El tesoro al final del mundo

Capitulo 25

Baje a la bodega tan rápido que casi tropiezo y caigo de cara al suelo. Pum pum.  La puerta de la taberna estalló con un fuerte golpe y tuve el impulso de correr arriba. La Marina acababa de llegar con cinco hombres enormes y malhumorados armados hasta los dientes. Raven los había visto acercarse desde la puerta y al instante le avisó a Vesper y a Layla. Ella saltó del otro lado de la barra y me dijo que corra.

Pum pum.

La Marina me quería a mí.

Crucé el diminuto sótano hasta las hileras de ron y me detuvo junto a la puerta. Papá la había bloqueado para que los idiotas no se metan por allí, pero Jet volvió a abrirlo cuando supimos que me estaban buscando.

Estiré la mano hacia adelante oyendo detrás, el silencio nunca era bueno. Había pasos, creo que Layla hablaba.

Pum pum.

Quise correr de vuelta allí, pero no lo hice.

Pum pum. 

Vesper estaba con ella, la protegería.

Tomé el pestillo y lo giré hasta desbloquear la pequeña puerta, moví las bisagras intentando no alertar a nadie y me asomé para ver alrededor. Estaba oscuro. Hacía frío. El compartimiento daba al viejo muelle. Pum pum. Había un arco de piedras altas que bajaba a la arena y el mar rompía enfurecido contra la madera vieja. Pum pum.

Salí con cautela, oyendo como conversaban con Layla, quien les dijo que no tenían permitido entrar a ver más allá de la cortina de cuentas, y baje a la playa. Pum pum. El muelle ya no se usaba luego de que un barco se estrellara en él, la estructura era frágil y descuidada, apenas soportaba más de una persona encima. Pum pum. Era la única manera de volver al pueblo.

Caminé hacia las escaleras y subí con cautela. Pum pum. La madera se movió, sentí cómo crujía bajo mi peso y se hundía. Parecía a punto de ceder. Pum pum. Apresuré el paso agazapado, pensando que si caía podría sujetarme con las manos. Sintiendo el calor en el las piernas y mirando hacia atrás, al mar furioso por devorarme.

Pum pum.

Pum pum.

Pum pum.

Mierda.

Si caía, moriría. Nadie podría encontrarme.

Nadie sabría que caí.

No sabía nadar, no podía caer.

Caminé más rápido, mirando la tierra más oscura adelante. Pum pum. Tenía que llegar. Iba a llegar. Pum pum. La Marina seguro ya se había ido.

Pum pum.

Corrí sin pensar, solo mirando la tierra y sintiendo el corazón acelerado, adolorido. Apreté los dientes y de repente mis pies tocaron la piedra dura, la tierra. Estaba a salvo.

Miré atrás, al mar. Esa noche una tormenta azotaba la isla. El viento comenzaba a hacer olas grandes y acercaba el agua a la orilla como si quisiera tragárselo. Estaba cerca de la taberna, unas calles más abajo donde algunos piratas iban a dormir o a pasar las noches tranquilas. Los Jones vivían allí hace meses.

Suspiré y miré el camino a la taberna.

Comencé a subir.

¿En qué momento todo se había ido a la mierda?

La noche fue larga y caótica. Layla volvió de mal humor y bailó con menos ganas que otras veces. No canto. Tampoco me quiso contar cómo fue con Samuel, supongo que mal. No insistí. Le conté a Raven lo que sabía de Jet y enfureció, dijo que no importaba, que no le harían nada y que era un estúpido marino de alto rango, luego tomó algunas botellas y salió. No insistí, no tenía ánimos de hacerlo. Vesper nos escuchó, dijo que la Marina haría lo que pensaba que era correcto para ellos y tomó su lugar junto a la puerta.

Recordarlo hizo el caminó un poco más corto. El caos comenzó cuando Samuel apareció temprano, o más bien cuando papá se fue, o mejor dicho cuando nací. Todo eso era porque me estaban buscando. Maldición, la taberna.

Llegué al muelle y miré en busca de marinos. No había nadie sobrio o levantado, solo algunos piratas ebrios intentando levantarse, mujeres de cara a la pared con las piernas abiertas y otros idiotas medio dormidos…

Me detuve, había un joven sentado contra la pared de una casona, abrazando una botella con la espalda tirada a un lado. Lo conocía, creo. Me acerque.

La primera vez que lo vi estaba cubierto de vómito y olía a orina, me miró molesto, como si no quisiera que me metiera con él y estuviera dispuesto a pelear para alejarme. Esta vez, cuando me reconoció parado a sus pies inclinado sobre su rostro, me vio de igual manera.

—¿Qué miras? —gruñó con voz ronca.

Me aparté con un tirón en el estómago.

Era él. Baker.

—¿Qué haces aquí? —pregunté y él alzó la botella con los ojos enrojecidos.

—Bebo. —Estaba molesto. Lo ignoré y volví a mirar el camino a la taberna, la Marina me estaba buscando, estar allí era peligroso. Tenía que alejarme—. No preguntarás porque no fui a verte.

Volví a mirar a Baker.

—No.

No quería saberlo.

Se enderezó con torpeza procurando no soltar la botella y alzó la cabeza arqueando una ceja.

—¿No quieres saberlo?

—No.

—Bien, no quería decírtelo — Soltó apartando la miraba y terminando su bebida con trago largos que hicieron que su cuello se mueva. Alzó la rodilla y tocó con la mano libre su espada, la empujo un poco y bajó la botella vacía.

Asentí y me volteé para ir a la taberna. El camino parecía libre y oscuro. La noche había terminado y por la cantidad de piratas que dormían alrededor suponía que la taberna estaba vacía. Toda la celebración se había terminado.

Oí un trueno a lo lejos y me estremecí por el viento frío que llegaba desde el mar. Las nubes oscuras se veían a pesar de la noche. Habría tormenta, algunos comerciantes me lo advirtieron esa mañana, y contaba con que la taberna fuera refugio de muchos piratas con oro para pagar, solo que la Marina arruinó mis planes.

Malditos imbeciles.



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En el texto hay: boylove, piratas y tesoros, friends to lovers

Editado: 23.11.2024

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