El tesoro de un Duende

Un secreto no tan secreto

Capítulo 15

Narradora: Rachel Gardener

Mi cerebro sufrió un colapso con el extraño comportamiento de Jarom al abrazarme. Por un momento sentí que era un niño necesitando consuelo, y escucharlo sollozar cambió completamente mi forma de verlo. Él sigue teniendo sentimientos y es frágil como cualquier persona. Su situación es triste, amarga y posiblemente perpetua. 

Me siento frustrada por no poder ayudarlo a escapar de esta terrible vida que lleva y ahora puedo comprender la razón por la que mi papá hablaba de él con tanto pesar; tal vez el hecho de no poder ayudarlo le rompió el corazón, porque mi papá era un hombre que amaba ayudar a todo el que lo rodeaba. 

Ahora yo creo que debo ayudarlo; de seguro eso quería mi papá que hiciera y por eso me hablaba tanto de su amigo el Duende. 

La llegada inesperada de Adler me sorprendió en gran manera y saber que puede ver a Jarom me llena de alegría y alivio, no tendré que ocultarle nada y podré compartir algo más con él. Con un loco impulso me aventé hacia él para abrazarlo y fue un acto que después de analizarlo mejor me hizo poner muy nerviosa al grado de sudarme las manos. 

¿Por qué tenía que llegar justo en este momento? Justo cuando estaba en los brazos de otro chico. Esta situación me da mucha pena porque para Ad debe ser extraño verme abrazando a alguien más, yo no soy ese tipo de persona que anda abrazando. 

La mirada seria de mi hermanastro recae en el Duende que aún tiene los ojos húmedos y en su camisa rasgada hay rastros de sangre que por el abrazo hizo que mi camisa también se manchara y esa es la razón por la que Adler está preocupado preguntando si me había pasado algo.

—¿Eres sordo? Te he hecho una pregunta —inquirió, al no tener una respuesta la primera vez. 

—Él es… —Intento explicarle pero Jarom me interrumpe.

—Soy amigo de Rachel —declaró con calma. 

Me quedo sorprendida por su respuesta, pensé que le diría que era un duende. 

Mi hermanastro lo observa por unos segundos con los ojos entrecerrados. 

—¿Es cierto eso, cachorra? —Me interroga, mirándome a la cara. 

Cuando hablo con él se me hace difícil mirarlo a los ojos pero esta vez debo ser valiente y afirmar mi amistad con Jarom, aunque sigo sin entender el motivo por el cual debemos ocultar su verdadera identidad si ya le he explicado que Adler es de confianza. 

—Eh… Sí, somos amigos —le brindo una sonrisa a medias. 

Ad parece analizar la situación por un momento y parece que hay cosas que no encajan.

—¿Por qué estás herido? ¿Qué pasó? —Indaga levantando ambas cejas. 

En mi cabeza lucho por conseguir una respuesta que no incluya a los duendes pero no la hallo y me rindo.

—Rachel se asomó en el bosque y había un oso, así que la ayudé pero resulté un poco herido —confesó el Duende con tanta seguridad que es imposible no creerle. 

—Cachorra —me toma por los hombros y se muestra sorprendido—, ¿qué hacías entrando al bosque? ¿No sabes que es peligroso? 

Por un momento me quedo congelada.

—Lo siento —es lo único que se me ocurre decir.

—No dejas de disculparte —me acaricia la cabeza en forma juguetona como suele hacerlo—. Gracias por protegerla —le agradece a Jarom con una suave sonrisa—. ¿Quieres que te lleve al médico? 

—No, no —refutó mi supuesto amigo—. No te molestes, no es tan grave como se ve. 

—Está bien, entonces te llevo a tu casa. ¿Dónde vives? 

Sus preguntas me dejan perpleja. ¿Qué se supone que le dirá? Esta es su casa, pero no puede decirle, porque parece que está dispuesto a guardar su secreto. 

—Oh, no… Vivo cerca, puedo llegar caminando —hizo un gesto despreocupado con su mano—. Ya es hora de irme, mi madre debe estar preocupada porque no he llegado. 

Mi supuesto amigo se da la vuelta y da unos pasos en otra dirección. 

—¿Sabes qué le sucede a mamá y a Darcy? Desde que llegué han estado profundamente dormidas —Me pregunta confundido. 

Jarom se detiene y aprovechando que Adler le está dando la espalda me da una mirada nerviosa y me hace un par de señas para que entre a la casa. 

—Deben estar tomando una siesta —hago un esfuerzo por sonreír. Lo tomo del brazo —vamos a entrar a la casa, ¿sí?

El chico asiente y me acompaña a la casa. Lo hago esperar en la sala mientras busco a su madre y a su hermana a quienes el Duende acaba de despertar de su sueño. Están desconcertadas por haber despertado casi al medio día pero al ver a Adler se distraen y olvidan el tema. 

Durante todo el día, Ginger no paró de hacerle preguntas a su hijo favorito y de halagarlo. Yo me concentré en preparar unos pasteles y Darcy muy contenta fue a entregarlos en la panadería. 

La bruja consideró que debía ceder mi habitación a mi hermanastro e ir a dormir con Darcy, quien no se mostró tan contenta con la decisión pero no le quedó de otra que aceptar. Por lo menos la relación con ella no está nada mal últimamente y creo que se debe a lo enamorada que está; de hecho, ya no muestra signos de ansiedad y aparte su rostro es más alegre. 

En toda la tarde no pude hablar con Ad y preguntarle la razón por la que está aquí si aún no han llegado las vacaciones. 

En la obscuridad de la habitación de Darcy busco la luz que se asoma por debajo de la puerta y noto que ya no siento tanto temor. Realmente Jarom tenía razón con lo de concentrarme en lo que podía ver, me pregunto qué estará haciendo. ¿Estará seguro?

Me quedo dormida.

Despierto con un grito proveniente de mi habitación. Me levanto de inmediato y corro en esa dirección. Enciendo la luz y veo a Adler acurrucado en el espaldar de la cama y a Jarom de pie pegado a la pared. Ambos me miran y no puedo evitar mi cara de sorpresa y confusión.

Ginger y Darcy se asoman llenas de temor en la habitación.




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