El tesoro al final del mundo

capítulo 79

Cruzamos el pasillo, bajamos las escaleras, corrimos por más pasillos y un enorme salón que parecía destinado a las comidas elegantes, para poder llegar a la habitación de Jet. No lo habíamos movido desde que llegó porque los médicos decían que su estado era demasiado delicado. Raven y Eric lo visitaban todos los días y yo fui algunas veces por pedido de Tajo, pero su estado no cambiaba. Layla era la que estaba más pendiente y varias veces me miró con algo pesado detrás, como si quisiera decirme algo sin usar palabras. Aunque nunca nadie las dijo, no al aire. Y cuando llegamos y vimos a los curanderos, médicos y personas que sabían sobre eso ir y venir apresurados me sentí bien por equivocarme.

—¿Cómo está? —preguntó Tajo cuando vimos a Eric y a Raven salir de la habitación.

—Bien —dijo Eric con un suspiro—, al parecer no recuerda mucho de lo que sucedió…

—Pero recuerda que George nos traicionó —agregó Raven con un gruñido— y para mi eso es suficiente…

—Quiero verlo —dijo Tajo y Raven negó con tono cansado.

—Niño…

—Raven…

Hubo un momento de silencio en el que ambos se miraron sin pronunciar palabras, Raven parecía envejecido y Tajo un niño pidiendo con desesperación. Me asombró, nunca lo había visto de aquella manera, ni siquiera cuando su padre decidió abandonarlo en la taberna. En ese momento él solo decía que iba a volver. Pero algo había cambiado, Tajo ya no era el mismo y la desesperación en su mirada hizo que Raven ceda dejando caer los hombros.

—Bien. Intenta no ponerte llorón porque está de mal humor y eso lo pone insufrible —dijo solo a Tajo, dando un paso atrás hacia la puerta a pensar de la mirada de Eric—. Espera un momento.

Entró a la habitación con la espalda recta y los hombros tensos, hablando con el personal con cierta clase y diplomacia, inclinando un poco el cuerpo, moviendo las manos como… un rey y… nos observó molesto y cerró la puerta al vernos boquiabiertos.

Me reí y miré a Tajo sonreír también, divertido, más aliviado que antes. No había rastro de su malhumor, ni de su habitual tensión. No lograba dejar de mirarlo. Ya se había curado, eran pocos los rastros que conservaba además de esa estúpida marca. Y aunque sabíamos que estaba ahí parecía ignorarla. Se había quitado las vendas para colocarse una camisa y casi podía fingir que no existía, que allí solo había piel. Pero no, y eso me llenaba de amargura.

Tajo abrió la boca para decir algo y paseó la mirada hacia algo a mi lado. Ye Joon.

La sonrisa se le borró.

—¿Y tú qué haces aquí? —gruñó y mi amigo chasqueó la lengua con aquel brillo divertido que siempre lo metía en problemas. Me miró con una ceja alzada y solo rodé los ojos, cuando una voz nueva apareció por detrás.

—Oí que Jet despertó —dijo Layla caminando apresurada por el pasillo. Tenía las mejillas rojas, los ojos brillantes y sonrió cuando asentimos, pero luego miró a Ye Joon y soltó una mueca de asco—. ¿Y tú qué haces aquí? ¿No estabas en la cocina?

—¿Tú sabías que él estaba aquí? —preguntó Tajo y ella asintió.

—Baker insistió en liberarlo de prisión la noche que te secuestraron, dijo que sería útil, pero yo solo sentí que fue un estorbo…

Ye Joon sonrió.

—Olvidaste mencionar que cuide del rey mal herido y que también fui quien aprisionó al príncipe cuando quiso huir…

—Oh claro, muy importante —dijo Layla rodando los ojos, y miró a Tajo—. En agradecimiento, Raven le perdonó el delito y lo envió a trabajar en la cocina.

—Así es —dijo Ye Joon alzando el mentón con orgullo—. Esa sopa rica que comías, estaba hecha por mí. De nada.

Tajo puso cara de querer lanzarse sobre él.

—Estaba horrible.

—No es cierto —dijo mi amigo y Tajo soltó una mueca de asco.

—La vomite dos veces de lo asquerosa que era.

Me reí por lo bajo, entretenido, y todos me miraron. Layla parecía irritada, Ye Joon sonreía divertido por lo que había generado y Tajo… Tajo me miraba con esa expresión que no sabía descifrar. Como si no supiera si darme un puñetazo o besarme. Aunque parecía más inclinado hacia la idea de darme el puñetazo, lo que me hizo sonreír aún más.

Oímos la voz de Raven y de repente la puerta de la habitación se abrió. Varios médicos y curanderos salieron en fila agachando la cabeza y por último Raven salió con una mueca irritada. Tomó una respiración profunda, miró a Eric, a Tajo, a mí y al mirar a Ye Joon una sonrisa se abrió paso en su rostro.

—¡Muchacho! —dijo y se acercó a saludarlo—, ¿Qué haces por aquí?

—Estorba —gruñó Layla y Raven rió palmeandole la espalda.

—Me caes bien. Deberías venir más seguido.

—Oh, no puede ser —oí soltar a Tajo con voz molesta, dando un paso a un lado para entrar a la habitación mientras gruñía algo sobre envenenar la bebida del pirata. Layla lo siguió. Pero si Raven se dió cuenta lo ignoró.

—Eso pienso yo —dijo Ye Joon con las mejillas ruborizadas—, pero en la cocina todo es un caos…

—S, debo hablar con esa mujer —dijo Raven con una sonrisa diferente, y nos guiñó el ojo como si compartiéramos un secreto—. Iré a verla esta noche. Es más, porque no salen tú y Baker a beber algo. Tomate el día libre mañana, ella no dirá nada. Tú confía en mí.

Ye Joon me miró entusiasmado, asintió como si fuéramos cómplices y sonrió de oreja a oreja con el rostro escarlata y los ojos brillantes.

—Bien. Gracias, señor, yo…

—No me digas señor —le dijo Raven sin abandonar ese halo de compañerismo—, dime Raven…

Ye Joon asintió y me reí. No le decía señor por su posición dentro del palacio, Ye Joon no venía de un lugar que respetara algo así, lo decía porque conocía la leyenda del capitán Raven. Ambos crecimos juntos, sabíamos sobre sus historias, las proezas, la tripulación que algún día tuvo bajo su mano, y, como yo, Ye Joon lo admiraba. Pero no tenía voz para decírselo.

Me reí. Ese tonto me habia querido robar el cartel de recompensa con el escupitajo y la firma de Raven hace años…



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Editado: 13.10.2025

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