El tesoro de un Duende

La batalla

Capítulo 25

Narradora: Rachel Gardener

Logramos atravesar el portal que nos lleva hacia el reino del Sur, en donde nos esperan las guardianas de los portales, quienes se aseguran de llevarnos como prisioneras hasta las celdas anti-magia como forma de protección, debido a que no está permitido invocar un portal hacia otro reino sin previa solicitud que debe expedir el Consejo de las hadas. 

Lou, Clar y Any me acompañan mostrándose muy calmadas, así que me siento más segura en este lugar, sin embargo, no me acostumbro a estar en mi forma de hada.

Las hadas guardianas visten trajes color blanco y un cinturón color azul cielo. Luego de dejarnos en las celdas se retiran y observo a otro grupo de hadas que se acercan hacia nosotras, estas también visten de color blanco, llevan un cinturón plateado y…, sus alas con destellos brillantes son hermosas.

—Son de la guardia real —me susurra Lou, cerca de mi oreja izquierda. 

Una de las hadas de la guardia real nos mira minuciosamente a cada una de nosotras logrando intimidarme. 

—¿A qué reino pertenecen? —Interroga, con un tono de voz hostil—. Su vestimenta no concuerda con la de algún reino conocido.

—Somos disidentes del reino del Norte, solicitamos hablar con la reina y el Consejo —declara Lou, con mucha firmeza.

—¿Disidentes? —El hada levanta una ceja—. ¿Creen que pueden venir a otro reino y hablar con la reina solo porque ustedes lo dicen? —Se mofa—. Para eso deben tener una...

—Una solicitud expedida por el Consejo de nuestro reino y aprobada por el de ustedes —interrumpe, Lou—. Ya lo sabemos, pero como ex miembros de la guardia real del reino del Norte, sabemos que de no tener el respaldo del Consejo para el envío de la solicitud, la reina en persona puede solicitar una reunión con las líderes de otros reinos. 

—¿Y quién de ustedes es la supuesta reina? Porque hasta donde sabemos, el reino del Norte posee una reina en funciones, ya que la verdadera reina está desaparecida desde hace años.

—Ella es la sucesora legítima del trono, es la hija de Elina —se adelanta, Clar.

—¿Una hija? —Indaga con sarcasmo en su tono de voz—. En este caso, se le hará una prueba de legitimidad y de ser cierto lo que dicen, podrán reunirse con la reina y el Consejo. De otro modo, tendrán serios problemas.

Lou y las otras ya me habían informado sobre la prueba que me harían; aunque estoy nerviosa, sé que estoy preparada para eso, porque de mí dependen muchos y no dejaré que Dayana se salga con la suya. 

La prueba consiste en conectar mis alas al árbol ancestral del reino y este arrojará mi línea directa de antepasados. Empero, la conexión con el árbol ancestral es dolorosa y debo soportar hasta el final o de lo contrario este adsorberá mi poder.

Las hadas de la guardia real solo me llevan a mí en dirección al árbol y me conectan a través de unos hilos dorados que se desprenden de las ramas que al acercarlos a mis alas se adhieren y se iluminan junto con estas. Como me habían comentado este proceso es tan doloroso, superior al veneno de los duendes, porque se trata de un dolor en el alma. Siento como mi cuerpo tiembla y de mis labios se escapan alaridos a medida que el dolor se hace más fuerte y desearía poder librarme de este sufrimiento, pero recuerdo lo peligroso que sería, de modo que resisto repitiendo en mi mente una y otra vez las razones por las que hago esto.

El dolor va desapareciendo después de unos minutos que parecieron eternos; abro mis ojos llorosos y diviso una expresión de espanto en el rostro de las hadas de la guardia real. Todas ellas hacen una leve inclinación y se disculpan por su incompetencia. 

Una de ellas me muestra una hoja del árbol en donde brillan los nombres de mis antepasados en línea directa hasta llegar a la Madre Naturaleza. 

Liberan a mis compañeras y nos llevan hasta la reunión con el Consejo; reunión organizada en tan poco tiempo que tenemos que esperar por la reina, quien se encontraba en el mundo humano. Al llegar nos saluda cortésmente. Ella es de tez bronceada, ojos color marrón y cabello rubio, viste un elegante vestido color rosado viejo que la hace ver adorable; se detiene delante de mí y me observa con admiración.

—Es increíble —comenta, sutilmente—. Mi nombre es Shezca, reina del Sur. Aún no puedo creer que Elina haya tenido una hija escondida. Pero, ¿qué hacen aquí? ¿Por qué no reclamas el trono de tu reino? Tengo entendido que hay una reina en funciones: Dayana, creo que es tía de Elina. 

—No puede hacerlo —responde Lou—. Su madre está en cautiverio en el mundo de los duendes bajo órdenes de Dayana a pocos días de ser asesinada. Le harían lo mismo a Rachel si se diera a conocer su identidad en estos momentos. 

—¡Oh, por la Madre Naturaleza! —Exclama la reina haciendo un mohín—. Si esto es cierto, ¿esta visita es para pedir ayuda?

—Así es —afirma Lou, con un suave movimiento de cabeza.

La reina se aproxima hacia la silla que le corresponde en la gran mesa; se muestra pensativa.

—Lo siento, aunque quisiéramos ayudar, el código de la alianza de los reinos prohíbe que un reino se entrometa en los problemas de otro, a menos que esos problemas afecten de forma permanente a otros reinos. Si su reino está siendo avasallado por Dayana, deben resolverlo por ustedes mismos, ningún otro reino puede intervenir. 

—Sabemos en cuanto al código, éramos de la guardia real, así que estamos aquí porque su reino y los otros están en peligro también —expone, Lou—. Dayana planea hacerse reina legítima de nuestro reino obteniendo todo el poder que le confiere el trono y luego planea derrocar el reinado del Sur y el Este. Saben que nuestro reino es uno muy grande.  

La reina se inclina hacia adelante y la observa detenidamente. 

—¿Cómo es esto posible? 




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