El Tercer Idiota

Capítulo 14.

Mía quiere salir.

Mía.

18 de Diciembre de 2018.

Casi siempre tengo ideas muy buenas. Geniales, diría yo.

Pero hoy tuve una idea terrible y eso me llevó a que pasara las últimas dos horas de mi vida alisándome el cabello.

Y no solo eso, tuve que bañarme, maquillarme y vestir bonito solo para salir en una noche en la que pude quedarme mirando alguna película o simplemente durmiendo.

Pero es algo necesario, mi mente me está jugando sucio.

Quiero salir a un bar y encontrar a un chico con el cual entretenerme un rato, para ser más exactos.

Desde que se fue, no dejo de extrañar a Luis. Y me pesa admitirlo, pero lo más entretenido que he hecho ha sido hablar con él por mensajes. Tampoco he parado de pensar en la noche que estuvimos juntos y eso causa cosas raras en mí.

Pero por eso debo de conocer más chicos. Le debo de agradecer a Luis que despertó algo en mí y tal vez ahora pueda convivir más con otras personas o incluso pueda disfrutar ahora mi sexualidad.

Así que estoy segura de que si encuentro a un chico que me guste, me quitaré toda esta incomodidad que siento. Si paso tiempo con alguien más podré dejar de extrañar a Luis.

Estaba terminando de acomodar mi cabello cuando mi celular sonó sobre mi mesa de noche. Era una llamada justamente de él.

—¿Bueno?

—Hola, ¿qué haces?

Veamos, ¿tengo que mentirle o tengo que decirle la verdad?

Aunque no tendría por que darle explicaciones.

—Termino de arreglarme, ¿por qué?

—Bueno, estaba aburrido y no sabía si tu también. Entonces, ¿saldrás?

—Sí. Iré al bar donde trabaja Lia.

Es ridículo ir sabiendo que Lia no está, pero conozco a los que trabajan con ella así que si algo pasa puedo encontrar a alguien conocido.

—¿Sola?

—Sí... tengo ganas de salir.

—Está bien, solo cuídate.

—Lo haré.

Estaba a punto de rendirme y quedarme mejor hablando con él en vez de salir. Pero por esa misma razón ahora debo de buscar entretenerme en otra cosa.

—Entonces hablaremos mañana, diviértete. Y si necesitas algo, puedes llamarme.

—Gracias.

Colgué antes de que me arrepintiera.

Terminé de arreglarme, tomé mis cosas y salí por la ventana. Tomé un taxi hasta allá ya que no me apetecía caminar y minutos después llegué al lugar.

Fui directamente a la barra y me senté observando el lugar.

—Hoy no está Lia para que tengas tragos gratis—Alan, el bartender y jefe de Lia, se acercó.

—Hoy si pagaré.

—¿Vienes sola?

—Así es. Vine a buscar chicos.

Él solo se rió de mí y yo lo miré mal.

—¿Qué tiene?

—Nunca te he visto con un chico aquí. Solo vienes a emborracharte y listo.

—Bueno, hoy quiero hacer las cosas diferentes. Así que si tienes a alguien quien presentarme estaré agradecida.

—No será necesario. Algún chico al verte aquí sola se acercará.

—No tengo tanta suerte.

—Eres linda, sucederá.

Alan es atractivo. Es alto y tiene cabello negro, nunca he hablado con él tanto como esta noche y sí, tiene la misma edad que Luis.

¿Por qué no me pueden gustar chicos de mi edad? Ah sí, porque son idiotas. Ellos también pero un poquito menos.

—¿Es tu manera de obtener buenas propinas?

—Me atrapaste. ¿Qué te sirvo?

—Cerveza, por favor.

—Claro.

Él se fue y yo observé a mi al rededor buscando a alguien que me pudiera atraer.

(...)

Empiezo a creer que esta fue una mala idea.

He hablado con varios chicos en lo que va de la noche, calculo que he pasado dos horas y media aquí y parece que fue todo un día.

Distintos chicos se han acercado y todos terminan fastidiándome. Algunos han buscado acercarse más de la cuenta y he tenido que ser directa y correrlos de una manera no tan amable.

Tal vez por eso ahora nadie se me acerca y lo agradezco infinita mente.

Estaba harta, quería volver a casa y dormir.

Le hice señales a Alan para que me llevara la cuenta y un minuto después apareció.

—¿Qué tal?—Alan preguntó—. ¿Encontraste algo de tu interés?

—Meh. Al final no valió tanto la pena salir de mi cómoda cama.

—Salir de vez en cuando no hace daño.

—Yo creo que si.

Él se quedó pensando unos minutos así que yo dejé el dinero para pagar y luego volvió a hablar. 

—¿En qué vas a regresar?

—Pararé un taxi.

—Hmm, qué tal que compro unas cervezas y las tomamos en mi auto. Luego te llevo a casa.

Conozco a Alan, él nos ha llevado a Lia y a mi antes a nuestras casas así que no corro peligro con él.

—Suena genial.

—Bien, mi turno termina en diez minutos. En seguida traigo tu cambio.

—Deja que sea propina.

Él me sonrió y se alejó.

Unos minutos después volvió sin su delantal de su uniforme y salimos juntos del bar. Con una mano iba cargando un six pack de cervezas y con la otra me abrió la puerta de su coche.

Él se subió me dio una cerveza. También agarró una y comenzamos a platicar sobre cualquier cosa. Así pasamos varias horas, incluso el bar ya había cerrado y el estacionamiento estaba vacío.

Él solo había tomado una cerveza porque iba a manejar así que yo terminé tomando tres y empezaba a marearme un poco, no iba a tomar las otras o iba a vomitar.

Hay cosas de mí que no me gustan cuando bebo, una es quedarme dormida y la segunda es parlotear.

Hablo mucho con el alcohol y eso me ayuda a no dormirme a veces.

—¿Y por qué querías conocer chicos?

—Solamente quería olvidarme de alguien.

—¿Y qué tal?

—Sin ofender, pero recordé que tu especie me da un poquito de asco.

—Somos de la misma especie.

—De tu genero, entonces.

Él solo se rió de lo que decía, creo que él empezaba a notar que no estaba en mis cinco sentidos.



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En el texto hay: amor juvenil, relacion

Editado: 06.04.2024

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