—¿Qué demonios estabas pensando? —gruñó Jet con el rostro enrojecido.
—Claramente no pensaba —agregó Raven desde la barra, sentado con una botella a medio camino y una arruga profunda en la frente. Fingía que no le importaba, pero sabía que sí lo hacía.
Jet clavó la mirada enfurecida en Eric.
—¿Y tú por qué no te negaste?
—Él habló, el soldado dijo, “quieres” y este tonto sonrió y dijo que sí —me acuso alzando ambas manos, fue la primera vez que lo intimidado.
Raven apretó los labios con fuerza, quería aparentar que no sucedía nada o que no le importaba, como Vesper dormido y ebrio a su lado, pero la botella cerrada y llena lo delataba. Quería darle un puñetazo a Eric y otro a mí.
—Maldición, Tajo —gruñó Jet y comenzó a caminar de un lado al otro lanzando maldiciones por lo bajo—. ¿En qué demonios estabas pensando? Pongo mi maldito culo en riesgo para que no te encuentren y vas tú a decirles que trabajaras para ellos. ¡Maldita sea! —Volvió a caminar de un lado al otro con los hombros tensos, nadie hablaba, siempre callabamos al oírlo decir insultos, a Raven lo entretenían, pero esta vez fue diferente. Él no miraba al Marino, sino que me miraba a mí y asentí con el ceño fruncido. Jet se detuvo y me señaló—. Te ahorcaran si saben quien eres.
Abrí la boca, lo sabía, estaba aterrado pero lo sabía, no podía dar marcha atrás.
—No lo harán, lo necesitan —dijo Vesper con voz ronca y alzó la cabeza de la barra. Tomó una bocanada de aire y me miró cansado—. Tajo, tu padre huyó a esta isla por una razón, ya no quería estar involucrado con ellos. No te diré qué debes hacer, pero ten cuidado porque tus padres son personas muy inteligentes.
Cerré la boca y volví a abrirla. No tenía nada qué decir.
Incliné la cabeza en su dirección, agradecido, y me volteé hacia la habitación para tomar un descanso. Ignoraba que Jet todavía tenía ánimos de regañar y acababa de arrebatarle la botella a Raven para beber, los oía bufar por lo bajo, decirle a Vesper que era imprudente y que si iba a hablar mejor dijera algo menos estúpido. Pero él también los ignoró y volvió a dormir.
. . .
Me senté en el escritorio de mi madre y tomé la pluma roja.
Dude.
¿Cómo se escribía una carta?
Eric me había dado indicaciones. Seguía sin confiar en él pero me ayudaba con las traducciones, los libros, la lectura y escritura. En unas horas tenía que ir por mí para juntarnos con el marino Samuel.
Debía terminar la carta antes.
Abrí uno de los diarios de mi madre y leí las primeras páginas, tenía que ser comprensible lo que ponía en la hoja. Al menos comprensible para quien lo lea.
Cargué la punta de la pluma con tinta y la apoyé sobre la hoja.
Baker…
Se sintió extraño, nunca había escrito su nombre.
Tomé una respiración profunda y pensé en él al escribir.
La Marina ya llegó aquí y asentarse, me buscan…
Me detuve, ¿qué más debía poner?
No lo sé.
Mierda.
Pensé en sus cartas guardadas bajo mi cama. Él siempre me contaba sobre sus aventuras, cómo cruzaba el océano en un barco lleno de piratas y vivía cosas inexplicables. Yo no tenía nada para contar.
Tuve la intención de lanzar la hoja a la basura, pero me detuve a pensar en los piratas. Yo también conocía piratas.
Raven dice que son unos idiotas porque no se les ocurrió buscar piratas en la taberna, pero ví a Jet hablar con los marinos para que no entren. Al parecer los despista.
Volví a dudar. ¿Eso podría considerarse una aventura?
Tomé una respiración profunda. No había aventuras en mi vida, no como las de él. Eso me desilusionaba. No tenía nada para decir, no había sirenas, pájaros de fuego ni barcos de batalla.
Quizás sí debía tirar la hoja a la basura.
Pero no lo hice, solamente miré la pluma roja, los diarios de mi madre y comencé a escribir sobre lo que oí.
Eric dice que sucedió algo y está intentando obtener información, al parecer buscan a mi madre y me quieren para atraerla porque al parecer hizo o dijo cosas que no le gustaron al rey. Quieren asesinarla y Jet cree que a mí también. Papá también está desaparecido, unos hombres preguntaron por él y alguien de La Marina lo reconoció en la isla. Todos saben mi nombre ahora.
Eso era estúpido, ni siquiera tenía sentido. Lo tache.
Los piratas están siendo arrestados y algunos desaparecen, hacen ceremonias para adorar a sus familias y eso mantiene a todos en la isla muy perturbados. No es lo mismo, las noches ya no son las mismas. Layla pasa tiempo aquí pero supe por otro pirata que canta en una taberna cerca del pueblo. No puedo culparla, aún así es extraño.
Tache lo último.
Es un milagro que hayan logrado huir. Los comerciantes no están de humor, las requisas son casi todos los días y no lograron entrar en la taberna por persuasiones de Layla. Aún así conocí a un marino amigo de Eric, no sabe quién soy pero al parecer puede ayudarme con información sobre mi madre y lo que sea que haya pasado.
Vacilé pensando en tachar eso último también, pero no lo hice. Creí que sí Baker le enseñaba la carta a su padre podría aportarme algo de información. Estaba seguro de que había algo que él y Vesper me ocultaban de mi padre y La Marina.
Espero que estés bien, hay rumores de que una tormenta se acerca por el norte aunque Raven dice que las nubes no son de tormenta. Siempre dice que sabe leer el clima pero yo creo que es un ebrio.
Escribí lo último pensando en que sería gracioso, a Baker siempre le gustaba oír de los piratas que admiraba. No sabía si lo de la tormenta sería real o no.
Leí la carta completa y la terminé:
Tu amigo Tajo.
—¡Tajo! —llamó la voz de Eric dentro de la taberna. Me estiré encima del escritorio para tomar un sobre de papel que encontré entre las cosas de mi madre y guardé la hoja. La sellé con un poco de cera vieja de la vela, escribí el nombre de Baker, la dirección, coloqué la carta dentro del cuaderno que usaba para las traducciones de los diarios de mi madre y lo cerré para que el resto de papeles no caiga—. ¿Tajo, dónde estás?