y bien cuidado monasterio sin torres ni campanarios, además era enorme, de varios pisos de altura y lleno de detalles de diversas culturas, sin poder ubicarlo en un solo estilo, al entrar no pudo menos que sorprenderse por la majestuosidad con la que estaba adornado el interior de aquella Catedral de ciencias y culturas humanas, una hilera de diversas armaduras y trajes bien montados en maniquís humanos, que parecían hechos de cera o de madera perfectamente tallada adornaban las paredes, cada una de ellas resguardadas por un exhibidor de cristal como si fuera un ataúd pero con paredes trasparentes, como vitrinas matemáticamente alineadas que le daban la vuelta a toda aquella estancia; Yurik las observó durante largo rato una por una, tratando de captar todos los detalles, y tal vez buscando a algún guerrero de sus antepasados, que le ayudara a recordar el nombre de alguno de sus dioses olvidados, estaba tan maravillado ya que todos sus sueños sobre las artes, se veían realizados en aquél singular museo, donde los guerreros de todos los tiempos y de todas las culturas, parecían ser los guardianes inamovibles de aquellos antiguos tesoros, tres atuendos captaron más su atención, uno de ellos parecía ser el traje de un guerrero samurái, lleno de adornos coloridos y accesorios metálicos, el segundo, el traje militar del que parecía representar a un soldado alemán, sin insignias para identificarlo pero si la forma del casco y el color del traje, además de que portaba algún tipo de ametralladora antigua y el tercero era un traje de luces, el de un matador de toros.




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