El Tercer Idiota

Capítulo 28.

Mía tiene miedo.

Mía.

21 de Junio de 2019.

Estaba maquillando mis ojos y Lia estaba esperándome en su cama, tal vez un poco desesperada por hacerla esperar. Pero tiene que perdonarme porque yo la he esperado siempre cuando se arregla y solo estoy haciendo esto una vez.

Era hoy nuestra fiesta de graduación y me estaba esforzando un poco más en verme linda porque, uno: no me arreglo muy seguido y dos: obviamente quiero recibir halagos de alguien, solo una persona. No quiero a nadie más diciendo algo que ya sé.

No admitiré eso en voz alta. Pero mi actitud femenina interior deseaba impresionarlo. Aunque sé que lo lograría aún si estuviera en pijama, o sin playera, porque aparentemente alguien no deja de siempre apartar la vista de mis pechos.

Me sentía bien y cómoda con mi vestido azul marino y mi cabello lacio, me había maquillado y aunque no había tardado mucho, Lia ya me estaba apresurando.

—Estás tardando más de lo normal—dijo desde su cama.

—Desesperada.

—Tú eres la que siempre me anda apurando.

—No sigas mi ejemplo. Además todavía tenemos que esperar a Iván y sigue peinándose.

—Aghhh—se quejó pero siguió jugando en su teléfono.

Continué en lo mío y cinco minutos más tarde junté mis cosas en una mochila para llevármela ya que hoy no me quedaría aquí. Le había dicho a papá que me arreglaría con varias compañeras de mi salón y que la mamá de una de ellas me llevaría a casa, me había creído.

—Ya terminé, amargada.

De mala gana se levantó de su cama, se acomodó su vestido y juntas salimos de su habitación. Bajamos a la sala donde Luis estaba distraídamente en su teléfono, pero al escuchar nuestros pasos su mirada se dirigió a mí. No sé como Lia no notó —o pretendía no hacerlo— como su primo me recorría con la mirada de pies a cabeza.

Me sentía intimidada por cómo seguía todos mis movimientos y luego regresó a su teléfono.

Me distraje un poco cuando el mío vibró en mi bolsa así que lo saqué y comenzaron a llegarme varios mensajes de él.

Luis: Es difícil disimular, pero quiero decirte que te ves asombrosa.

Y si no te lo decía ahora iba a asfixiarme.

En serio te ves preciosa.

Extrañé verte.

Sentí como el color rojo subía a mi cara y solo le pude sonreír porque no se me ocurrió nada ingenioso para contestarle.

Era la primera vez que lo veía en una semana porque mi padre ha estado todo el tiempo en nuestra casa así que no he podido salir con una buena excusa y tampoco quiero mentirle tanto, ya me siento culpable por la mentira d ehoy. Tenía miedo porque sentía que Luis iba a hartarse de esa situación, pero creo que él hizo que me empiecen a gustar las llamadas telefónicas.

No me pesa admitir que lo he extrañado y he trabajado mucho en mí misma para demostrárselo. Solo que aún me cuesta decirle las cosas directamente, pero ya no entro en pánico como antes y acepto los sentimientos que me provoca.

Un último mensaje me llegó al mismo tiempo que Iván iba llegando.

Luis: Vale la pena completamente ser su chofer solo para verte en vestido.

—¿Ya nos podemos ir?—dijo Lia fastidiada.

—Pido enfrente—me apresure a la puerta y solo escuché la risa de Luis.

El camino se basó en Luis e Iván peleando sobre la música del auto, en un momento me harté y apague la radio y todo quedo en silencio. Ya me empezaba a aburrir y ni siquiera habíamos llegado.

Después de unos minutos Luis se estacionó frente a la escuela y los tres salimos del auto despidiéndonos de él. Pero eso no bastaba para mí.

—Adelántense, olvide mi bolsa en el auto.

Lia e Iván asintieron distraídamente ya que ella buscaba a su novio y él probablemente a cualquier chica bonita.

Volví al auto de Luis y abrí la puerta, él me miró confundido y me incliné hacia su asiento. Le di un corto beso en la boca y luego tomé mi bolso.

—Espérame treinta minutos en el estacionamiento de atrás.

—¿Tanto?—se quejó y yo rodé los ojos.

—Está bien, veinte.

—Bien. Te hubiera esperado más pero ya que insistes.

—Estás haciendo que me arrepienta.

—Jamás podrías.

Decidí no seguir perdiendo el tiempo así que me alejé del carro y entré a la tonta fiesta.

Alcancé a Lia y estuvimos juntas hasta que encontró a su novio así que yo pensé que ya había pasado mucho tiempo aquí, me escabullí por la puerta trasera y fue un alivio ya no estar rodeada de gente.

Iba saliendo de la escuela y pude ver a Luis buscando a alguien, muy probablemente a mí. Me acerqué a él y cuando me distinguió me sonrió.

—Fueron los veinte minutos más largos de mi vida—le dije.

—Puedo decir lo mismo.

Comenzamos a caminar al rededor de la escuela. No había nadie ya que todos estaban adentro, nos alejamos un poco de todo el ruido y encontramos un lugar con pasto que se veía bastante cómodo la verdad. Decidimos sentarnos mientras hablábamos de cualquier cosa.

—Me siento mal por sacarte de tu graduación.

—Yo salí solita.

—Lo sé, pero deberías de socializar y hacer amigos y esas cosas que pasan en las graduaciones.

—Ya tengo muchos amigos. Y tampoco es como que me caigan muy bien las personas.

—¿En serio muchos amigos?

—Claro, Lia... Iván, Jorge. Mmm, y sí, ya son muchos.

No tengo quejas, con esos amigos me basta.

—Ahora me siento ofendido por no estar en tu selecta lista de amigos.

—Tal vez porque me dijiste que no te dijera amigo.

—Tú fuiste la que dijo que no te llamara amiga.

—Es que no soy tu amiga.

—Entonces... ¿qué eres de mí?—preguntó con miedo.

Yo también tenía miedo, pero me prometí a mí misma que iba a ser valiente y había esperado inconscientemente que este tema saliera.



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En el texto hay: amor juvenil, relacion

Editado: 24.08.2024

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