El Tercer Idiota

Capítulo 29.

Luis y Mía no dejan de hablar.

27 de Junio de 2019.

Sé que desayunar a las dos de la tarde no es muy saludable de mi parte, pero me había despertado hace apenas media hora porque alguien anoche quería hablar por teléfono y se extendió hasta las siete de la mañana.

Y le echaría la culpa a Mía, pero yo fui el que le dijo que siguiéramos hablando.

Así que sí, ahora estaba muriendo de sueño en el comedor pero mi estómago dolía por no haber comido nada así que estaba aquí por necesidad.

Estaba comiendo muy lentamente cuando mamá entró a la cocina. Yo pensé que no había nadie en casa así que me sentí atrapado.

Disimulé pero ella se me quedó viendo.

—No bajaste a desayunar—dijo mamá.

—Me quedé dormido.

—Y tienes ojeras.

—Me desvelé viendo una serie.

Ella me miró y luego tomó asiento frente a mí. De seguro viene una conversación incómoda.

—Siento que me escondes algo.

—No...

—Luis.

No sé si era el sueño o que estaba un poco triste de que no le pudiera decir a nadie sobre mi relación, pero estaba considerando contarle todo a ella.

—Mía y yo somos novios.

Su cara se iluminó, no esperaba esa reacción, pero me sentía aliviado.

—¿Desde cuándo?

—Casi una semana.

—¿Y dónde está ella?

—En su casa, casi aislada.

Me miró con confusión, creo que primero no me entendió y luego habló:

—No me digas que su papá se enteró.

Mamá sabía que el papá de Mía era estricto, y siempre estaba de acuerdo en decir que era mejor que él no se enterara que ella se la pasaba aquí, pero nunca me cuestioné por qué.

—Sí... aunque ahora que lo pienso, ¿de dónde conoces a su papá?

—Fuimos novios—dijo como si nada.

—¿Es en serio?

Ya van dando sentido las cosas.

—Sí, en la universidad.

—¿Y qué pasó?

Sé bien que mis padres tuvieron una vida aparte antes de conocerse, pero me hubiera gustado saber que mi mamá fue novia del papá de quien ahora es mi novia.

Por cierto, me gusta decir en mi mente que Mía es mi novia.

—Pues... yo ya no quería estar con él y las cosas andaban mal entre nosotros, entonces digamos que me empezó a gustar alguien y estábamos peleados y me tocó hacer un trabajo de la escuela con esa persona y... para no aburrirte. Me embaracé.

—¿Eh? ¿Estás hablando de mi papá?

—Sí y de ti.

—Con razón su papá odia a nuestra familia.

Creo que nunca voy a ganarme el cariño del suegro.

—No nos odia, es solo que ambos veníamos de familias conservadoras pero yo quise salir de eso y él no. Para él fue muy malo y humillante lo que le hice, además de que siempre vio mal a mi hermana por ser muy liberal y cuando empecé a vivir con ella asumió que iba a comportarme igual. No supe nada de él, solo que conoció a Fabiola, la mamá de Mía, y se casaron al poco tiempo. Sabía que ella tenía una enfermedad, no sé cuál era, pero luego me enteré de que tuvieron a Mía y años después Fabiola falleció.

Esa historia la sabía pero no tan detallada, Mía me había contado de sus padres y como había sido estar con su mamá aunque ya casi no recordaba nada. De hecho ese fue el tema por el que nos desvelamos anoche.

—Debió de ser duro.

Mamá asintió.

—Hablaré con él.

—No es necesario.

—Lo es.

—Mira mamá, la única que puede hablar con él primero, es Mía, ni siquiera yo porque aunque quiera estar con ella, no me puedo interponer entre su padre y ella. Son cosas que ellos tienen que arreglar.

—Bueno, veo que hice un buen trabajo contigo.

—¿Puedo pedirte algo más?

—¿Qué es?

—Verás, por la situación de su papá, Mía y yo como que no queremos decirle a nadie de lo nuestro aún.

—¿Me estás pidiendo que no le diga nada a tus hermanos, a tus primas o a tu papá?

—Exactamente.

—Bien, puedo hacerlo.

—Gracias.

(...)

—Vaya, ya veo porque mi papá los odia.

Era de noche y le había terminado de contar a Mía lo que había hablado con mi mamá. Pensé que iba a tomarse a mal que le hubiera contado lo nuestro pero solo dijo que ahora le daría pena verla.

Todo esto es muy raro ahora que lo pienso, pero no deja de gustarme.

—Dije lo mismo. Pero realmente no creo que nos odie... tanto.

—La verdad creo que no, solo me odia a mí.

—No te odia.

—Hoy fuimos a hacer compras y no me dejó ni siquiera ir sola a buscar tampones. Antes evitaba acompañarme por incomodidad.

A pesar de que lo decía con un poco de humor, podía notar el tono triste en su voz al mismo tiempo.

—Solo se preocupa por ti.

—Ajá.

—¿Has intentado hablar con él?

—No, casi no hablamos al menos que sea indispensable. Él me evita entonces yo lo evito.

—Lo siento mucho, Mía.

Mis papás a veces son estrictos, pero nunca nos hemos dejado de hablar. Pero me pongo en el lugar de Mía y quiero apoyarla en lo que pueda.

—No te preocupes, estaré bien el resto de las vacaciones—suspiró—. Y cambiando de tema...

—¿Qué pasa?

—Recibí un correo de la universidad y tengo que inscribirme mañana.

—¿En serio?

—Sí, al parecer todo el proceso es en línea y...

—¿Eso significa que ya estás en la universidad?

—Creo que lo estoy, aunque no sé que grupo tengo o cuando inician las clases.

—Supongo que te lo dirán después de la inscripción, pero Mía, eso es lo de menos. Estás dentro.

—Eso espero.

—Verás que si. ¿Quieres que pregunte? Tengo que ir la próxima semana a preguntar por mis prácticas.

—Por favor.

—No hay de que. Me alegra que hayas podido quedar, te lo mereces.

—Muchas gracias, Luis.

—Estoy muy orgulloso de ti.

Ella se quedó en silencio por unos segundos, a veces cuando le digo cosas de ese tipo pasa esto y cambia de tema, lo entiendo porque para ella es muy difícil abrirse todavía, pero es poco a poco.



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En el texto hay: amor juvenil, relacion

Editado: 24.08.2024

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