El tesoro de un Duende

Malas noticias y decisiones apresuradas

Capítulo 5

Narrador: Jarom Bradley

Despierto al amanecer y me preparo para la faena; mis botas me quedan un poco apretadas, pero estoy acostumbrado, en estos momentos no puedo darme el lujo de comprarme unas nuevas. Me encuentro con mi padre antes de salir de la casa con rumbo a los sembrados de manzanos, hoy empezaremos la recolecta de manzanas y por eso luce de buen humor. Divisamos a los dos jornaleros que ya habían llegado, corren en nuestra dirección, en sus rostros se nota la preocupación y lo más probable es que algo malo haya pasado.

—¡Patrón! ¡Patrón! —Gritan, agitados por la carrera desde los sembrados.

—¿Qué pasa? ¿Por qué tanto afán? —Vociferó mi padre con preocupación.

—Las manzanas, patrón —declara uno de ellos, inhalando grandes bocanadas de aire—. Todas las manzanas se pudrieron en los árboles.

Mi corazón dio un vuelco. ¿Qué demonios está diciendo? ¿Cómo pueden podrirse unas manzanas que ayer en la noche estaban en perfecto estado y que aún seguían en los árboles?

—Pero, ¿qué diablos dices, Steven? —Inquiere mi padre, alterado por la terrible noticia.

Corremos con prisa hacia los manzanos y efectivamente como ellos habían dicho: las manzanas están podridas.

Corro por el medio de las líneas de árboles, observando a cada uno y con la esperanza de que algunas manzanas se hubiesen salvado, pero todas, absolutamente todas las manzanas lucen igual.

Podridas.

Regreso con mi padre quien se halla de rodillas y con la cabeza en el suelo golpeando con rabia la tierra, llora y los dos jornaleros están en cuclillas a su lado intentando calmarlo. Mis ojos comienzan a derramar lágrimas. ¿Cómo es posible que esté sucediendo esto? Ayer dejamos este lugar luciendo bien y todavía había manzanas verdes sobre los árboles; habíamos cuidado más de esta cosecha que de cualquier otra que hayamos tenido antes, y ahora..., ahora todo está perdido.

En mi interior el dolor se agranda al pensar que la vida de mi madre dependía de esta cosecha, ¿¡qué le diremos ahora!? ¿Qué vamos a hacer?

Mi padre llora y profiere maldiciones con todo el dolor de su alma.

Corro con destino al bosque, necesito desahogarme en la soledad porque no quiero hacerme añicos delante de mi papá. Al entrar al bosque me sostengo de un árbol y me encorvo hacia adelante; mis sollozos pueden ser oídos por cualquier persona o animal a varios metros de distancia, pero no me importa. Golpeo el árbol con rabia y dolor, tengo que desprenderme de todo lo que siento por dentro.

—¿Qué tanto daño te hizo el árbol? —Murmura una mujer a mi espalda y logro reconocerla.

Volteo y ella al ver mi condición se acerca y me enrolla en sus brazos. No dice nada, solo me brinda la calidez que necesito en este momento.

Con suavidad limpia mis lágrimas, sus tiernos ojos me miran esperando respuestas a las muchas preguntas que quizás se está haciendo.

—Todo está perdido —mi voz es poco audible, sin embargo, ella parece comprender.

En este tiempo que tenemos de amistad no le he contado sobre la condición de mi madre, me daba miedo que ella pensara que solo la quería porque deseaba su fortuna.

—No digas eso —toma mi rostro entre sus suaves manos—, no todo está perdido, me tienes a mí.

Una idea viene a mi mente: Elina quiere que nos casemos y hacerlo me permitirá poseer la mitad de su fortuna y aunque antes no lo había pensado ahora pasaba por mi cabeza que si conseguía esa fortuna podría salvar a mi madre.

Es cierto, no todo está perdido... Aun la tengo a ella.

Le doy un abrazo y me inclino un poco para poner mi cabeza en su hombro.

—Quiero que nos casemos lo más pronto posible —susurro.

Ella me separa lentamente y me mira directo a los ojos mostrando confusión.

—¿Qué dijiste?

—Quiero que nos casemos lo más pronto posible —tomo sus manos entre las mías—. Eres lo único bueno que me ha pasado, te quiero y sé que tú también me quieres.

—Pero creí que no te sentías preparado —comenta con cierta confusión.

—Por favor, te necesito en mi vida; además, tu mayor anhelo es ser reina y sé que has esperado por años este momento, ¿por qué no ayudarnos si ambos nos queremos? —Siento mi corazón latir con fuerza.

Me mira moviendo sus ojos rápidamente intentando descifrar algo en mi rostro y me toma por los hombros.

—¿Estás seguro de que lo quieres hacer por la causa correcta? No quiero que te cases conmigo solo porque sí o porque estás inten... —Su voz se apaga en la última oración y aprieta sus labios.

—Quiero estar contigo. Te juro que eres lo único que tengo ahora para —«salvar a mi madre», pienso—... Ser feliz.

Me siento mal por esto porque yo en serio la quiero, sin embargo, amo a mi madre y soy capaz de hacer cualquier cosa por ella.

—Yo estoy lista, así que cuando quieras nos casamos —dice mientras acaricia un mechón de mi cabello que cae sobre mi frente—. ¿Cuándo es "pronto" para ti?

—Mañana —susurro posando la mirada al suelo.

—Vaya, eso es algo rápido —contempla—. Sin embargo, me has demostrado ser digno, tienes un corazón puro y, acepto tu propuesta —sonríe con dulzura.

Me siento horrible, estoy engañando a alguien que cree en mí y aunque sí deseo casarme con ella es algo que no haría de la noche a la mañana, si no fuera mi única opción jamás traicionaría la confianza que hemos creado.

—Espera un momento —da unos pasos hacia atrás.

Elina se transforma en hada y se aleja hacia algún lugar del bosque. Regresa con dos piedritas que sostiene en ambas manos.

Sopla con suavidad ambas piedras y en medio de unos destellos puedo ver algo fantástico: una se torna de color blanco y la otra de verde. Me entrega la verde y con un movimiento chispeante de sus manos, la piedrita ahora cuelga de una cuerdecilla marrón a semejanza de un collar. Hace lo mismo con la piedrita blanca. Vuelve a su forma humana.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.