El Tercer Idiota

Capítulo 18.

Luis no se va a conformar.

14 de Enero de 2019.

Odiaba depender de mi teléfono en estos últimos días.

Por suerte ahora estaba en la escuela y podía distraerme un poco más.

Estaba entrando a mi aula cuando mis compañeros me llamaron para que me sentara cerca de ellos.

Estaban hablando de lo que habían hecho en las vacaciones y yo me distraje cuando mi teléfono vibró en mi pantalón. Rápidamente lo saqué y solo era un mensaje de mi hermano menor preguntando si podía ayudarlo con su tarea más tarde.

Me había emocionado porque pensé que al fin sería un mensaje de Mía, pero no me ha escrito en días.

Desde que canceló vernos el otro día no me ha hablado. Yo lo hice al día siguiente y me ignoró, no abrió el mensaje y ayer por la noche le llamé y no contestó. No quise insistir más porque no quiero fastidiarla pero en cambio su silencio me fastidia más a mí. Aunque tampoco sé si le pasó algo o está pasando un mal momento y tampoco quiero preguntarle a Lia porque no quiero involucrarla.

—No te vimos mucho en vacaciones—Alberto, uno de mis compañeros, se dirigió a mí.

—Estuve un poco ocupado y salí de vacaciones con mi familia.

Es costumbre que durante vacaciones haya fiestas de todo tipo y que yo esté involucrado, pero este periodo fue diferente, preferí estar pasando el tiempo con cierta chica que me ignora ahora.

—Sí... nos enteramos que terminaste con Clau.

Todos saben que terminamos, pero casi nadie sabe el motivo.

—Así es.

—¿Y cómo están?—otro de mis compañeros preguntó—. ¿Solucionaron las cosas?

—No, estamos mejor así.

—Al menos parece que tú lo estás—Alberto señaló con la mirada hacia la puerta.

Todos la vimos entrar al salón para irse a sentar con una de sus amigas. Al principios no la reconocí, ya que se había teñido su cabello de negro y la ropa en tonos pastel que usualmente tenía ahora era suplantada por tonos más oscuros.

Casi como... no, son imaginaciones mías por querer buscar algo de Mía en todos lados.

—Vaya, creo que en verdad la arruinaste—dijo otro chico y yo solo lo miré mal.

Yo no hice eso, ella fue la que me engañó y afrontó las consecuencias de eso. Sigo creyendo que estamos mejor así, y si ella quiere cambiar de estilo o lo que sea, pues bien por ella. No soy responsable de eso ahora.

Por suerte ninguno dijo nada más. No quería que insinuaran cosas así y menos con el humor que tengo.

18 de Enero de 2019.

Me siento como un acosador.

No estoy conforme con que Mía me esté ignorando de la nada y en mi mente me pareció una buena idea venir a buscarla a su escuela aunque corriera con el riesgo de que Lia me viera.

Hoy había salido temprano así que vine aquí a esperar tener un poquito de suerte y verla, y sobre todo esperaba que ella quisiera hablar conmigo.

Me quedé esperando poco tiempo y algunos alumnos comenzaban a salir, no sé como pude reconocerla entre tanta gente, pero ella estaba con el gorro de su sudadera puesto y sosteniendo su teléfono sin prestar mucha atención a como caminaba.

Creo que sintió que alguien la miraba porque volteó a verme con el ceño fruncido y cuando me reconoció se quedó parada. Pensé que iba a darse la vuelta e irse pero en vez de eso se acercó hasta donde yo estaba.

—Hola—le dije cuando estaba cerca.

—Hola, ¿vienes a buscar a Lia?

—No.

—¿Entonces que haces aquí?

—Vine a verte.

—¿Para qué?—ella pareció confundida.

—No quiero sonar intenso, pero no contestas mis mensajes y tampoco has venido a la casa. Y eso me tiene preocupado. ¿Pasa algo?

—No... es solo que...

No supo que decir, eso significaba que pasaba algo.

—Mía, si pasa algo, dímelo.

Ella suspiró y se quitó la capucha de la cabeza, ahora parecía estar pensando mucho en que decir.

—No podemos hablar aquí o alguien nos puede ver.

—¿Alguien?

¿Tendrá a  alguien que le guste que no quiere que la vean conmigo? Aunque la semana pasada no había mucho problema en que nos encontráramos aquí.

—Tu prima o tu hermano.

—¿Y?

—¿Solo podemos hablar en otro lado?

—Vale.

Ya es un gran logro que quisiera hablar conmigo así que acepté.

—¿Podemos ir a tu casa?

Lo entiendo porque queda cerca, pero no entiendo por la parte en que no quiere que mi familia nos vea juntos, aunque nunca nos han atrapado.

—Sí.

Fuimos caminando y en menos de diez minutos estábamos subiendo por mi ventana.

Lo raro fue que esta vez fuimos en total silencio. Mía tenía algo y solo iba mirando al piso todo el camino.

Ya cuando estuvimos en mi habitación tampoco se puso a hablar. Solo dejó su mochila en mi cama y se quedó parada.

—¿Estás bien?—le pregunté.

—Sí.

—¿Qué pasa?

Ella soltó un suspiro y empezó a hablar sin mirarme.

—Creo que estamos llevando las cosas muy rápido, Luis.

¿En algún momento la habré presionado? No siento que estemos llevando esto rápido, aunque ni siquiera sé que es. Pero si ella lo siente así debe de ser por algo.

—¿Fue por vernos tan seguido? ¿Quieres que no nos veamos tanto?

—Quiero retroceder un poco.

—Podemos empezar a salir menos.

—Es que... creo que no quiero salir contigo.

No creí que me doliera tanto escuchar eso.

Cuando comencé a estar con Mía me imaginaba que esto fuera una posibilidad y ella no quisiera nada más que alguien con quien pasar el tiempo. Pero no me imaginé que doliera tanto.

—¿Por qué?

—Es solo que, creo que es mejor para los dos que solo seamos amigos.

Nunca fuimos muy amigos y si fue así, solo lo fuimos un corto tiempo antes de que la besara y todo cambiara.

—Esa no es la verdadera razón.



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En el texto hay: amor juvenil, relacion

Editado: 15.10.2024

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