El tiempo contigo fue una vida entera

No es un cuento de hadas

Érase una vez, en alguna ciudad tranquila vivía una joven y talentosa chelista. Hija de famosos músicos, dejaba encantados a todos los oyentes con las notas que interpretaba, estaba orgullosa de su esfuerzo que rendía frutos y se preparaba para ingresar a una de las escuelas de música más cotizadas del mundo.

 

Cierto día, recibió su deseada carta de aceptación así como un contrato millonario, el mejor que cualquier músico había recibido; emocionada fue a su casa y quería decirle a todos los que había sucedido. Allí se encontraba la persona más especial que tenía además de sus padres; cuando vio el contrato, ese muchacho le dio una bofetada que la hizo caer. Ella asustada, retrocedió tanto como pudo pero el joven comenzó a darle patadas hasta sentir que cada uno de sus huesos se rompía.

Temiendo por su vida y haciendo uso de todas sus fuerzas logro alejarse mientras esa persona rompía todo lo que estaba alrededor. Se escondió en el lugar más alejado de la casa, esperando que alguien llegara a ayudarla. No podía mover sus brazos, sentía algo cálido bajando por su cuello y lentamente iba perdiendo la conciencia, temerosa de lo que pudiera ocurrir si cerraba los ojos, comenzó a contar.

Cuando despertó, sus padres estaban con ella. No podía decir ninguna palabra pero su madre le dijo que no era bueno provocar a su novio. Más que asustada, escucho levemente que sus padres y los padres de su agresor llegaron a un acuerdo, no lo demandarían pues no querían llamar la atención pero como la carrera musical de su hija estaba acabada exigían que ese muchacho dejara de hacer música también además de alejarse de ella tanto como fuera posible.

Aceptaron. Eso no le devolvería la movilidad de sus brazos. Su diagnóstico inicial fue que tras la recuperación apenas podría sostener un lápiz pero no escribir. Varias cirugías después volvería a escribir pero era imposible que volviera a tocar un instrumento. Sus padres al verse decepcionados decidieron que era mejor si tomaba sus terapias en otro lugar pues no podían cuidarla y vigilarla, estaban demasiado ocupados con sus propias actividades que no tenían tiempo para otra cosa.

Se decidió que se mudaría con sus tíos. Cada noche lloro porque de repente no podía sostener ni una cuchara, a veces no podía cepillar su cabello o ponerse un pasador. Estaba molesta porque nadie la quería cerca y sin embargo ella quería seguir adelante. Sus risas se apagaron, sus planes se convirtieron en secretos bien resguardados y su vida tenía que comenzar de nuevo.

 

Desde ese momento, habían pasado 6 años.

 

Vacaciones.

— Mamá, por favor, deja que se quede con nosotros además Mugi ya vive sola. Tenemos una habitación extra — pedía Hideto. — si, por favor. Lamentaría que mi amigo escapara de nuevo de su casa y le pasará algo o tuviera malas compañías.

— No me tienes muy orgullosa después de repetir año. ¿Y te atreves a pedirme favores? Hideto, así como eres de leal deberías estudiar más y en serio. — lo reprendió

— Por favor — dijo — Mugi, dile algo — suplico.

 

Mugi cortaba verduras de manera irregular. Cuando sostenía el cuchillo sentía sus brazos como plomo por lo que no podía cortarlos de un mismo tamaño. Cortar en cubo o juliana era todo un desafío y aunque su tía no le dijera nada sabía que desperdiciaba ingredientes.

— Tía, ¿porque no lo deja quedarse? — Pregunto — si consigue el permiso de sus padres... entonces ellos también estarán más tranquilos. Es mejor que este con alguien conocido, ¿no?

— Lo pensaré de nuevo — contesto con tranquilidad — Mugi, deja de cortar eso y ve a limpiar mesas.

— A la orden — sonrió.

 

La tía comenzó a sofreír lo que Mugi acababa de cortar como si nada pasara. Hideto ayudaba a limpiar cebollas después de escuchar que lo pensaría de nuevo. En el restaurante, Mugi levantaba con mucho cuidado los platos sucios cuando un repentino golpe la sorprendió. Miro a su alrededor, una chica le dio una cachetada al chico que la acompañaba.

— ESTOY HARTA KEN. ¿ACASO CREES QUE EL MUNDO GIRA A TU ALREDEDOR? ¿QUE HAY DE MÍ? ¿NO PIENSAS EN MI? ¡ESTOS CUATRO AÑOS JUNTOS HAN SIDO LOS PEORES DE MI VIDA! TAMBIEN TENGO PROBLEMAS PERO HACES SONAR QUE LOS TUYOS SON MÁS IMPORTANTES QUE LOS MIOS. MEJOR TERMINEMOS. TE DIRE LA VERDAD, SOLO SALÍ CONTIGO PORQUE ERAS FAMOSO, TENIAS DINERO PERO AHORA NO ERES NADA. — dijo una estudiante que lo dejo solo.

 

El chico se quedó en silencio. No se movía ni nada. La impresión fue bastante fuerte. Mugi fue hacia él y le dejo un pañuelo pues desde su perspectiva parecía que estaba a punto de llorar. Ella continúo con sus respectivos deberes hasta que Hideto se acercó al joven.

— Kenji, ¿estás bien? — pregunto preocupado.

"Tengo sudor en los ojos" escribió en una servilleta usando el pañuelo que le dejaron para limpiar sus lágrimas.

— Ya veo, ¿quieres descansar un rato? — sugirió pero no espero respuesta y lo llevo a su casa. Hideto lo subió a su habitación esperando que pudiera desahogarse. Ellos tenían unos años juntos así que no creyó que terminaría de esa manera tan llamativa.




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