El tesoro al final del mundo

Capitulo 32

—¡Oigan muchachos, arriba! —gritó Raven golpeando la puerta del camarote.

Alcé la cabeza del libro negro y sacudí el brazo de Baker para que despierte.

—¿Qué sucede? —preguntó entreabriendo los ojos. Me miró confundido, como si no supiera cómo llegó allí, o quizás era yo quién no creía lo que sucedió por la noche mientras todos dormían, y luego miró el libro en mis manos—. ¿Tú no duermes nunca?

Encogí los hombros y negué riendo por su desconcierto.

—Llegamos —dijo Raven entrando con una sonrisa entusiasmada y con una botella de ron en la mano.

—¿De dónde sacaste el ron? —pregunté cuando me la tendió. Di un tragó largo que me hizo calentar el pecho y los brazos. Era buena, tenía sabor amargo y dulce, aclaraba mis ideas y me llenaba el estómago. La aparté y miré la etiqueta. Era una botella de la taberna, de la bodega personal de los tontos.

Raven me guiñó el ojo sonriendo.

—Siempre supe que nos querías, niño.

Bufé y le tendí la botella a Baker.

—¿Qué hacen aún dormidos? —dijo Jet entrando con una bolsa al hombro. La lanzó hacia nosotros—. Arriba, hay que alistarnos…

Raven rodó los ojos y apartó la mirada con un bufido.

—¿Alistarnos para qué? —pregunté y Jet me miró como si fuera idiota.

—Solo los marinos se alistan —gruñó Raven cuando Baker le tendió la botella. La tomó, bebió y se la tendió a Jet con una sonrisa orgullosa—. Los piratas desembarcamos, bebemos alcohol, compramos más alcohol para el viaje, bebemos más, y luego volvemos al mar para robar oro y alcohol.

Jet lo miró con fastidio.

—Por eso ustedes no viven mucho.

—Al menos vivimos —bufó Raven rodando los ojos y bebiendo más.

Los ignoré. Baker había tomado la bolsa de tela y la abrió para sacar un montón de prendas nuevas y limpias. Parecía muy desconcertado y confundido. Me reí, haciendo que me mirara. Se había sentado a mi lado para ayudarme con las traducciones y al cabo de unos minutos cayó dormido con la cabeza sobre mi hombro. Y no me moví porque no quería despertarlo, aún no podía dejar de pensar en lo que dijo, en sus ojos brillantes. El beso. No fue un error, fue real. Pensaba en mí.

—¿Para qué es esto? —preguntó alzando una camisa con una sonrisa y yo encogí los hombros con el corazón acelerado.

—Eso es para que pasen desapercibidos en el puerto —dijo Jet interrumpiendo para tomar la bolsa, un par de camisas, y lanzárselas a Raven a la cara.

—¿Qué sucede? ¿Por qué gritan? —preguntó Layla a mi otro lado, envuelta en la cama de tela rota con Sienna a su lado. Se sentó pasando las manos por su rostro, bufó algo por lo bajo al mirarnos y luego miró a la chica a su lado con los ojos muy abiertos—. ¿Llegamos? —preguntó a Jet.

El marino asintió con los labios apretados.

—Hay que desembarcar por provisiones para el viaje —dijo y sacó algunas prendas más antes de devolverme la bolsa casi vacía—. Tajo, tú serás muy buscado a partir de ahora, lo mejor será que te ocultes. —Asentí y volví al libro—. Irás con Raven a buscar algo de comida.

—¿Tú quieres que pase desapercibido y lo envías con este? —bufó Layla de pie, midiendo una camisa en sus hombros y señalando al pirata que sonreía inocente y asentía—. No quiero ofender a nadie, pero lo mejor será que Tajo nos acompañe a buscar ayuda para Sienna.

Chasqueé la lengua y abrí la boca, pero Raven habló primero:

—Es cierto, marino, mi cabeza vale mucho, si lo ven conmigo será peor. Además el niño sabe defenderse, lo hace bien, ¿No es así, muchacho?

Todos me miraron.

Asentí y abrí la boca, pero Jet rodó los ojos.

—Bien, Baker, Layla y Tajo la llevarán con un médico y luego por ayuda. Pirata, tú y yo iremos por comida.

Raven sonrió de oreja a oreja y salió con paso entusiasmado.

Jet lo siguió bufando algo por lo bajo.

Miré a Layla.

—¿Cómo pagaremos el médico?

Encogió los hombros y estornudo.

—No lo sé…

—Revisa tus cosas —dijo Baker señalando la bolsa con los diarios de mi madre. Me estiré oyendo a Layla volver a estornudar y la miré con una ceja alzada.

—¿Estás bien?

Asintió y se volteó hacia Sienna aún dormida en la esquina de la habitación.

Tomé la bolsa y revisé el interior. Allí estaban los diarios, la libreta de mi padre, una pequeña botella de whisky que le tendí a Baker pero la rechazó y al final dinero de la taberna. Me quedé asombrado. Era buen dinero, suficiente para semanas, quizás un poco más. Quizás mucho más. ¿Pero de dónde había salido si la noche, esa última y desastrosa noche, apenas había comenzado cuando la marina llegó?

—Vesper Jones dijo que lo necesitarías —dijo Baker a mi lado y lo miré encoger los hombros.

—Es lo mínimo que te deben por salvarme —dijo Layla alzando la cabeza y yo negué apartando la bolsa.

—No quiero ese dinero.

—¿Por qué? —preguntó ella.

—Porqué la razón de que te hayan capturado es mi culpa —bufé y ella rodó los ojos, pero cuando creí que terminaría de hablar lanzó una mirada hacia Baker, a la puerta y luego a mí. Se había ruborizado.

—Tajo no fue tu culpa, yo…—comenzó, se detuvo y volvió a mirar a Baker apretando los labios. Tomó una respiración profunda, se volteó y caminó hacia la salida—. Acepta el maldito dinero y no preguntes.

Intercambié miradas con Baker.

Parecía igual de confundido.

—¿Tajo? —Llamó Sienna desde la esquina, aún recostada e incapaz de moverse. Me acerqué para ver su rostro oculto entre los pliegues de la tela—. ¿Qué sucede?

—Llegamos a la isla, desembarcaremos para que busques ayuda —dije y sus ojos se llenaron de lágrimas que intentó apartar con las manos débiles y torpes.

La tomé de las muñecas para que se deje de golpear y de repente volví a sentir el frío recorriéndome los dedos, atravesandome el pecho. Sus lágrimas se volvieron pequeñas bolitas blancas que rodaron por sus mejillas y el rostro se le tornó azul.



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En el texto hay: boylove, piratas y tesoros, friends to lovers

Editado: 20.11.2024

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