El tesoro de un Duende

Todo está perdido

Capítulo 22

Narrador: Jarom Bradley

Retenido por los duendes del clan de Niebla en una guarida en contra de mi voluntad me llena de ira e impotencia, necesito salir a buscar a Rachel, los otros duendes son capaces de torturarla con la intención de encontrar mi paradero y solo pensarlo me está enloqueciendo. 

Los duendes se han reunido con otros para salir a rescatar a la roba manzanas, pues, la tienen en el bosque según informaron los que llegaron. Quisiera ir con ellos, buscarla yo mismo y si es posible entregarme con la condición de que la liberen y quede a salvo de todo este problema del cual me siento responsable; si no me hubiese conocido, ella estaría bien y no en las condiciones en que se encuentra.

El susurro de mi nombre me hace desaparecer de la guarida y aparecer delante de Adler. Varios duendes de la brigada me atan con fuertes enredaderas, son ocho duendes y uno de ellos es el capitán de estos, y se complace al verme. Volteo y mis ojos se encuentran con los de Rachel, está llorando y se niega a aceptar que me hayan atrapado, sin embargo, quisiera poder gritarle que está bien, que prefiero que me lleven a mí con tal de salvarla. 

Me llevan a rastras en dirección al portal que lleva al mundo de los duendes y al alejarnos escucho a uno de los duendes de la brigada avisar a su capitán que se hizo cargo de los dos humanos. Trago con fuerza, entendiendo que tanto Adler como Rachel fueron asesinados por estos miserables duendes y yo me siento responsable de eso, me duele el corazón y retengo las lágrimas para no mostrarle a mis captores lo débil que soy. 

Al llegar al infernal mundo de los duendes me encierran en la celda de una especie de sótano diferente al lugar en donde estuve la última vez en donde vi a Elina. Está oscuro, húmedo y frío, como todo aquí en este mundo, con su característico olor a moho y cosas podridas. Las enredaderas me impiden usar mis poderes que en comparación a los de ellos es sumamente inferior, debido a que aun no soy completamente un duende y aparte estos duendes están recibiendo más poder a causa de las hadas que tienen en cautiverio. 

 

 

Han pasado cinco días en los cuales solo me han dado a beber sangre de venado para evitar que me debilitara en extremo. He derramado lágrimas debido al dolor que hay en mi corazón por la muerte de la roba manzanas. Me siento tan culpable, tan solo y desdichado, lleno de rabia y rencor, destrozado completamente y resignado a que perdí, que ya pronto me convertiré en duende y me castigarán con venganza hasta causar mi muerte la cual he esperado por tanto tiempo para descansar de todo mi sufrimiento. 

Cuatro duendes de la brigada me llevan con ellos (casi arrastrado a causa de la debilidad de mi cuerpo), hasta el centro de la plaza central en donde me atan verticalmente a un tronco. Luego, otros duendes traen casi cargada a un hada muy demacrada y herida, cuando la colocan en un tronco a mi lado y la atan de la misma forma que a mí, me percato de que se trata de Elina. No comprendo la razón por la cual ambos estamos atados uno al lado del otro; siento rabia cuando sus ojos me miran con tanta tristeza; es por su culpa que he sufrido tanto, también es su culpa que Rachel haya muerto… Y lo que me da más rabia es que por segundos siento un poco de compasión por ella.

Muchos de los ancianos, algunos duendes rastreadores, el capitán y su brigada nos rodean mirándonos con mucha satisfacción como si el tenernos a ambos aquí se tratara de un sueño hecho realidad. De pronto la presencia de alguien los hace cambiar de posición para abrirle paso en medio de ellos hasta donde nos encontramos nosotros. Un hada escoltada por dos más, sobrevuelan por el centro y al estar delante de nosotros se transforman en humanas, dos visten de verde y se encuentran a los lados de la mujer de aproximadamente un metro ochenta, piel morena y cabello lacio, sin duda se trata de Dayana, la tía de Elina. Da unos pasos sutiles y se coloca delante de su sobrina. 

—Oh, cielo… ¡Qué terrible te ves! 

Elina deja escapar un bufido como respuesta. 

Se posiciona delante de mí y me brinda una sonrisa mostrando sus dientes con sosiego. 

—Jarom, Jarom, Jarom. ¡Qué dicha siento en este momento al tenerte aquí! Durante años he esperado este momento y por poco pensé que lograrías arruinar mis planes. 

—¿Qué quieres de mí? —Murmuro en voz baja, pero mostrando enojo.

—Oh, ternura… De ti solo necesito algo sencillo.

—¿Qué demonios quieres? —Tenso mi mandíbula.

La morena se pasea y observa a los demás antes de regresar su mirada hacia mí.

—Tu veneno es el único capaz de acabar con Elina, claro, solo cuando se complete tu transformación. Necesito solo eso de ti, nada más —su declaración me deja confundido.

—Mucho esmero puesto en mí, cuando nuestro veneno no es capaz de matar a las hadas, ustedes solo mueren por causa de la destrucción de la naturaleza.

—Tesoro, hay tantas cosas que desconoces y que nunca tu amada Elina te comentó —sutilmente acaricia mi mejilla izquierda—. Bien has dicho cuando mencionaste que las hadas morimos con la destrucción de la naturaleza, pero, existe otra forma creada por la madre naturaleza como defensa. El hada que convierte a un humano en duende, deja sobre él parte de su esencia, es por eso que ustedes poseen algunos poderes y su creación es primordial, pues, mantiene viva la parte venenosa de la madre naturaleza del cual obtiene más poder. Al tener la esencia del hada corriendo por su cuerpo esto se transforma en veneno y ese mismo veneno es capaz de acabar con el hada dueña de la esencia. Cuando Elina te convirtió en duende no solo colocó un castigo sobre ti, sino que, puso su vida en tus manos. Quizás crees que es demasiado estúpido que un hada haga esto sabiendo que le da la oportunidad a alguien de matarnos, pero, la madre naturaleza así lo dictó necesario al igual que dictó que las hadas eligiéramos humanos para procrear, ya que, solo de esa forma se mantiene el equilibrio en la tierra debido a la unión de sus creaturas. Como ningún humano querría ser un duende por voluntad propia, se tuvo que colocar como un castigo ejecutado cuando se infringe nuestra ley y nuestros pactos.




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