Hace mucho tiempo, cuentan los mayores que, en las profundidades del rio Negro, ubicado en las montañas de Gilas, habitó Ümid, un gigantesco dragón azul, todos sabían que él era el último en su especie, fué el único sobreviviente de la guerra de los dos reinos, el reino de Canavarlar gobernado por gnomos y el reino de Guslar gobernado por duendes de la montaña Negra, en ésa guerra, en la que muchos dragones fueron utilizados como soldados y como medio de transporte de los guerreros, se consideró como una vil masacre en ése entonces; Ümid entre su nostalgia y miedo, se sumergió en las profundidades del rio Negro, ahí pasó toda la guerra, escondido de la barbarie y dicen que todo aquel que se acercaba, era quemado por el fuego del gigantesco animal.
Ümid, aquel triste dragón azul, reflejaba íra en su mirada, entre las noches desoladas, entre las lágrimas que salaron el agua del río, a pesar de estar escondido de la guerra, sus ojos cristalizaban el horror, grietas rojas en su amarillenta carne visual, su cuerpo a menudo sentía dolor, el fuego en su corazón poco a poco iba tomando fuerza, las llagas en él iban resurgiendo como petalos de rosas, con el coraje para defender su vida y el tesoro que aguardaba en el fondo del río, el dragón nadó hacia lo oscuro de las aguas.
A los 100 años de terminar la sangrienta guerra entre el reino de Carnavalar y el reino de Guslar, el cielo ya no se tiñó de rojo, sus atardeceres se aclararon y los elfos provenientes del otro lado de la montaña, construyeron un templo cerca al rio Negro, para suerte de las criaturas mágicas, llegaron cuando Ümid estaba en un sueño profundo desde hace 50 años, a simple vista aquel rio daba la impresión de tener sus aguas tranquilas, las pequeñas hadas merodeaban cerca del lugar y ésa fué la razón para que los elfos construyeran su morada mágica cerca de ahí, pues ellos necesitaban la magia y la fuerza del elemental del agua, la necesidad de fluir al compas de cada gota, sentir cada micropartícula sixtina de tan sagrado elixir de la vida.
El templo de los elfos era liderado por la bella Rozmarín, una sacerdotisa mestiza, pues ella era mitad elfo por su madre y mitad humana por su padre, ella se veía obligada a llevar una dieta muy estricta, desde niña no le era permitido comer carne de cualquier tipo, debido a que sus genes tenían memoria celular humana, ella, al momento de ingerir carne animal, entraba en estado de demencia y locura, su aspecto cambiaba, su pensamiento y sentir se perdían en los designios de la oscuridad, en pocas palabras, la íra de la humanidad salía a flote a través de Rozmarín, su belleza escondía un oscuro secreto, ella era una sacerdotisa poderosa, maestra de elfas jóvenes, elfas de 200 años de edad que habían sido reclutadas para continuar sus caminos por el sendero de la magia élfica.
Rozmarín, la hermosa sacerdotisa, cierto día, llevó a sus mágicas estudiantes cerca al rio Negro, estuvieron ahí por dos horas, meditando y sintiendo la energía del elemental del agua, percibiendo la fluidez de las aguas dentro de sí mismas, nadando entre sus pensamientos elficos inundados de recetas de plantas, alquimia y lo más poderoso, la energía del amor, así fue su clase hasta que decidieron regresar al templo, excepto una elfa que se escondió tras los árboles de durazno; aquella elfa era Bulud, su piel era blanca como las nubes del cielo azul, sus ojos eran verdes como los prados de Gilas, su cabello largo y liso, en el cual llevaba una tiara de plumas de oro, símbolo de aprendiz de sacerdortisa., Bulud, aquella elfa que desafiaba los designios de la voluntad de su maestra.