El Tercer Idiota

Capítulo 3.

Mía no quiere ir a casa.

8 de Noviembre de 2018.

Mía.

—Odio a todos—dije saliendo de la escuela a lado de mi mejor amiga.

—Solo porque no estén de acuerdo contigo no tienes que odiarlos.

La miré mal, ¿qué clase de amiga no se pone de lado de la mejor amiga?

Nuestros compañeros de clase querían organizar una fiesta para nuestra graduación, yo les dije que era pronto puesto que nos saldríamos del bachillerato en agosto del otro año, y que tal vez no todos lo lograrían. Todos me ignoraron y siguieron en lo suyo, solo que a cada idea que daban yo les daba los puntos malos de sus "brillantes" creaciones.

—Lia, si quiero odiarlos solo por respirar, entonces lo haré.

—Amargada.

Decidí ignorar el comentario y empezamos a caminar hacia la parada de los buses, por el camino logramos cambiar de tema.

—¿Qué harás el próximo fin de semana?—preguntó.

—Mi papá quiere llevarme a ver universidades.

—Deberían relajarse un poco, mañana es el último día de clases y todavía nos falta un semestre para terminar—me dijo despreocupada.

Ya quisiera yo poder hablar así de mi futuro, quisiera poder tomarme ese asunto más a la ligera pero no puedo, no porque quiera.

Mi papá está empeñado en ver que haga las cosas bien y creo que lo he logrado, he sacado buenas notas y no le causo problemas... bueno, no que él se entere.

Pero, lo que no puede ver no le hará daño. Por eso trato de tener todo lo respectivo a la escuela en orden, para que no se interese en lo que hago fuera del horario escolar.

Tampoco es que haga muchas cosas malas, solo salgo a divertirme; pero eso de salir a fiestas, bares o inclusive a citas no sería aprobatorio para él. Tengo la ventaja de que casi nunca está así que puedo salirme con la mía.

Solo que por eso me preocupa tanto ser aceptada en una universidad, sé que si no logro entrar a la primera oportunidad tal vez se llevaría la mayor decepción hasta ahora y eso que ya lo he decepcionado bastantes veces. También me cuidaría más y tendría ojos sobre mi espalda todo el tiempo, me sería imposible salir.

—Bien, me relajaré. Pero no creo que mi papá lo haga.

Mentira, llegando a casa comenzaré a buscar universidades hasta que quede satisfecha, es una fortuna que ya sepa que quiero. Así terminaré antes esa salida no deseada con él.

—¿Vas a casa?—me preguntó cuando nuestros caminos se separaban.

—Iré a la plaza, debo buscar un vestido para un evento de mi papá, ¿me acompañas?

—Esta vez paso—arrugó la nariz—. Quiero dormir antes de ir al bar.

Lia trabaja en un bar de jueves a sábado por las noches, es una ventaja ya que gracias a eso recibo tragos gratis.

—Aburrida.

—Mala amiga.

—Dramática.

—Insensible.

—Floja.

—Hija de Satanás.

—¿Siempre el mismo apodo? Te falta creatividad, cachorro herido.

Ella me sacó la lengua.

Tenemos una forma rara de llevarnos, a veces parecemos casi hermanas que meterían las manos al fuego por la otra, y a veces nos gusta meternos entre nosotras, un poco de burla mutua no hace daño. Ella siempre hace referencia a que soy insensible, mala o hija del demonio y yo a que ella es sensible, demasiado vulnerable y a veces, que parece un cachorro herido.

Aunque ambas sabemos que todo es al revés.

Ella es la más fuerte de las dos y yo, muchas veces soy el cachorro herido. Claro que para todos los demás nuestra apariencia logra demostrar lo contrario.

Ella se ve como la chica tierna que no causa problemas y yo muchas veces causo el efecto opuesto.

—Te veo mañana—dijo acomodando su mochila.

Yo asentí e hice mi camino. Me puse los auriculares con la música aleatoria, me gusta escuchar de todo, puedo ir escuchando desde grupos de rock pesado hasta canciones de disney. La única que sabe eso es Lia.

De hecho es la única que sabe todo de mí, tampoco tengo muchos amigos. Prácticamente sus primos, Iván, Jorge y ella son lo más cercano a un grupo de amigos.

Sabe todos mis secretos, a excepción de uno.

Solo que no se lo cuento porque siento que ya está "caducado", fue hace bastantes años y me avergüenza pensar en eso. Por esa razón nunca ha salido a la luz.

Cuando yo tenía catorce años Lia se mudó a casa de sus tíos y muchas veces fui a visitarla. Iba entrando en mi etapa de adolescencia y como típica chica que se siente atraída por el hermano de su mejor amiga pues... yo me sentí atraída por su primo mayor.

Era un gusto tonto y pasajero solo porque el era mayor y creía que todos los chicos de mi edad eran tontos, aunque aún lo creo.

No convivo mucho con él y en ese tiempo menos, apenas hablábamos así que solo me gustó físicamente, nunca llegué a conocerlo bien. Poco a poco superé ese gusto, de verdad. Ya lo podía ver como a una persona normal, nunca se me dio la oportunidad de convivir tanto con él, al menos hasta el fin de semana pasado.

Y confirmé que mi gusto por ese chico solo había sido algo superficial. Me sentí bien estando con él, pero solo eso, aunque me sentí bastante identificada con algunas cosas que me contó, como que le ocultaba cosas a su familia;  yo también lo hago con mis padres.

Algo que no le dije a Luis es que mi papá no tiene en un mal concepto a Lia solamente, es más bien a toda su familia. No sé porqué pero hace unos años se me prohibió acercarme a cualquiera de ellos con la excusa de que son una mala influencia.

No lo son, me aceptan y me involucran en su familia. Me hacen sentir que sí pertenezco a un lugar.

Entre tantos pensamientos llegué a la plaza y había poca gente así que buscar un vestido no fue difícil, además de que sabía bien que es lo que quería. Conseguí un vestido negro sencillo holgado de la cintura para abajo. Básico pero funcional.

Iba de salida y me quedé observando una vitrina con vinilos. Estaba distraida hasta que alguien llegó y me saludó.



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En el texto hay: amor juvenil, relacion

Editado: 06.04.2024

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