El tiempo contigo fue una vida entera

En este punto, no he hecho nada

Hideto llevo de inmediato a Mugi al hospital. Ella se quejaba de que sus brazos no podían sostener nada y sentía una especie de hormigueo en los dedos que la estaba asustando pues nunca había sucedido tal cosa. Al borde de las lágrimas mientras le explicaba al médico que sucedía esperaba que le diera una solución.

La dejarían en observación y por la mañana tendrían que hacerle algunas pruebas. Hideto llamo a su madre para avisarle pero no pudieron localizar a Kai'er pues estaba de gira en el extranjero.

Hideto regreso de nuevo a la casa y empezó a limpiar. Dónde había quedado esa chica trabajadora que ahora apenas vivía en una pocilga. No la entendía incluso si quería hacerlo no podía pensar en que Kenji estaría feliz de verla vivir de esa manera.

Después de dejar la casa reluciente, pensó en llamar a Fabián pero descarto rápidamente la idea pues parece que él se fue así como si nada y sin despedirse además de llevarse a los pequeños por considerar que estar cerca de Mugi los lastimaría más que dejarlos cerca.

...

 

En alguna ciudad vecina, Fabián comenzó a trabajar en una pequeña empresa emergente dónde había horas accesibles. Desde el momento en que llegó su madre grito tan fuerte que se escuchó hasta Marte al verlo regresar sin aviso y con dos niños.

Primero lo regaño por desobligado y después de escuchar la explicación, lo regaño por alejar a los pequeños de su madre que en su opinión debían estar con ella en las buenas y las malas o no se educarían de manera adecuada. Era el deber de la madre ver por sus hijos en cualquier situación que se encontrará.

Aunque pensara de esa manera empezó a traicionar sus ideas y acepto cuidarlos mientras se establecía en una nueva casa. Había algo que rondaba en su cabeza y lo pregunto directamente:

— Hijo... ¿y si un día aparece esa mujer para reclamarte a los niños?

— No pasará nada... ella... probablemente nunca vuelva. En caso de que lo haga ella no puede hacer nada. Ella me cedió a los niños voluntariamente. Los adopte legalmente...

— Hijo pero ¡es su madre! ¿No crees que la necesitaran a su lado?

— Mamá... fue ella quien los ignoro. Los criare yo... si un día ellos quieren verla pueden hacerlo para entonces podrán decidir lo que quieren.

— Hablas de muchos años en el futuro... ¿estás seguro?

— No hay forma de que te haga cambiar de opinión, ¿verdad? Lo entiendo... aún recuerdo cuando tú me llevaste lejos solo por huir de los vecinos que te odiaban.

— Es diferente — contesto — veía por el bien tuyo y...

— Me dijiste que una vez te lo iba a agradecer... dime... ¿has escuchado esa palabra de mi boca?

La mujer no dijo nada y propuso que al menos los cuidaría unas horas al día pero que no esperara más.

Él estaba en busca de una nueva casa. Ya no hablaría más de Mugi ni de sus circunstancias incluso si sus decisiones eran malas entonces lo mínimo que podía hacer era que se convirtieron en buenas.

...

Según escucho Mugi, tenía una especie de parálisis no común por lo que llevaría un tratamiento. Eso la obligaría a quedarse en el hospital un largo tiempo, suspiro, que más podía hace si no aceptar que la vida se le iba de las manos.

Los siguientes días solo podía estar acostada reposando esperando que todo terminara pronto. Entre hospitalización, tratamientos y medicamentos para el dolor, la cuenta sería una deuda millonaria.  Hideto trabajo todo lo que pudo en esa tienda de flores hasta que llegó a ver qué permanecía en números rojos seguidos por lo que decidió cerrarla.

— ¿Porque lo decidiste por tu cuenta? ¿No crees qué eso me salvaría?

— Prima... ¿qué te está sucediendo? Esa tienda no daba para más. Los trabajos que estaban saliendo muy mal y nadie encargaba pedidos... este último mes fue un milagro que los mismos clientes te salvarán pero ya no más.  — intento explicarle

— ¿No lo entiendes? ¿Cómo se supone que viva ahora? ¡Lo he perdido todo y esa tienda era mi único orgullo!

— ¡¡¡MUGI!! — Grito Hideto — no había nada que pudieras hacer. Ni siquiera podías pagará la renta... dime la verdad... ¿te comportas así por perder a Kenji... o hay otra razón para tu comportamiento?

— No te incumbe — y se cubrió con la sábana.

Estaba desperdiciando su vida. Estaba más cerca de los treinta que todo se le iba de las manos, su carrera musical, su negocio y la familia que quiso formar... ya no se sentía útil. Kenji no tenía nada que ver... el problema fue que creyó que podía seguir adelante aún contra todo pero cayó una vez y no pudo levantarse.

— Mugi... Kenji no habría querido verte así...

— Cállate... cállate... si dices algo mal, le pediré a la enfermera que no te deje entrar de nuevo.

Hideto salió molesto.

Mugi se quedó dormida. No era solo la pérdida... era ella. Pensó que llegando a cierta edad tendría todo lo básico para sobrevivir como un trabajo estable, una casa y cosas similares sin embargo lo único que obtuvo fue una casa solitaria. Ella ya no era feliz... al ver tantas fallas en su vida y acciones diarias... no sabía cómo avanzar.




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