El tesoro de un Duende

Nuevo hogar

Capítulo 8

***En la actualidad***

Narradora: Rachel Gardener

Es increíble todo lo que ha pasado en mi vida después de la muerte de mi madre cuando tenía solo diez años, ya nada volvió a ser igual, sin embargo, mi papá se esforzaba por hacerme feliz y por intentar llenar el vacío que había dejado mi mamá. Con los años supe que ya era hora de que mi papá encontrara a una mujer que compartiera su vida con él, no sentía celos; pienso que ser egoísta no es algo que viene del amor y como lo amaba, deseaba lo que era mejor para él, pero hubiese apoyado su relación si no se tratara de la odiosa mujer con la que comenzó a salir: Ginger Fernsby. Una mujer que con verla puedes saber que su vida gira entorno del dinero. Pero un hombre enamorado es capaz de dejar pasar muchas cosas por alto y hacer muchas cosas tontas, y mi papá a pesar de la edad no fue la excepción. ¿Quién se casa en 2 meses? Pues, él lo hizo y no me quedó de otra que aceptar la derrota y respetar su decisión aunque muy en el fondo sabía que esa mujer estaba detrás de su dinero. La mujer solo pensaba en verse atractiva y gastar tanto dinero como pudiera en operaciones estéticas, ropas, accesorios y claro, en los casinos a los que iba a escondidas de mi papá. 

Aún recuerdo cuando se mudó a nuestra casa y en solo una semana hizo notables cambios en la casa y tuve que cerrar mi boca porque no quería causarle problemas a mi padre y mucho menos ser egoísta; si algo me había enseñado mi mamá era actuar con madurez en situaciones como estas a pesar de que los cuadros y las cosas de mi mamá terminaron en el sótano. En parte comencé a ceder por Adler, uno de mis hermanastros, el mayor de los hijos de mi madrastra. 

Adler es un chico muy distinto a la bruja de su madre y a su antipática hermana menor. Él es atento, caballeroso, amable, inteligente y es muy guapo: diecinueve años, alto, cabello oscuro y unos tiernos ojos marrones. ¡Imagínense tenerlo viviendo bajo el mismo techo! Él era una de las razones por la cual soportaba a su madre y a su hermana, también la razón por la cual no salía de mi habitación sin estar arreglada y la razón por la que mi corazón se aceleraba varias veces al día.

Cada vez que lo encontraba en cualquier lugar de la casa sentía un maravilloso cosquilleo dentro de mí y era inevitable sonrojarme si me sentía halagada por él. Siempre que su madre o hermana me hacían un desprecio, Adler me defendía y poco a poco se convirtió en mi amigo.

Desde que lo vi me atrajo y con el paso del tiempo llegué a enamorarme de él, aunque sé que es absurdo pensar que podemos llegar a ser algo. 

Mi padre comenzó a enfermar repentinamente y con el tiempo falleció. Fue un golpe muy duro para mí, jamás me había llegado a sentir tan sola en este mundo como cuando lo perdí. Sin embargo, debía ser fuerte y no porque quisiera sino porque estaba obligada; mi padre antes de morir contrajo muchas deudas de las que nunca nos habló y luego de su muerte quedamos en banca rota. Y Ginger perdió las pocas posesiones que tenía por causa de las grandes deudas y por esa razón ahora yo pago las consecuencias. 

—Oye, estúpida, ten cuidado con mis maletas —vociferó irritada Darcy, la pequeña bruja—, ¿o quieres que mi madre te haga trabajar más para pagar mis maletas? Ya mucho perdimos por culpa del idiota de tu padre. 

—No le digas así —respondí pacíficamente aunque muy en el fondo me encantaría poder darle una bofetada. 

—Es la verdad, era un idiota, por eso ahora no tenemos nada —masculló con cierto desdén. 

—Ya basta, …. —la regañó Adler que se acercaba al camión de la mudanza con unas cajas. 

Si hay alguien que me sostuvo en los momentos más difíciles, fue él. A pesar de todo, cuando está en casa no permite que su madre y hermana me maltraten y me ayuda con ciertas tareas del hogar porque sabía que cuando no está en casa me obligarían a hacerlas todas. Si antes pensaba que tener algo con mi hermanastro sería imposible, ahora estoy más convencida, su madre jamás permitiría nuestra relación, claro, si es que llegara a darse el caso. Por culpa de mi papá no solo yo perdí todo sino que ellos también; a su madre nunca le caí bien y ahora me odia con todas sus fuerzas. 

Hoy nos mudaremos a una casa en el condado de Adams, que pertenecía a los padres de mi papá. Fue lo único que nos dejaron conservar y sé que es porque la casa es muy antigua, además nadie la quiso comprar porque la gente del condado siempre daba muy malas referencias del lugar. Mi padre en su infancia vivió en esa casa, mis abuelos eran muy pobres pero gracias al esfuerzo de mi papá después que mi abuelo murió pudo construir una fortuna y jamás volvió al lugar porque siempre estuvo muy ocupado con el trabajo.

Ahora, ese será nuestro hogar porque literalmente estamos en la calle. Preferiría vivir bajo un puente que con las brujas, pero aun tengo diecisiete años y no sé por qué mi papá antes de morir pensó que lo mejor si a él le pasaba algo era dejarle la custodia a Ginger; ahora no me queda de otra que vivir con ellas hasta que cumpla la mayoría de edad y para eso falta casi un año. 

—Me hubiese encantado poder acompañarlas pero ya sabes, debo quedarme aquí en Filadelfia por la universidad —me comunicó Adler, quien está de pie delante de mí con sus manos dentro de los bolsillos de sus ajustados pantalones negros. Su semblante bajo la tenue luz de la mañana lo hace lucir muy atractivo y tengo que evitar mirarlo a los ojos porque tengo la extraña creencia de que si ve mis ojos por más de diez segundos se dará cuenta de mis sentimientos por él—. No has cambiado —sonrió—, sigues bajando la cabeza como un cachorro cuando te hablo de cerca.

—Lo siento —musité tímidamente. 

Adler acaricia mi cabeza como lo haría con un cachorro pero aunque es un gesto amable me hace tensar enseguida. 




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