Crucé la cortina de cuentas con seis cajas de ron bajo cada brazo. Eran pocas, lo sabía, Vesper siempre lo decía, pero la noche fue larga luego de que Layla propuso canciones que oyó en otra taberna y todos comenzaron a bailar en círculos a beber más. Estaba agotado y aún tenía que hablar con los proveedores, entrenar y traducir más libros de mamá. Eric me ayudaba con algunos, sobre todo para corregir mis errores que cada vez eran menos, pero nunca lo hacía lo suficiente rápido.
Quería que papá llegue y vea todo, que sepa qué pude solo, que sienta orgullo.
Podría pasar en cualquier momento.
Raven y Vesper terminaron de recoger todas las botellas y la basura luego de prometerles dos botellas de ron a cada uno. Tocaba limpiar y hablar con los proveedores.
Oí un grito.
—¡Tajo, amigo! —Los tres tontos giraron la cabeza hacia el joven que entraba a la taberna con una espada a la cintura y los ojos encendidos de entusiasmo. —. ¿Necesitas ayuda?
Se acercó ignorandolos y me quitó las cajas con botellas de un brazo para ponerlas en su lugar bajo la barra.
Los tres tontos me miraron sin comprender, desconfiados y asombrados.
Le entregué las cajas restantes a Baker para que las acomodara y cuando se enderezó para ir por más lo detuve, tomé sus hombros y lo volteé hacia los tontos.
—Él es Baker.
Raven arrugó la nariz.
—¿Quién?
—El chico del que siempre habla —bufó Jet con los brazos cruzados sobre el pecho.
Los ojos de mi amigo se volvieron enormes bolas brillantes y parecía que tenía la mandíbula desencajada por ver a los dos ebrios idiotas que esperaban para darme la paliza del día por una botella de ron.
No eran gran cosa, al menos para mí que sabía que ellos eran un grano en el culo.
Les entregué una botella de ron.
—Oh, el amigo invisible —señaló Raven bebiendo de la botella, terminó y se la entregó a Vesper—. ¿Eres real?
—Nosotros hicimos que Tajo te disparará —señaló esté antes de beber.
Baker me miró confundido.
—¿Qué?
—Ignoralos, son unos ebrios.
Les quité importancia mientras sacaba otra botella de vino y se la entregaba a Jet.
—¡Qué emoción! —dijo Baker—, ¡ustedes son piratas muy famosos!
La mirada de Raven por fin cambió y sus ojos brillaron.
—Al fin alguien reconoce mi título.
—Un título de bandido, nadie debería reconocer tu título de bandido —bufó Jet bebiendo vino desde un vaso.
—Cierra la boca.
Mi amigo sacó uno de los carteles que coleccione para él de su bolsillo con la misma sonrisa de siempre, entusiasmada, feliz.
—¿Me das tu firma? —preguntó.
Raven escupió ron en el cartel, justo encima del ojo que era un dibujo de su rostro.
—¡Oye! —gruñí y Jet también.
—¡Eso es genial, gracias!
—Ven, dijo gracias, no sean estirados.
Raven rió y bebió más hasta que Vesper le quitó la botella con un gruñido molesto.
Baker rebuscó entre los demás carteles y miró a otro tonto en la silla.
—Vesper Jones, puedes… —esta vez cuando habló su voz sonó diferente, más alta, más llena de emoción, con los ojos más brillantes. Y por un momento, mirando a ambos, tuve curiosidad de saber por qué, quién era el tonto que me daba palizas cada dos días.
Esté alzó la cabeza, lo miró, miró el cartel, a mí y de nuevo a Baker.
—¿Tienes una pluma? Oh, no importa, toma. —Alzó la mano que tenía oculta bajo la barra y apoyó la mano cubierta de sangre junto al dibujo de su rostro. Al apartarlo varias gotas más cayeron en la madera y en el suelo.
—¿Qué demonios te sucedió? —preguntó Jet buscando algo con que detener el sangrado.
Le entregué un pedazo de tela que arranqué de la camisa de un idiota.
Vesper alzó la mano, la examinó y encogió los hombros.
—No lo sé. —Miró a Baker mientras Jet bufaba y le envolvía la herida—. Tajo dijo que coleccionas nuestros carteles.
Mi amigo lo miró ruborizado de la emoción y asintió sin dejar de sonreír.
—Si.
Parecía estar a punto de desmayarse.
Me reí.
Vesper soltó una maldición, Jet le apretó demasiado la venda y comenzaron a bufarse por lo bajo, hasta que Raven dejó de beber y rió.
—Creímos que eras algún tipo de fantasma que volvía por venganza, me alegro que no sean así. —Le sonrió con la arrogancia de un idiota con una suma grande—. Dime, ¿cómo te llamas?
—Baker…
Raven parecía confiado, contento, ebrio, pero él nunca estaba tan ebrio con poco ron. Lo conocía.
—Baker —interrumpí desconfiado. —Solo Baker.
—Oh, solo Baker —se burló el pirata, bebiendo—. ¿Y dónde conoces a nuestro querido escupitajo?
—Somos amigos.
Jet se apartó de Vesper y me miró sin comprender.
—¿Tajo tiene amigos?
—No por voluntad —gruñí tendiéndoles otra botella de ron porque sabía que era buena para el dolor. O al menos para el dolor de ellos.
—Eso sí lo creo —magulló Vesper mirando su mano vendada y bebiendo más.
Jet bufó algo de que eran unos tontos imprudentes y que iban a ensuciar el suelo que limpió hace un momento sin prestar atención a que lo oíamos. Se limpió las manos con la tela para vómitos y volvió a bufar mirándome con asco.
Me dijo la que tirara con los desechos.
Lo olvidé.
Volvió a maldecir.
Él nunca maldecía por lo que guardamos silencio.
Raven bebía y sonreía. Le satisfacía oírlo porque podría burlarse.
Ambos eran unos idiotas.
Me irritaban.
—Lo siento, ¿tú quién eres? —preguntó Baker cuando cayó en cuenta que estábamos demasiado callados y cabizbajos mirando al hombre maldecir.
Jet lo miró molesto, supongo que pensaba que también se iba a burlar porque le lanzó una mirada de advertencia a Raven, pero al cabo de un momento suspiró dejando la tela de vómitos a un lado y volvió a tomar su vino para sentarse junto a los otros tontos.