El tesoro al final del mundo

Capítulo 46

Seguimos sentados en el suelo de la habitación leyendo en silencio hasta que la tarde cayó y Raven entró mirando hacia todos lados con una mueca junto con un guardia que nos indicó que debíamos prepararnos para la cena.

April asintió sin moverse, parecía absorta en lo que estuviera leyendo, y aunque el guardia carraspeó hacia Raven ninguno hizo caso hasta que George apareció unos minutos después intentando mantener la paciencia. Me dijo que podría volver cuando quisiera, lanzó una mirada irritada a Raven y ordenó a April seguirlo.

Raven ni siquiera lo miró, caminaba por la habitación con las manos en la espalda, pateando libros, moviendo cosas, hasta que terminó con un suspiró y me dijo que Jet me esperaba en la habitación.

Asentí, me levanté y lo seguí sin saber qué sucedería.

Hasta que llegué.

—¿Por qué tengo que llevar puesto esto? —pregunté permitiendo que el marino me ajuste una soga ligera y suave alrededor del cuello.

—Porque debe parecer que somos personas civilizadas —respondió con los labios apretados, moviendo la soga que acababa de ponerme como si no estuviera cortándome la respiración.

—Pero es horrible —bufé y me alejé cuando continuó apretando. Estaba incómodo, llevaba tantas capas de ropa que apenas podía moverme. Los pantalones eran pesados, me picaba la piel, los zapatos me ajustaban los dedos hasta provocarme un dolor agudo y constante y como mis manos estaban cubiertos hasta las manos no lograba hacer nada más que inclinarme a un lado o al otro.

—Y no te lo pongas —dijo Raven por detrás. Jet le bufó por encima del hombro.

—Tú no opines, llevas un traje igual.

—Pero yo no tengo opción, mi madre me amenazó para que parezca civilizado hasta… —Se detuvo y frunció el ceño con el hombro apoyado en un espejo tan grande como una pared, dorado, viejo y demasiado pesado. Se inclinó hacia atrás con una botella sucia y gastada en manos y bebió varios tragos.

—¿Dónde conseguiste ese vino? —pregunté cuando Jet me indicó sentarme frente a un espejo para peinar mi cabello—. Tu hermano dijo que había alcohol en el palacio.

—En primer lugar —cortó Raven bajando la botella—, no vuelvas a decir que es mi hermano, es un idiota. En segundo lugar, es aguardiente, ojalá fuera vino. Y en tercer lugar, nadie descubrió mi escondite oculto por lo que volví a buscar mis reservas.

—¿Tenías eso escondido por aquí?

—El rey tenía una bodega personal, pero no le gustaba compartir, así que hurtaba algunas cada cierto tiempo y las escondía por aquí —dijo sacudiendo la mano por encima del hombro y enderezandose para abrazar la botella—. Cuando me fui tuve que abandonarla, fue la pérdida más significativa que tuve.

Jet se lo arrebató irritado.

—¿Qué dirá tu madre si llegas oliendo a alcohol?

Raven sonrió.

—Enfurecera, por eso lo hago. —Se apartó hacia la puerta del baño junto al espejo y volvió con otra botella. Nos miró con una ceja alzada, destapó la bebida y me la tendió.

Sacudí la cabeza ignorando que Jet tiraba de mi cabello hacia atrás.

Raven insistió.

—Será una cena larga, posiblemente hablen de lo humilde que son todos aquí, ¿no quieres?

Abrí la boca, pero Jet apartó la botella.

—No lo embriagues. En este momento Tajo es el único que puede actuar con sensatez, necesito que se comporte.

—Tiene derecho a elegir si quiere embriagarse —bufó Raven bebiendo y luego suspiró dejando la botella en una mesa junto a la puerta para sujetarse la cabeza—. Demonios, odio las cenas con mi madre.

—¿Por qué? —pregunté y de repente me miré en el espejo sin reconocerme.

Era un señor. Un hombre adinerado. Alguien que podía comprar un traje, zapatos y peinarse. Mi rostro estaba limpio, ya no tenía barba porque Jet insistió en afeitarla, el cabello me caía hacia atrás limpio, dejando al descubierto mi ojo izquierdo con una cicatriz extraña. No recordaba habermela hecho. No recordaba haberme visto nunca.

Alcé la mano y miré mis hombros. No eran anchos, eran delgados, pero tenía musculatura y la tela de la camisa tiraba cuando me movía. Los pantalones eran marrones, extraños. Ocultaban mis piernas, siempre lo hacían, pero está vez se sentía diferente. Sudaba. Mis manos eran grandes, como las de mi padre, no, quizás no tan grande. Tenía pequeñas marcas alli, marcas que un hombre que lleva un traje como aquel no debería tener.

Contuve la respiración y miré al muchacho del otro lado hacer lo mismo, inflar el pecho con suavidad y observar con atención.

Era alto. Casi tanto como Jet o Raven, ¿Cuándo había crecido tanto? ¿Por qué no me lo habían dicho? Ya no parecía un niño.

Flexiones las manos y miré mi rostro de nuevo. El sol me había dorado la piel y mi cabello estaba más claro, ¿o siempre fue así? No, recordaba que está oscuro. ¿Mi nariz siempre tuvo un arco hacia arriba? ¿mis orejas siempre fueron pequeñas? ¿Mis ojos siempre fueron de ese azul tan claro? Me veía extraño. ¿Baker veía lo mismo todos los días? ¿Mi rostro era el mismo para él que para mí? ¿Por qué no me sentía como esa persona? ¿Aún era yo?

—Es una bruja sin alma —dijo Raven y me volteé a mirarlo. Había cambiado, su ropa, su aspecto, su pelo peinado, pero seguía siendo él. Hablaba como él, bebía como él, su rostro estaba escondido entre su nueva apariencia. Jet igual, calzándose en un traje como cientos de veces, deleitándose con esa familiaridad, era él. Pero yo… no me reconocía.

¿Era el chico de la taberna? ¿Aún era Tajo?

¿O era James? ¿Ese traje era el del hijo de Noelia? ¿El de James? ¿Yo era él? ¿Él era James?

Lo busqué ahí, entre la tela y los colores oscuros, entre la limpieza y el aroma a fragancia. Si ese era James, ¿Dónde quedó Tajo?

. . .

Miré la espalda de Raven y tomé una respiración profunda enderezando la espalda. Cuadré los hombros hacia atrás tirando de la tela que rodeaban mis brazos y creo que oí un desgarre porque Jet giró la cabeza con los ojos muy abiertos.



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En el texto hay: boylove, piratas y tesoros, friends to lovers

Editado: 20.11.2024

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