El Tercer Idiota

Capítulo 4.

Luis quiere llamarla.

13 de Noviembre de 2018.

Ya era de noche, de hecho estaba a punto de bajar a buscar algo para cenar cuando mi teléfono sonó desde mi escritorio. Dudé un poco en ir a ver ya que, a pesar de nuestra nada amable conversación, Claudia había estado llamándome de nuevo.

Decidí si tomar el teléfono para bloquear a Claudia de una vez, solo que me di cuenta de que tres llamadas no eran de ella, eran de Dylan así que me dispuse a llamarle antes de que empezara a hacer una especie de drama.

—Hasta que al fin contestas el teléfono—fue lo primero que dijo.

—Si yo fui el que te estuvo tratando de localizar desde la semana pasada.

Se dio cuenta de que tenía razón así que mejor dejó de reclamarme.

—Lo siento, he estado ocupado con la tesis—soltó una risa nerviosa, ¿para qué me buscabas?

Lo cierto es que tenemos suerte si llegamos a coincidir hacer una llamada en el tiempo libre del otro, o yo estoy ocupado con la universidad o él lo está. Aún así nos la arreglamos para llamadas cortas y concisas.

—Terminé con Claudia.

—¿Qué?

—Me engañó. En una fiesta, y solo le dije que no quería verla.

Era un poco liberador por fin poder hablar de esto con Dylan, pero no disminuía que aún me sentía mal por ello. Le conté bien que había pasado y había escuchado atentamente.

—¿Hablaste con ella?

—Sí... hace unos días. Pero no todo salió bien.

—¿Qué pasó?

—Pues empezó pidiéndome perdón, luego me gritó que era muy desconsiderado de mi parte que no pudiera pasar la página y luego me pidió que le diera otra oportunidad. Aunque la verdad los dos nos interrumpíamos constantemente.

—¿Y tú que hiciste?

—Le dije que no podía dársela, no ahora.

—¿Ahora? ¿A qué te refieres con ahora? Hace unos años te botó como si nada y ahora se le hizo muy fácil engañarte en un lugar donde también estabas.

Tuve que alejar un poco el teléfono ya que gritó un poquito.

—Sé bien eso, pero no es fácil, Dylan.

Además de que omití algunas partes, como el que me dijo que me amaba, que me prometió que nunca vería a alguien más como me veía a mí... eso fue antes de gritarme.

Dylan suspiró de frustración; sé que está pensando la manera de decirme las cosas sin herirme, aunque probablemente no encuentre como hacerlo y prefiera no ir más profundo en el tema.

—Está bien, tú sabes lo que haces. Cualquier decisión que tomes sea perdonarla o no, te apoyaré y te escucharé.

—Gracias. Necesitaba escuchar eso.

—¿Algo más que haya pasado en tu vida interesante?

Estaba a punto de soltar lo de Mía. Pero no se sentía correcto, quería guardarlo para mí, de alguna manera me gusta que ahora compartamos un secreto. Generalmente no le oculto nada a él, tal vez luego lo diga.

—No, solo eso.

—Bueno, ahora debo volver a mi aburrida vida de estudiante.

—Suerte con tu tesis.

—No necesito suerte, necesito que alguien la termine por mí.

—Mejor apúrate.

—Ya qué—colgó.

Iba a dejar el celular de lado pero este sonó y al mirarlo vi que era Claudia, mejor colgué y le mandé un mensaje pidiéndole que me diera más espacio, luego apagué el aparato.

Bajé hacia la cocina en busca de comida y mis dos hermanos estaban ahí sin hablar, solo mirando sus teléfonos.

—¿Y Lia?—pregunté, ella siempre está por aquí a estas horas preparando algo de cenar.

—Encerrada en su habitación con Mía—me contestó Jorge.

—Últimamente es a la única persona con la que soporta estar—Iván comentó dejando su teléfono.

—Si pudiera estaría sola, Mía se le pega como garrapata y lo agradezco—Jorge volvió a contestar.

—¿Está mejor?

Todos somos conscientes de su estado de ánimo, solo que unos días está bien y otros prefiere ignorar a medio mundo y poner su cara de seriedad fingiendo que no pasa nada. Su mejor amiga no se lo cree y decide invadir su privacidad, Mía y yo hablamos sobre eso la primera vez que coincidimos en mi habitación.

Ella está bastante preocupada porque Lia no quiere abrirse con nadie respecto al tema, no puede pasar la pagina pero prefiere pretender que si.

—Ha estado un poco decaída estos días, lo normal—Iván se encogió de hombros.

—Preocupa un poco, deberíamos ayudarla.

A pesar de que lo propuso Jorge, él no dejaba de lado su teléfono, su atención no estaba al cien por ciento en nosotros.

—¿Y qué quieres que hagamos?—Iván le contesto–. No es como que podamos mandarla a otra parte a ser más feliz.

—No la vamos a abandonar como un perro—Jorge miró a Iván—. No puede estar sola, idiota.

—¿Y qué? De todas maneras nadie podría entenderla, tal vez un clon de ella misma si fuera posible.

Iván siempre se la pasa soltando comentarios sarcásticos sobre todo. A veces fastidia un poco, sobre todo porque en ese aspecto es como nuestra madre.

—Pues tal vez no un clon, pero una copia...—comencé a decir.

—Abigail—Jorge entendió mi referencia.

Quien mejor para entenderla que su propia gemela.

Se supone que toda la familia irá a visitar a su hermana y padres para las fiestas decembrinas, pero aún falta tiempo para eso. Tampoco podemos hacer que Abigail venga.

—Sería fantástico hacer que vaya a ver a sus papás y a su hermana a Houston antes, pero somos pobres—Iván dijo y nosotros rodamos los ojos, no servía de nada su negatividad—. ¿Qué? No es como si se pudiera cambiar la fecha de vuelo. No creo que sea fácil hablar con la aerolínea.

—Podemos ver si podemos hacerlo.

—Mañana mismo iré al aeropuerto—dije, estaba decidido a que ella estuviera bien.

16 de Noviembre de 2018.

Resulta que cambiar la fecha de vuelo no fue tan complicado como esperaba.

A final de cuentas la negatividad de Iván nos ayudó a buscar una solución.



#11255 en Novela romántica
#2083 en Joven Adulto

En el texto hay: amor juvenil, relacion

Editado: 06.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.