El tesoro al final del mundo

Capítulo 61

Abrí los ojos cuando el agua fría me golpeó en el rostro y tomé una bocanada de aire. Oí risas, se reían de mí, oí mi nombre. ¿Oí mi nombre? Sacudí la cabeza para quitarme el agua de los ojos y miré a las personas alrededor riendo a carcajadas con las manos en los vientres. ¿Dónde demonios estaba?

—Baker —susurró alguien a mi lado y giré la cabeza hacia Tajo amarrado a una silla. Parecía inquieto y eso hizo que un nudo se apriete en mi interior, pero al abrir la boca un brillo de alivio llegó a su mirada y dejó caer los hombros.

—¿Qué sucede? —pregunté y la voz me salió entrecortada.

Sacudió la cabeza.

—Nos emboscaron. Mira allí…

Giré la cabeza hacia donde apuntaba con el mentón. Había otros dos hombres atados y lanzados al suelo sin cuidado, estaban heridos y la sangre y tierra manchaba sus rostros. Parpadeé sin poder dejar de sentir el dolor en la parte trasera de la cabeza y los reconocí, era Cliffort y el marino.

—Con ustedes, señores, el gran Baker Lain —dijo una voz, la misma que oí antes de caer, y todos rieron. Tajo se tensó y apretó los labios, quiso saltar sobre ellos, pero el tipo calvo se acercó y le dio un puñetazo en la mejilla. Otra vez, oí risas—. Ni siquiera puedes proteger a tus compañeros, eres un inutil…

Busqué a la dueña de la voz. Una mujer entrada en años sentada en un improvisado trono de madera me miraba con diversión, sostenía en la mano una copa y llevaba un vestido rosa y feo que se levantaba hasta por encima de los muslos. La conocía, esa mujer se había colado en el barco para matar a mi padre, y casi lo había conseguido.

—¿Qué haces tú aquí? —gruñí, provocando risas.

—Apuesto a que te sorprendí, ¿no es así? —No respondí y rió—. Dave me dijo que estabas en la isla y no quise creerlo, lo admito. —Encogió los hombros y frunció el ceño—. Sentí mucha ira cuando oí que tu padre había muerto en esa emboscada…

Me reí.

—Que patética eres.

—Cierra la boca —espetó levantándose, y se hizo el silencio a su alrededor—. No sabes qué hizo tu padre para provocarme. Merecía morir en mis manos, merecía que le arranque el corazón.

Se acercó con pasos lentos, tomó la daga que un hombre junto a ella le tendió, y se inclinó hacia mí. Me empujó hacia atrás por el hombro herido, enterrando los dedos entre los puntos que Tajo hizo al curarme, haciendo que vuelva a sentir el calor de la sangre, y apoyó la daga sobre mi pecho, justo encima de mi corazón.

—Es una lástima —dijo con voz baja, profunda y melodiosa—, pero tendré que quitártelo a tí.

Apreté los dientes.

—Hazlo.

—Baker deja de incitar—llamó Tajo con tono bajo, desesperado, y no me atreví a mirarlo.

—Hazlo —insistí desafiando a la mujer, y sonreí—. O no te atreves…

Se apartó furiosa, un brillo enloquecido se había apoderado de sus ojos y por la mueca supe que había dado en el clavo. Tampoco se atrevió a matar a mi padre.

—Me das asco —dijo y escupió el suelo a mis pies como una sentencia. Alzó el mentón con orgullo, tomó una respiración profunda, una que me hizo estremecer, y se volteó formando una sonrisa ladina. Alzó los brazos a cada lado y comenzó a dar volteretas.

—¿Baker, quién es ella? —preguntó Tajo a mi lado, observando mi rostro con una arruga preocupada entre las cejas.

—Una vieja amante de mi padre —dije por lo bajo, intentando respirar por el dolor en el hombro. Miré la herida y solté una mueca. Sangraba mucho.

—¿Estás bien?

Asentí y volví a mirar a la mujer de vestido rosa dando volteretas entre los hombres, riendo, tarareando con tanto desafine que me sorprendía que todos estuvieran tan felices. Tomé una respiración profunda buscando la chispa, el calor que lamiera mis brazos para liberarme, y observé vallas detrás del muro de hombres. Allí debían estar las familias.

—Oh pero nuestro premio no termina con el hijo de nuestro capitán favorito —gritó la mujer al llegar al otro lado del muro de hombres, y al instante un camino se abrió frente a ella y su sonrisa macabra. Aún tenía la daga en la mano y se balanceaba de manera espeluznante, pero esta vez no apuntaba a mí sino a Tajo. Se acercó—. Aquí también tenemos al prodigio de la Marina, el mejor soldado de todos, tan inteligente como su madre… —Se inclinó sobre él y apoyó la daga sobre su mentón—, y tan atractivo como su padre.

Tragué duro y lo miré enfrentarla con frialdad y orgullo, apretando los labios con fuerza y sin apartarse un solo centímetro cuando ella se inclinó enseñando los dientes.

El corazón se me apretó.

—Oye ramera estúpida, tu problema es conmigo —magulle intentando llamar su atención, pero ella me ignoró sujetándolo del cabello para lanzar su cabeza hacia atrás.

—Conocí a tu padre —gruñó presionando el filo en su mentón hasta que una línea de sangre bajó por su cuello—. Me arrestó una vez, me dijo que las putas no merecíamos vivir, ¿puedes creerlo? —Soltó una risa amarga y habló entre dientes—. Y luego se casó con la mojigata de tu madre. Me preguntó si a ti también te gustan esas…

Tajo tragó duro sin dejar de mirarla con frialdad, apretando los labios, los dientes, tan tenso, tan orgulloso y valiente, que mientras ella giraba la daga ni siquiera reaccionó. Y el corazón se me desbocó, no pude pensar, no logré sentir otra cosa que el nudo que apretaba mi cuello, y cuando vi la sangre en el frente de su camisa no pude contar la chispa y estallé.

Todo se llenó de luz, de fuego, y una oleada de gritos comenzó a resonar de los hombres que quedaron envueltos y se sacudían para apagarse en vano.

Me volteé hacia Tajo y sentí el frío más profundo, miedo, horror. El fuego había llegado a él y a pesar de que la mujer se había apartado cubierta de llamas él aún estaba atado, sacudiendose para liberarse.

—No no no —grité acercándome para aparagarlo y lo abracé porque era la única manera que recordaba. No podía pensar, no podía pensar en otra cosa que el miedo, la desesperación de herirlo. No, me había prometido no hacerlo, nunca lo lastimaría. Lo envolví pasando las manos sobre sus prendas encendidas y sintiendo la chispa en las palmas, diciéndoles, ordenandoles, que vuelvan a mí, que no lo hieran, que no quemen lo único que prometí cuidar. Y cuando terminé de absorber el fuego tomé su rostro enrojecido entre las manos y busqué quemaduras.



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En el texto hay: boylove, piratas y tesoros, friends to lovers

Editado: 17.02.2025

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