El Tercer Idiota

Capítulo 25.

29 de Abril de 2019.

Mía.

Mi plan del día de hoy era muy simple.

Ir al trabajo de Luis para disculparme por mi mala actitud y esperar a que todo saliera bien.

Solo que era muy difícil hacerlo.

Caminé sin pensar mucho hacía la cafetería donde el trabajaba y al entrar solo pude ver a su compañera en la barra. Me acerqué y al parecer ella me reconoció porque me dio una pequeña sonrisa que yo traté de devolver pero interactuar con extraños no funciona mucho para mí.

Me acerqué tratando de no parecer tan nerviosa.

—Hola, ¿está Luis?

—Hola... no, él cambió su descanso a hoy.

Genial, ahora me sentía como una tonta.

—Oh, bueno, gracias.

—¿Necesitas algo más?

Ya que estaba aquí al menos podía fingir que no solo venía por él.

—Ah sí, me das un late, por favor.

Ella asintió y fue a hacer la bebida.

Ahora que Luis no estaba necesitaba idear una manera de acercarme que no se viera tan desesperada. Y tampoco quería tardarme tanto porque no quería que el pensara que no me importa.

La chica regresó con mi bebida y le pagué.

—¿Luis y tú son novios?—preguntó mientras esperaba mi cambio.

—¿Por qué preguntas?—soné mucho a la defensiva y sí, tal vez era mi intención pero me arrepentí así que traté de sonreír.

—Es solo que vienes mucho a hacerle compañía y él nunca ha dicho nada así que no sé.

—Pues...

—Porque si no—dijo cuando no supe que contestar—. Creo que sería una persona muy interesante con la que salir.

No sabía que decirle, ella me dio mi cambio y esperaba una respuesta.

—Es mi novio—contesté muy segura—. Sí, somos novios.

La palabra sonaba rara en mi boca, pero agradable de cierto modo. No me imaginaba que yo me sintiera cómoda diciendo que tengo novio, y no lo era, pero al mismo tiempo me gustaba hacerle saber que podría ser así.

—Hacen muy linda pareja—me sonrió sin una pizca de falsedad.

Ahora supe que fui emboscada y que tal vez esto llegue a los oídos de Luis.

—Gracias—me di la vuelta nerviosa y salí del lugar.

2 de Mayo de 2019.

Bien, a este punto de la semana, Luis ya debería de haberse enterado que fui a buscarlo, también que dije que somos novios pero omitiré esa parte y fingiré que nunca existió. Y como él no me ha escrito o ido a ver, eso significa que debe de estar muy enojado conmigo.  Pero no puedo dejar las cosas así.

Estaba frente a la antigua casa de Lia. Hace unos días me había dicho que ella, su hermana y sus primos querían mudarse y que sus papás habían aceptado, solo faltaban sus tíos pero que por mientras iban a empezar a ver qué modificaciones tenían que hacer.

Claro que todo el trabajo se lo habían dejado a Luis porque él era el que iba a terminar la carrera de arquitectura entonces Lia me lo contó y después de investigar un poquito supe que estaría aquí hoy completamente solo.

Y conociéndolo un poquito bien sé que aunque se haya ofrecido a hacerlo también estará un poco cansado de lidiar con todo eso solo, así que pensé que un poco de ayuda de alguien que no sabe nada sobre el tema pero que tiene ganas de enmendar sus errores sería lo mejor.

Así que reuní todo el valor que necesitaba y llamé a la puerta.

Traté de ocultar mis nervios manteniendo mi concentración en no tirar la comida que traía para los dos. Algo así como una oferta de paz.

Él apareció unos segundos después con la mirada confundida al verme ahí.

—Hola—fue lo único que se me ocurrió decir.

—Hola, Mía. ¿Qué haces aquí?

—Lia me dijo que estabas trabajando aquí y pensé en venir a ayudar. Igual traje comida. 

—Ah, bueno.

Se hizo a un lado dejándome pasar y dejé las bolsas de comida a un lado en una silla que no tenía nada.

Entre a lo que parecía un comedor y tenía unos planos sobre una mesa plegable y varias cosas más que la verdad no puse mucha atención.

—No estoy haciendo gran cosa, solo anotando medidas y revisando los viejos muebles.

—¿A que te ayudo?

—Mmm... ¿puedes medir las habitaciones vacías?—me dio un flexómetro.

—Claro.

—Gracias—me sonrió sin mucho ánimo y se fue a otro lado.

Era algo que no entendía, ¿cómo no podía tratarme mal después de lo complicada que puedo ser? Sí, se enoja como todo el mundo, pero nunca me lo ha demostrado. Incluso ahora estresado y todo no me trata mal y no es por romantizar esas acciones, pero es raro ver a alguien que es lo contrario a lo que estoy acostumbrada.

Yo comencé a hacer lo que me pidió al menos por una hora. Luego llegue última habitación del segundo piso. Me gustaba mucho porque tenía la ventana más grande.

Anoté lo que media, su altura y el tamaño de la puerta. Todo lo apunté en mi teléfono y estaba tan distraída que no noté cuando Luis se recargó en el marco de donde debería de ir la puerta.

—¿A que no adivinas de quién será esta habitación?—dijo entrando.

—¿Tuya?

—Me gustan las ventanas, creo que igual a ti.

—Bastante.

Nos quedamos en silencio mirando al lugar vacío, supe que era el momento para decir lo que había planeado desde hace días.

—Lo siento, no quería ser mala el otro día.

Él volteó a verme sin ninguna expresión.

—Entonces porque siempre lo eres conmigo.

No fue una pregunta. Más bien lo afirmó y yo me sentí mal porque no mentía.

Pero había venido con la intención de contarle porque había actuado así y no podía callarme como siempre.

—Claudia me saboteó en la mañana de mi examen.

>>No tengo como comprobarlo, pero ponchó las llantas de mi papá y me la encontré casualmente en la calle, ella me ofreció raite y yo por desesperada acepte, me hizo llegar una hora tarde , me dejaron pasar pero no me recuperaron el tiempo, así que hubo una parte donde tuve que contestar al azar.



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En el texto hay: amor juvenil, relacion

Editado: 24.08.2024

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