El tiempo contigo fue una vida entera

La caja de música

En casa, Mugi practicaba los cortes que se usaban en la cocina. No podía seguir haciendo un trabajo tan feo al grado que sus tíos no le decía nada incluso le aplaudían, eso la hacía sentir muy mal. Sentía que decía algo como " bueno, no hay otra opción o ya que" y eso le ponía muy triste. Cuando iba a trabajar con las flores de tela, no importaba si era torpe porque el resultado le gustaba. Su empleado se sorprendía de verla trabajar con tanto entusiasmo y le decía que estaba a tiempo de buscar más cosas para hacer si eso no la convencía. A veces era tan grosero que cuando salían palabras amables dudaba de su veracidad.

Pasaron algunos días, Kenji paseaba por las tiendas. No había visto a Mugi cuando Hideto le dijo que iba por lo que creyó que lo engañaba. Pero escucho a la tía decir que Mugi estaba ocupada y no podría ir. Pasó por una tienda de antigüedades y vio una caja que le recordó la expresión de Mugi.

— A sus órdenes joven — dijo el encargado.

Podía escribir o hablar.

— Quiero ver la caja de porcelana...— contesto en una voz muy baja y apunto la caja de la vitrina.

El encargado se la mostró diciéndole que esa caja fue vendida al lugar y tenía una historia romántica. Un hombre la mando a hacer para su amada incluso la música que reproduce es una canción que la mujer solía tocar. Kenji pensó que era un buen regalo de agradecimiento sin importarle la romántica historia así que la compro.

Orgulloso de su compra. Camino de vuelta a la casa cuando vio a Sofía con su nuevo novio.

— ¿No me digas que salías con ese pelele?

— ¡Ni me lo recuerdes! Lo único bueno que tenía era su dinero, me compraba cosas costosas pero en lo demás no era tan bueno —contesto ella

— Jajajaja ya me imagino, ese uniforme lo usa para parecer malo pero por dentro ¡no es más que una niñita! — Contesto — mocoso

Kenji paso de largo pero el chico golpeo la bolsa donde llevaba la caja de música

— ¿Oye mocoso no escuchaste que te hablé? ¿Tus padres no te enseñaron a respetar a tus mayores? — Le dijo y volvió a patear la bolsa — ¡Responde cuando te hablo!

— Mi amor, él no habla... solo es otro mudo que nadie necesita en el mundo — dijo con desprecio

Los transeúntes apenas escuchaban lo que decían y reprobaban su comportamiento pero nadie se atrevía a defenderlo. El muchacho mayor lo empujó y Kenji quería golpearlo pero no quería causar más problemas a las personas que lo cuidaban.

Apareció su salvadora con un oficial.

El policía los llevaría a su estación donde llamarían a su padres, Kenji se quedó atrás junto a su salvadora.

— Nos volvemos a encontrar — dijo Mugi — ¿estás bien?

Asintió. Ella llevaba algunas bolsas.

— ¿Vas a la casa?

Asintió y repentinamente recordó que en su bolsa llevaba algo que posiblemente ya estaba roto. Saco el contenido y la tapa estaba fragmentada.

— Que triste — dijo ella — ¿quieres que vayamos a repararlo? Mi florería está cerca.

Le pidió que la siguiera. Conocía esa florería pero jamás había entrado. El empleado apareció y grita.

— ¿A quién ayudaste está vez? ¡No eres una salvadora! ¡Deja de traer a personas que solo te ocasionan problemas!

— Pero lo conozco, es amigo de Hideto — contesto — mejor llévalo atrás para reparar una caja que trae.

Esa florería tenía muchos arreglos de diversos tipos y todos hechos de tela, también había tarjetas y vendían cosas para manualidades. Kenji siguió al empleado hasta el taller donde había muchos materiales para trabajar.

— Espera aquí — le dijo. Unos minutos más tarde, entro Mugi con un vaso. — ¿Te gusta el té negro?

Asintió

 

Le pidió que saque la caja. Por suerte solo se rompió de la parte de afuera así que su interior tocaría como siempre o eso dijo Fabián, el empleado enojo que los recibió, con un poco de pegamento y pintura quedaría como nueva. Kenji insistió en reparar la caja por sí mismo así que Mugi comenzó a hacer su propio trabajo mientras Fabián cuidaba de la tienda. Kenji comenzó a verla trabajar. Había muchas partes pequeñas que ella apenas podía poner o acomodar además su letra no era muy entendible por lo que nadie más además de ella sabía lo que decía.

— ¿Niño te quedas a cenar? Mugi hace una comida excelente. — le dijo Fabián.

Pensó que tal vez, ese chico era novio de Mugi.

— ¿Sales con ella? — preguntó. Si era el caso entonces estaba interrumpiendo

Fabián lo miro, claramente escucho un susurro pero su voz era tan baja que parecía solo mover los labios. Kenji escribió en su teléfono.

"¿Sales con ella?"

— No — respondió después de leerlo — Ella no es mi tipo. — afirmó.

Mugi les sirvió un salteado con pollo. Los cortes irregulares eran evidentes y ella se disculpó por la mala presentación, empezó a cortar en porciones más pequeñas para Kenji pero él trato de decirle que así estaba bien. Fabián comía como cualquier otro día.




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