El Tercer Idiota

Capítulo 22.

15 de Abril de 2019.

Era la primera vez que veía a Iván y Jorge esforzándose por limpiar la casa.

¿Yo? Me gustaría decir que yo estaba observándolos limpiar pero yo también estaba acomodando todo porque también quería que todo estuviera bien para la fiesta de Mía.

Íbamos a celebrar aquí su cumpleaños y por eso estábamos dejando todo bien para los invitados. Claro que Mía y Lia aún no aparecían después de que tuvieron una pijamada pero era mejor que no notaran el esfuerzo extra.

Habíamos terminado y ellos ahí habían ido a comprar alcohol mientras yo estaba escuchando todas las instrucciones de mamá.

—...saquen la basura antes de dormir. Si alguien vomita, hagan limpie su vomito. Que nadie se quede a dormir después de la 1 de la mañana. Nadie haga peleas ni concursos tontos y...

—Mamá, ya entendí, será una fiesta normal.

Ella me miró feo, creo que no confiaba en mi palabra y con justa razón.

—A ver, Luis. Te lo diré a ti porque eres el más responsable. Solo los dejamos hacer esta pequeña "reunión de amigos" porque confiamos en ustedes. Así que queremos todo en orden mañana por la mañana y sin quejas de los vecinos.

Yo quería rodar los ojos y terminar la conversación pero entendía su preocupación y porque me decía todo esto a mí. Mamá creía que era el más responsable y el que estaba menos involucrado en fiestas, pero ella no sabía que mi especialidad en al menos dos años de universidad fue poner el ambiente en las fiestas.

Y también mis hermanos han hecho bastantes fiestas cuando ellos salen y solo una vez se dieron cuenta.

Pero Lia e Iván hicieron un esfuerzo monumental en convencer a mis papás de hacer una pequeña fiesta, no será pequeña pero ellos no tienen que saberlo. Ellos accedieron e irán a pasar la noche en algún pueblo cerca y eso es mucha confianza.

Los dos desviamos la atención cuando Lia iba abriendo la puerta de la casa. Aún tenía puesta su pijama, su cabello estaba desordenado y tropezó con la puerta.

Atrás de ella estaba Mía, también con pijama, abrazando al pulpo que le había regalado y con una coleta alta. Ella tropezó con Lia.

Al ver el peluche se me salió una pequeña sonrisa, pero tenía miedo de que lo trajera para dejarlo aquí, aunque al ver que lo tenía bien agarrado con su brazo entonces supuse que eso no pasaría.

Las dos se acercaron a donde estábamos, Lia tambaleándose y Mía con la cabeza mirando al piso.

Lia fue inmediatamente por agua y Mía solo estaba parada sin saber bien que hacer.

—¿Están crudas, niñas?

Lia seguía tomando agua y Mía miró a mamá y luego me miró a mí. No, definitivamente no tenían resaca, Mía tenía los ojos brillantes y un poco entrecerrados, Lia estaba tomando agua para no tener que hablar y enredar sus palabras pero tenían que darle una respuesta a mamá.

—No—dijo Lia, finalmente—. Seguimos borrachas.

—No sé porque no me sorprende.

Mamá asume que Lia toma mucho por trabajar en un bar, aunque es rara la vez que estas dos se dedican a embriagarse aunque sí, solas podrían acabar con universitarios ebrios.

Las he visto tomar más de lo que yo aguantaría normalmente y estar casi como si nada. Así que debieron acabarse una licorería para seguir así.

—Upsis—dijo Lia riendo un poco.

—Vayan a tomar un baño y a dormir. Antes de que nos vayamos les haré de comer.

—Yo creo que primero quiero dormir—Mía balbuceó.

Estaba apenada con mamá de seguro ya que había regresado su mirada al piso.

—Entonces yo me bañaré—dijo Lia.

—Vayan.

Lia subio las escaleras tambaleándose y Mía la siguió.

—Más te vale cuidar y vigilar a las dos borrachas de arriba.

—Siempre, mamá.

(...)

Iván estaba muy entretenido en su teléfono mandando invitaciones para venir a la casa a todas las chicas que conocía.

—Si sabes que será una fiesta pequeña, ¿verdad?

—Claro.

—Acabo de ver como reenviaste el mismo mensaje a veinticuatro chicas.

—¿Y?

—Esas chicas no vienen solas, Iván. Traen a sus amigas y sus amigas traen amigos y de repente se convierten en cien personas.

—Para ser alguien que no sale, parece que sabes mucho de fiestas.

—Es sentido común.

—Meh, entre más gente mejor. Sobre todo si son chicas.

—Más gente es peor.

—Además, así puedes conocer a alguien y al fin tener una novia—parece que ignoró todo lo que dije.

—Yo no necesito novia.

Tal vez debía de estar soltero por un buen tiempo. Nadie sabía que acababa de salir de una relación de varios años y no implicarme en una sería lo mejor.

—Ajá.

—Pero hablo en serio, ya no invites más personas.

—Tú no me mandas.

—Soy mayor que tu, yo mando.

—Uy, que miedo.

El respeto nunca ha existido en esta casa. Y yo no soy muy amenazante ante mis hermanos menores.

Iba a seguir peleando pero mamá apareció.

—Ya casi nos vamos. Iván, ¿puedes despertar a las chicas?

—¿Para qué?—dijo sin despegar la vista de su teléfono.

—Tienen que comer algo o terminarán peor a como llegaron.

—¿Cómo llegaron?

Él no presenció lo de la mañana y rara vez se entera de que es lo que pasa en la casa así que es normal que esté todo perdido.

—Olvídalo—mamá le dijo—. Iré yo.

—Puedo ir yo.

—No—iba a levantarse—. Yo voy.

Me levanté antes de que él lo hiciera. Fue por puro impulso, aunque pareció raro.

Subí las escaleras y llamé a la puerta de Lia. Nadie contestó así que solo pasé. Vi a Mía abrazando a su pulpo mientras dormía, Lia le estaba quitando toda la cobija y estaban bastante dormidas.

Me acerqué a Lia pero ella no reaccionaba por más ruido que hiciera por la habitación.

—Lia—le hablé y ella solo se quejó.

Le moví le hombro y me dio un manotazo aún dormida.



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En el texto hay: amor juvenil, relacion

Editado: 24.08.2024

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