El Tercer Idiota

Capítulo 26.

Mía quiere cambiar.

10 de Mayo  de 2019.

Estaba nervioso caminando de un lado a otro por mi habitación, Lia estaba con Mía esperando los resultados de sus exámenes y yo quería estar ahí, pero ella me dijo que iba a hacerlo con Lia en privado en caso de que se llevara una decepción.

No sabía a que hora se los darían pero esperaba tener noticias pronto.

Traté de concentrarme mientras limpiaba un poco mi habitación hasta que escuché la puerta de la entrada de la casa y fui a ver quien era. Tenía razón en pensar que era Lia así que fui con ella.

Traté de disimular mi curiosidad e intenté iniciar una conversación tranquila.

—¿Qué tal todo?

—¿Qué tal todo de qué?

Uy no, Lia estaba de malas. No sería fácil obtener información.

—No sé, ¿cómo va tu día? ¿Recibiste buenas noticias hoy?

Adiós discreción, si le doy vueltas al asunto solo voy a hacer enojar a Lia y no me dirá nada.

—Ah, eso.

—¿Entonces?

—Yo si entré, pero dudo que quieras saber de mí nada más.

También estaba preocupado por Lia, pero ella le daba igual si quedaba en la universidad o no, y ella no tuvo el inconveniente de Mía, tampoco le contó nada porque no quería preocuparla. Pero sí, me alegraba por Lia.

—Claro que quería saber de ti, muchas felicidades, por cierto.

—Ahora quieres que te diga de Mia, ¿verdad?

—Sería bueno saberlo, ya que es tu amiga y todo eso.

—Claro.

—¿Entonces? ¿Es algo malo?

—Se podría decir, pero, ¿por qué no se lo preguntas tú?

Eso no me da ninguna respuesta pero si una idea de lo que pudo pasar.

—Pff, ¿cuándo yo haría eso?

—Yo que sé, supongo que ustedes son los que se ven a escondidas.

—No...

—Mira, no tengo pruebas, pero tampoco muchas dudas. Aunque estoy bien así, sin saber.

—Está bien.

—Pero, últimamente veo a Mía más feliz y con menos odio en sus ojos. Entonces por eso no me entrometo.

Me alegraba escuchar eso, y aunque suena grosero, sí, es mejor que Lia o alguien más no se entrometa, al menos por ahora.

—Bien, esto nunca paso, pero en serio felicidades, Lia.

—Gracias—me sonrió y se fue a su habitación.

Yo también regresé a mi cuarto y estaba eligiendo entre llamar o no a Mía. Por un lado no quería molestarla si quería estar sola, pero por el otro quería brindarle mi apoyo.

Decidí esperar un poco más y darle su espacio así que iba a comenzar a distraerme en algo más cuando mi ventana se abrió y Mía iba pasando por ahí.

Tenía una de sus muchas sudaderas negras puesta pero no me fije mucho en eso porqué tenía los ojos llorosos y la cara roja.

—No es lo que piensas, son alergias—me detuvo antes de que me acercara más.

—Bueno.

Ella pasó a sentarse a lado de mí en mi cama y soltó un largo suspiro.

—Supongo que ya te enteraste por Lia.

—Algo me comentó, ¿cómo estas?

—Frustrada, enojada, decepcionada y un poco feliz. Todo al mismo tiempo.

>>Feliz porque sé que no tuve el tiempo necesario y aún así quede en la lista de espera. En la tonta lista de espera donde quiero que no me de falsas esperanzas o me enojaré bastante y estoy enojada porque todo mi esfuerzo no fue suficiente y un "casi" me hace sentir muy idiota.

No debería de sentirme contento en un molento así, pero es que Mía se está abriendo conmigo. Aunque igual no sé si tenga las palabras correctas para esta situación.

Pero tengo que dejar esto de lado y enfocarme en los sentimientos de ella.

—No eres idiota por no pasar un examen, Mía. Ambos sabemos de lo que eres capaz. Además, conozco a muchos compañeros de clase que estaban en lista de espera y dicen que no fue un proceso tan malo. Mismos compañeros que están a punto de graduarse conmigo.

—Gracias.

—¿Por qué? Siento que no hice nada.

—Por no decir lo mismo que cualquiera.

—¿Y eso que es?

—Que di lo mejor de mí o que las cosas pasaron así por algo. Es lindo escucharlo, pero nada reconfortante como la realidad que me acabas de dar.

Sus ojos se comenzaron a poner llorosos y quise abrazarla, pero no sabía si es lo que necesitaba en este momento.

Pero sorprendentemente ella fue la que llegó a abrazarme y yo no me negué. Creo que necesitaba consuelo y era la primera vez que me lo pedía abiertamente. Sabía que estaba llorando un poco, pero solo acaricié su cabello porque ella necesitaba soltar todo lo que cargaba.

—No sé que haré si no paso esa lista.

—¿Hiciste examen para otras universidades, no?

—Sï, pero no me gustan.

—Bien, entonces vamos a enfocarnos en que te llamaran. Y si no, todavía puedes intentarlo muchas veces más.

—Lo sé, solo no sé como le dire a papá.

—El puede en tender, ¿no es así?

Sé muy poco del papá de Mía, pero basándome en la experiencia con mis padres, sé que pueden ser duros y estrictos, aunque deberían de entender que hay cosas que nos cuestan superar un poco más que otras y no esta mal intentarlo hasta lograrlo, o ya no querer intentar también es válido.

—Ojalá, tiene aun mas la ilusión de que estudiara esa carrera en esa universidad que yo.

—¿Por qué?

—Mi papá estudió ahí y dice que es la mejor universidad y yo lo confirmé al compararla con otras. Y de estudiar arquitectura siento que es algo más sentimental.

>>Mamá era arquitecta, le encantaba su trabajo. Y a mi papá le gustaba verla feliz con su trabajo. Desde que yo era niña me dejaba ver sus planos y maquetas, pero lo que más me gustaba era cuando me enseñaba fotos de las obras en las que era residente.

—Eso es muy lindo.

Mía sonrió, ya había dejado de llorar pero no había querido apartarse de mí.

—Para uno de mis cumpleaños, mamá me regaló un casco y chaleco, y desde ese momento me gustó mucho usarlos, a ella le hizo mucha ilusión que me gustara su vocación y por eso quise estudiar arquitectura.



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En el texto hay: amor juvenil, relacion

Editado: 15.10.2024

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