Sentía que los grilletes que siempre llevaba se habían evaporado.
Kenji esperaba que los planes que tuviera en mente pronto se volvieran tangibles. Quería que Jean, Jacques, Arthur y Max volvieran a ser felices haciendo por última vez lo que más amaban y después de ello, aunque siguieran caminos diferentes, podrían desearse la mejor suerte del mundo.
Para eso comenzó a escribir algunas letras sobre las cosas que quería decirles a ellos, a Mugi, sus futuros hijos y demás personas que de alguna manera la había apoyado para que continuar adelante.
— Mugi, ¿estás segura de continuar trabajando? — pregunto Fabián por enésima vez. No quería decirle que estando ella cerca todo se volvía más difícil.
— Yo sé que ya no ayudo mucho pero este sigue siendo mi trabajo — le contesta cada vez que decía eso
— Lo entiendo ¿y Kenji?
— En casa. Está componiendo nuevas canciones — explicó — después de que se reunió con esos chicos en la boda, se han visto más veces para hablar de crear un nuevo álbum con canciones nuevas. Él cree que todo lo que no pudo decir podría comunicarlo a través de las letras que escriba.
— Vaya... o sea que serás millonaria. Tus hijos no morirán de hambre
— Incluso si no soy millonaria no dejare que algo así pase.
Cuando Fabián se enteró de que Mugi y Kenji tendrían bebés se emocionó tanto que lo comentaba a cada cliente frecuente que tenía como si el fueran suyos. Incluso mencionaba varias veces al día que pediría un préstamo para comprarles regalos.
Mugi insistía en que se consiguiera una novia o algo en lugar autoproclamarse padrino de sus pequeños pero él dijo que no tenía planes de tener hijos propios. Fue una rara determinación que tomo cuando la conoció y después de que ella lo rechazo. Mejor aún, podría cuidarlos como si fueran suyos con la garantía que podía devolverlos a su madre cuando se cansarán. Eso siempre hacía reír a Mugi quien ya no se lo tomaba en serio.
...
Mugi regreso a la casa a una hora más temprano de lo usual. Quería sorprender a Kenji mientras trabajaba pero no lo encontró. Reviso en la cocina y había una lista de ingredientes que seguramente iba a comprar y olvidó llevarse esa pequeña hoja, decidió llamarle.
Ring
— ¿Bueno? ¿Mugi? — su voz apenas se alzaba sobre el ruido exterior.
— ¿Kenji? ¿Vienes a casa? — pregunto curiosa.
— Si lo siento. Salí a comprar algunos víveres, hoy te prepararé una cena especial... ¿No me digas que viste la lista de lo que iba a comprar? — dijo. Cuando fue a comprar se dio cuenta de que no la llevo.
— No...— Soltó una risita — bueno, la vi... creí que solo escribías canciones.
— Ahhh no. Cuando nazcan los bebés tendré que ayudar más en casa así como trabajar por lo que me prepararé desde ahora — le dijo...— sabes estuve pensando en los nombres que debíamos ponerles.
— ¿Y que se te ocurrió? — pregunto mientras se servía jugo
— Me gustan los nombres de Alan, Esteban, Sebastián, Ángela, Koda, Arabella...o algo más tradicional — hablo con más alegría — Komaki, Sumika, Kaede...
Escucharlo hablar con más alegría también la hacía sentir más feliz de lo habitual. Esperaba que por mucho tiempo pudiera compartir lo que pensaba con ella y recordarle que estaría allí.
— ¿Qué te parece? — Pregunto — ¿Te gustan?
— Me encantan — contesto — yo también pensé en algunos nombres que sean similares al tuyo.
Kenji sonrió al teléfono.
— Espérame... no tardaré mucho, tengo que escucharlos mientras te miro — le dijo
— De acuerdo, no tardes...
— Mugi... ¿ya te dije que te amo?
— Aún no... — contesto penosa esperando que nadie más viera su cara avergonzada
— Te amo... agradezco que la vida te haya puesto en mi camino...— le dijo y colgó.
Ding Dong
Mugi fue a abrir y Fabián estaba en su entrada.
— Hola, ¿sucede algo?
— Tu tía te llevo esto — y le mostró la bolsa — ella no sabía que saldrías temprano así que lo traje
— Ohh gracias — contesto — pareces cansado ¿estás bien? Pasa por algo de tomar. — insistió.
Fabián entro y Mugi fue a servirle agua de frutas. La puso frente a él y se la tomo de un trago. Ella tenía los ojos abiertos sorprendida.
— ¿Dónde está Kenji?
— Fue a comprar víveres — miro el reloj — ya debería estar aquí... quizás se detuvo en alguna tienda.
— ¿Qué? ¿Es ese tipo de persona? ¿Tan distraído?
— No precisamente — contesto — está buscando un regalo especial para los bebés
— Oooh ya veo...— contesto tranquilo. Parecía que sus palabras se habían agotado, como si no tuviera otra cosa que comentar.
Fue bastante rápido. Su celular sonó, contesto y lo dejo caer de la nada. Fabián que seguía cerca de ella, levantó el celular y pregunto qué sucedía. Llamaban del hospital informando que Kenji sufrió un accidente de auto. La tomo de la mano, seguramente sentiría su corazón latir más rápido pero su mente se nublo y no sabía que más hacer.