El Tercer Idiota

Capítulo 5.

Luis no quiere soñar.

18 de Noviembre de 2018.

La cabeza me había dolido desde que desperté y de seguro era por meditar tanto las cosas. Una parte de mi quiere y desea seguir adelante, pero otra quiere aferrarse a la idea de no perder a Claudia.

Suena absurdo porque ella fue quién me perdió a mí pero he escuchado de muchas parejas que superan una infidelidad, solo que yo no sé si podría hacerlo. Al menos yo nunca pensé en estar con otra persona mientras estuve con Claudia, así se me hayan presentado oportunidades nunca consideré hacerlo, siempre la elegí a ella y por eso es que me cuesta tanto superar lo ocurrido.

Sin embargo quiero saber de ella y sobre todo saber si está bien, pero por otro lado no quiero toparme de nuevo con ella. Quiero salir adelante solo, pero siempre termino contradiciéndome.

Además de que mi mente siempre me juega mal ya que esta última semana he tenido pesadillas, y siempre eran con la misma persona.

Claudia había estado ausente pero se presentaba en mis sueños y no de la manera más bonita. Tan solo antier había revivido la escena de cuando me engañó, solo que esta vez ella no había notado que yo estaba y había seguido hasta el final. La noche anterior a esa soñé que nos casábamos y por alguna razón ese sueño me asustó más.

El de ayer no fue tan caótico, solo soñé que ella estaba conmigo, como si nada hubiera pasado, aunque creo que es el sueño que más odié porque me hizo añorar algo que ya no debería, fue una suma más a las ideas complejas que mi mente forma.

No quería seguir en casa sin hacer nada ya que era cuando los pensamientos intrusivos aparecían así que para despejarme un poco había decidido salir un rato, llamé a algunos amigos de la universidad que no se relacionaran con Claudia o Tomás y fuimos a beber algo. Aunque fue mala idea ya que me preguntaron por ella y tuve que decir que solo nos dimos un tiempo, nadie sabía lo que había pasado de verdad y así estaba bien.

Al poco tiempo me fastidié y comenzó a darme dolor de cabeza por la falta de sueño que las pesadillas me habían provocado, aunque ese dolor me dio la excusa perfecta para regresar a casa.

Me despedí de todos y salí del bar. No había bebido tanto así que el alcohol no tenía ningún efecto en mí, por eso decidí irme caminando a casa esperando que el trayecto me ayudara a despejar mi mente o al menos aliviara el dolor. Claramente eso no funcionó.

Una hora después iba entrando a la casa y mamá y papá estaban sentados en el comedor.

—¿A dónde fuiste?—mamá preguntó después de que la saludé.

—A casa de un amigo.

Me dirigí a la sala y me senté ahí esperando que no hiciera otra pregunta, aunque sé que no lo hará. Confía en mí porque nunca le he dado problemas.

No puedo decirle a mamá que fui a un bar, es un poco paranoica y cada vez que salga sospechará que salí a beber, así como siempre sospecha de mis hermanos. Y puede que sea verdad que cada vez que salgo hay alcohol implícito pero es mejor que crea que no.

Estaba a punto de irme a mi habitación cuando escuché como alguien bajaba de las escaleras con bastante prisa. Volteé a ver quien era y Lia y Mia ya estaban caminando hacía mamá con las manos en la espalda y una mirada inocente.

Algo traman, conozco bastante bien como son cuando quieren algo.

Lia se plantó frente a mi mamá con pose tierna y comenzó a hablar.

—¿Podríamos beber solo un poquito hoy?—comenzó a pestañearle rápidamente y mi mamá solo rodó los ojos.

—¿Mía no tiene que ir a casa?

—Oh no, Lia me invitó a quedarme—ella también le dio una sonrisa tierna a mamá sacando a relucir sus hoyuelos que pocas veces se pueden notar.

—Bien, pues pueden tener una pijamada tranquila sin alcohol.

—El alcohol ayuda para el desestres.

—Si quieren desestresarse entonces duerman.

—Solo será poquito—Lia insistió y por la mirada de mamá supe que había cedido.

—Solo porque están de vacaciones. Y solo un poco, además irán a dormir temprano.

—Sí, solo será poquito.

Las dos sonrieron triunfantes y luego me miraron, traté de pretender que no escuché su plática y me centré en mirar la tele porque ya sabía lo que venía, debí de irme a mi habitación en cuanto tuve oportunidad. Lia se acercó a mí y sentó a lado.

—Sabes que eres mi primo favorito, ¿verdad?

—¿Lo soy?

—Claro. Y como soy tu prima favorita... ¿Nos llevarías por un poquito de alcohol?

A estas horas lo único abierto es el minisuper. Lia no quisiera usar su motoneta porque tendrán que cargar cosas y soy el único que sabe manejar. además de papá.

—No lo sé...

—Por favor—Lia hizo un puchero y le dio un codazo a Mía para que lo hiciera también.

No creí que fuera a hacerlo pero Mía ahora también estaba haciendo pucheros tratando de convencerme, por lástima lo lograron.

—Pídele el auto a papá.

Lia fue hasta donde mi padre y aplicó la misma técnica, solo que él sin más le dio las llaves para que no lo fastidiaran. Yo me levanté y fuimos hasta su auto. Ambas se subieron al coche y conduje hasta el supermercado más cercano. Cuando llegamos las dos se bajaron y mientras yo miraba mi teléfono.

No había sabido nada de Claudia aún y una parte se sentía aliviada pero por otro lado la extrañaba. Me había tentado varias veces a llamarla pero últimamente eran menos recurrentes esos impulsos.

Habían pasado pocos minutos donde yo seguía mirando el teléfono con el contacto de Claudia abierto cuando Mía regresó al auto y se subió a la parte de atrás con los brazos repletos de papas y galletas.

—¿Y Lia?—pregunté.

—Pagando el alcohol.

A veces se me olvida que Mía es menor que Lía por algunos meses, por lo tanto ella es menor de edad todavía. Ella cumple años a principios de diciembre y lo sé porque yo cumplo años justo una semana después.



#11185 en Novela romántica
#2068 en Joven Adulto

En el texto hay: amor juvenil, relacion

Editado: 06.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.