El tesoro al final del mundo

Capitulo 9

—Amigo te extrañe —gritó Baker arrastrando las palabras y riendo—. Por un momento estuve preocupado por no encontrarte.

Yo también me reí, era la segunda botella y apenas lograba mantenerse sentado en la silla sin tambalearse hacia los lados. 

Mi vaso estaba vacío.

Todo a mi alrededor parecía moverse por el rabillo del ojo pero cuando me enderezaba volvía a la normalidad, una botella no era suficiente.

—Te dije que no me iría —balbuceé dejándome llevar por el licor que me quemaba la garganta y él asintió sirviendo más en ambos vasos.

—Lo sé, lo dijiste, pero no sabía nada de ti. ¡Cuéntame tus aventuras!

— No tengo aventuras.

—Entonces enséñame a pelear como tú.

Volví a reír, decía muchas tonterías.

—Bien.

—Espera —dijo cuando terminó la botella y se inclinó hacia un lado. Creí que se iba a caer, tenía los ojos enrojecidos y no mantenía el equilibrio, pero comenzó a rebuscar algo en su bolsillo—. ¡Aquí!

Dejó una caja pequeña y alargada frente a mí.

—¿Qué es eso?

—Te traje un recuerdo de Isla Calamar. Es para ti. —Dio otro trago y al mirarme sorprendido me insistió—. Ábrelo.

Me estiré hacia el cofre asombrado e incómodo, lo envolví con los dedos para traerlo hacia mi lado de la barra y rompí la envoltura. Era extraño, no acostumbraba a recibir obsequios, no sabía cómo reaccionar a eso, a él, a su mirada entusiasmada mientras quitaba el nudo de en medio y terminaba de sacar el papel.

Se apartó para beber más ron y yo quité la tapa para revelar el papel claro con un seño de un calamar gigante sujetando un barco como si fuera un juguete. Baker terminó la botella y se inclinó para verme, pero de repente sus ojos se entrecerraron y tuvo que sujetarse de la barra para no caer.

Me reí.

—¿Tajo, qué haces aquí? —Alcé la cabeza por encima del hombro de Baker y miré a Jet—. Creí que ibas a descansar. —Se detuvo y nos miró extrañado—. ¿Estás bebiendo?

Asentí y Baker se volteó casi cayendo de la silla cuando le tendió la mano.

—Hola, soy Baker.

Jet lo miró un momento y lo ignoró.

—¿Quién es este?

—Un amigo.

—¿Amigo?

Asentí.

—Mejores amigos —corrigió Baker arrastrando las palabras y con un dedo alzado.

Me reí pero volví a asentir, desconcertando aún más a Jet.

Baker se cayó de la silla.

—Auch.

—Tajo —comenzó Jet dubitativo—, ¿por qué no llevas a tu amigo a descansar?

Me levanté riendo. El alcohol adormecía mis sentidos y a veces me provocaba risas, diversión. Por eso pasar la noche con Layla era bueno, me hacía sentir ligero, relajado pero no lo suficiente para perderme. Papá siempre decía que hay que perder el rumbo.

Rodeé la barra para levantar a Baker y lo levanté por debajo de los hombros.

—Vamos, hay que descansar.

—¿Gané? —preguntó cuando cruzamos la cortina de cuentas y yo negué.

—No, caíste de la silla. Gané yo.

—Mierda —bufó y echó la cabeza hacia atrás—. Oye, yo no recuerdo eso.

—Porque estabas ebrio.

Rio.

—Eres un tramposo.

Lo lancé sobre mi cama y lo cubrí con una manta.

—Lo que digas, duerme.

No volví a repetirlo, Baker cayó dormido un instante después con el rostro medio cubierto.

Volví a la taberna para limpiar los vidrios de las botellas que aún quedaban bajo la barra. Jet estaba atendiendo al par de tontos que entraron mientras no estaba. Cada uno tenía un vaso de licor, no quise preguntar ni tampoco quería discutir, el alcohol todavía estaba en mi sistema y solo haría que se burlen o se aprovechen. Intercambiaron miradas entre ellos.

—¿Qué? —bufé limpiando bajo la barra.

Jet bajó el vaso y señaló la mancha oscura en el piso.

—¿Qué sucedió?

Solté una mueca, era obvio el olor a sangre de la madera.

—Hubo una pelea.

—¿Quién ganó? —preguntó Raven.

—Yo.

—¿Tú solo?

Me volteé a mirarlo irritado, sonreía.

—Si.

Jet suspiró.

—¿Estás herido?

—No.

Vesper bajo el vaso y me gruñó:

—¿Responderas a todo como idiota?

No respondí. Si hablaba me pondría en evidencia sobre el ron. Quería descansar, por la noche tendríamos que hacer una fiesta para cubrir el olor a sangre y la falta de los idiotas que seguramente tenían una tripulación.

Pasé el trapo por encima de la barra, limpié los vasos que usamos con Baker y busqué el obsequió. La pequeña caja. Nunca me habían dado uno, mamá solo traía libros de ella para ella y papá casi nunca salía, dudaba que me trajera algo.

Alguien se aclaró la garganta y alcé la cabeza hacia Jet.

La caja estaba en sus manos.

Me la tendió.

—¿Quién es?

Avancé y se la arrebaté.

—Un amigo.

Raven río por lo bajo.

—Oh, un amigo…

Lo ignoré y crucé la cortina de cuentas hacia la habitación. Me senté en la cama de mi padre, a veces la usaba, cuando Layla dormía en la mía, era dura e incómoda, tenía papeles y libros con más símbolos de mi madre. Por años los intentó traducir. Yo aprendí a hacerlo, sabía hacerlo o al menos estaba intentando. Podría ayudarlo cuando vuelva. A veces los tomaba, cuando la taberna estaba quieta, aburrida, y escribía en los márgenes con mi letra bruta y desordenada.

Eric decía que era cuestión de práctica, mientras más escribiera mejor lo haría. A veces a él le costaba entender.

Papá estaría orgulloso cuando vuelva. Lo haría mejor, intentaba hacerlo mejor.

Apoyé la espalda en la pared y miré a Baker. Todavía dormía, roncaba como los enormes idiotas que amanecen en brazos de mujerzuelas en los baños. Como oso, decían algunos, los que conocían el mundo. Yo quería conocer a oso, quizás Baker roncaba como él.

Volví a mirar la caja que me dio y la abrí. El papel era liso, delicado, como una flor. Me gustaba tocarlo con la punta de los dedos. El selló era áspero y apenas se veía dentro de la habitación sin iluminación, pero sabía que era, un calamar sujetando un barco. Lo quité sin romper, quería guardarlo con el relicario, era como conocer una parte del mundo de aventuras. Al menos podría decir que tenía algo de ese pedazo. 



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En el texto hay: boylove, piratas y tesoros, friends to lovers

Editado: 20.11.2024

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