El Tercer Idiota

Capítulo 23.

Luis quiere ser curioso.

 

16 de Abril de 2019.


 

Había un sonido constante y molesto que había interrumpido mi sueño. Pero estaba muy cómodo en mi cama, sobre todo porque Mía en lugar de abrazar a su almohada me estaba abrazando a mí.

Creo que el trabajo de superarla no había sido muy fácil.

Odio y al mismo tiempo quiero mucho a mi yo alcoholizado. Me había traído hasta aquí y estaba tan cómodo.

Pero el tonto sonido seguía presente.

La alarma de mi teléfono comenzó a sonar, lo cual era raro porque yo no había puesto ninguna pero tal vez había olvidado desactivar las de fin de semana.

Seguía un poco dormido así que como pude me zafé de Mía y busque el teléfono entre la ropa tirada. Con apenas un ojo abierto encontré el teléfono y desactivé la alarma, me llamó la atención que tenía algunos mensajes de un número desconocido.

No entendía muy bien lo que decían así que desbloqueé el teléfono, lo cual fue raro porque no me pidió mi contraseña, y entré a la conversación.

El primer mensaje que fue a las once de la noche decía:

"Se conocieron desde muy pequeños. La persona que él considera como su hermana es también lo más cercano que tienes a una hermana. Considera que si tuvieran algo sería como incesto porque él te podría ver como su hermana"

No entendía que quería decir eso, supuse que alguien se había equivocado. Pero luego leí el otro mensaje que fue a las dos de la madrugada:

"Solo piensa en que si estuvieras con él y terminarán, no habría nadie que te hiciera fiestas así, porque tendría que estar él y sería incómodo"

Seguía sin entender, pero me sorprendió ver que había más mensajes en la conversación. Tal vez no debí de tomar el teléfono cuando apenas iba despertando, porque muy tarde me di cuenta de que este no era mi teléfono. Era el de Mía.

La curiosidad pudo más conmigo y llegue al inicio de los mensajes que tenía poco más de un mes que había llegado. Fue pocos días después de cuando Mía me comenzó a evitar.

Volteé a verla y ella seguía dormida, no sabía si despertarla o hacer como si nada hubiera pasado.

Decidí que lo mejor era ponerme unos pantalones de pijama e ir al baño para despejarme y pensar en que hacer. Me quedé encerrado ahí como diez minutos hasta que escuché como alguien caminaba por el pasillo a pesar de ser temprano.

—Jorge—era Lia—, ¿viste a Mía?

—No, ¿no estuvo contigo?

—No, dormí sola y creí que la vería tirada en el sofá o algo.

Decidí salir del baño cuando no escuche nada esperando que Lia no decidiera ir a buscarla a mi habitación. Volví ahí sin saber que hacer, cuando entré Mía estaba hablando por teléfono.

—No, volví a casa y se me olvidó avisarte—supongo que hablaba con Lia. Al otro lado de la linea dijeron algo más y ella negó con la cabeza—. Me aburrí, por eso me fui.

Ella seguía algo dormida y solo escuchaba lo que alguien más le decía.

—Vale, nos vemos al rato.

Mía notó que yo estaba en la habitación y me sonrió débilmente.

—¿Qué haces despierta?—pregunté.

—Era Lia, me estaba buscando, le dije que estaba en casa.

—Ah ya.

Ella desvió la atención a su celular un momento e inmediatamente su ceño se frunció. Tal vez leyó los mensajes que yo leí.

—¿Qué pasa?

—Tal vez estaba tan borracha que no noté que había leído unos mensajes—comenzó a decir confundida—. Al menos que alguien los haya abierto por mí.

Me había atrapado, y sin prácticamente yo hacer o decir nada.

No había pensado en que ella pudiera darse cuenta de lo que yo había hecho y soy malísimo mintiendo así que me puse nervioso.

—¿Cómo podría pasar eso?

—Por que la aplicación de mensajes estaba abierta—me miró entrecerrando los ojos.

Yo no pude mirarla y estaba pensando que decir.

—Fallas en el sistema.

—Luis—ella se levantó de la cama con mi playera puesta.

No sabía si estaba enojada o algo, solo me miraba interrogativamente y se plantó frente a mí con los brazos cruzados.

—Mande.

—¿Leíste los mensajes?

Mentir es malo. Muy malo, no me gusta hacerlo y por eso soy malo cuando lo hago.

—¿Cuales mensajes?

Pero evadir las preguntas no es tan malo.

—No te hagas. No sabes mentir.

¿Por qué tiene que saber eso de mí?

—Está bien, sí.

—¿Por qué revisas mis cosas?—ella frunció el ceño.

—No fue así. Estaba sonando tu alarma, pensé que era la mía y la apagué. Había un mensaje y lo abrí y me confundí, luego entendí que no era mi teléfono y debo de admitir que lo demás si lo leí por mera curiosidad.

—Hubieras parado cuando te diste cuenta.

Ella tenía razón y por eso estaba enojada y recogiendo sus cosas para irse.

Aunque gracias a mi curiosidad pude descubrir algo de lo que seguramente ella nunca me habría hablado.

—Mía, bien sabes que ella no tiene razón.

Ella volteó a verme y creí que me iba a ignorar pero volvió a dejar su ropa en el piso.

—¿Cómo de que no?

—Sus mensajes son tontos.

—No mucho.

—¿En serio crees que sería incesto lo nuestro?

Esa fue la mayor tontería de todo, ni siquiera teníamos familiares en común por más amiga de Lia que sea. Y yo nunca la había visto como una prima o hermana, para mí siempre había sido la amiga de Lia hasta hace unos meses atrás.

—Bueno, unos son tontos pero otros no.

—¿Como cuales?

—Como en el que dijo que acabas de salir de una relación y me buscabas porque no sabías estar solo.

—Eso no es cierto. ¿Y acaso hay una ley que diga que tengo que esperar cierto tiempo para conocer a alguien después de terminar una relación?



#13658 en Novela romántica
#2599 en Joven Adulto

En el texto hay: amor juvenil, relacion

Editado: 24.08.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.