Arthur llevo a Kenji a casa donde no estaba su madre, supuso que volvió a salir. Se despidieron con la promesa de reencontrarse en la boda de Jean.
Él subió a su habitación y dejo los regalos que compro para Mugi cerca de él. Ahora que ya había orden en sus pensamientos lo primero que haría sería hablar con su madre y regresar al lado de Mugi. Era cierto, era su madre pero hasta donde recordaba fue criado por su padre cada vez que ella decía que no podía más.
Intentaría dormir y por la mañana hablaría con ella sí o sí.
Se levantó antes de que saliera el sol y empezó a preparar el desayuno, reviso su correo solo para descubrir la invitación enviada por Jean. En su cabeza, meditaba las palabras que quería decir y lo que quería hacer. Sabía que estaba siendo caprichoso pero no quería estar en un hogar donde solo lo hicieran sentir como parte de la decoración.
Su madre bajo como cada día y se preparó un jugo de naranja, era evidente que esperaba una disculpa adecuada. Al ver qué él no decía ninguna palabra, ella hablaría.
— Kenji, fui poco estricta contigo. Solo quiero lo mejor para ti, yo sé lo que más te conviene y me gustaría que al menos me hagas caso — empezó a decir — lo más importante de todo es que puedas tomar un puesto en el Buffet jurídico de tu padre.
— No y de hecho quería hablar contigo de eso — dijo en voz clara — regresaré a la casa de mi amigo. No, voy a regresar a la casa de mi novia.
— ¿Crees que aguantaré tus bromas?
— Mamá, quería al menos sentirme cómodo en esta casa pero solo me haces sentir como algo que no debe ser tocado. No me conoces en absoluto y ni siquiera intentas conocerme... ¿te parece que pueda ser feliz aquí?
— Kenji, te lo advierto... esa persona no entrara a mi familia.
— ¿Qué familia si te la pasas huyendo de papá y Eric ni se diga de Armando? — replicó
— Cuida tu tono, ¡no me importa que tengas tu propia fortuna! Aún eres un niño y de una vez te digo, cuando cruces esa puerta... ya no te consideraré más mi hijo.
Kenji se levantó y subió a su habitación. Bajo con las cosas que compro y regreso a la cocina.
— Gracias por criarme estos años — le dijo y salió de la casa.
Kenji reservo un vuelo para la tarde y regresaría a Mugi. Sabía que estaba siendo egoísta y después de ver la cara de su madre entendió que lo que dijo era correcto. Ella ha huido durante años de la presión familiar y no sabe medir sus acciones. Es la mejor opción que se le ocurrió.
...
El vuelo lo mantuvo despierto. Salvo por los regalos para Mugi no llevaba mucho equipaje ni siquiera su teléfono. Cuando su mamá se mudó, lo hizo con el único propósito de no ser reconocida por nadie pero ahora ni el o Eric le ponían atención.
En el aeropuerto tomo un taxi y fue directo a la casa de Mugi. Pensando que le diría o que cara debía poner pero no se le ocurría nada. Solo quería abrazarla. Llegó y se dio cuenta que no tenía su llave, tocó el timbre y nadie abrió.
— Muchachito, ¿buscas a la señorita?
— Si, ¿sabe si salió a algún lado? — pregunto. Se suponía que ese día cerraba temprano.
— Ohh creo que escuche que cayó por las escaleras y la llevaron al hospital...
— ¡¿Qué?! — respondió. Salió corriendo. Si alguien sabía lo ocurrido era la tía o Hideto, no sabía cómo no se le ocurrió comprar un nuevo celular. Por suerte estaba cerca la casa de ellos.
Giro apresurado y vi a alguien salir de un auto que estaba estacionado afuera de la casa. Se acercó más y más hasta que sus ojos se encontraron con los de Mugi y la abrazo.
— ¿Kenji? ¿Qué sucede? — pregunto. Sentía como el corazón del chico latía tanto que parecía escaparse en cualquier momento. — ¿Estás bien?
— Lo siento, creí que estabas herida — y la abrazo con más fuerza.
La tía se aclaraba la garganta haciendo ruido innecesario mientras Hideto no sabía hacia dónde mirar. Ni siquiera se imaginaba que Mugi permitiera ese comportamiento en público.
— Oye niño, ¡suéltala! ¡No me quedaré todo el día aquí hasta que se te pase la calentura! — lo regaño la tía.
Kenji recordó en que situación estaba y soltó a Mugi disculpándose. La Tía escondía su risita. Kenji y Hideto la llevaron adentro. Según Hideto, Mugi y la tía estaban platicando cuando está última se resbaló en las escaleras y cayo. Cómo consecuencia se rompió la pierna. Mugi se ofreció a cuidarla pero la tía no quería pues ella también debía dirigir un negocio.
— ¿Y tu papá? — pregunto Kenji a Hideto
— De viaje de negocios — dijo — creo que fue a dar unas conferencias o algo así. Le dije que mamá se cayó y lo que me respondió fue " ¿otra vez?" y me aseguro que regresaría por la noche.
Kenji tenía dolor de garganta así que dejaría de hablar un rato y fue con Mugi a ayudarle a cocinar. Al verla picar los vegetales no resistió las ganas de abrazarla. Ella sonrió al tenerlo tan cerca.
— Te extrañe, creí que ya no volverías. — le dijo.
— Mugi... vamos a casarnos — propuso con voz clara — quiero que estemos juntos toda la vida.