El tiempo contigo fue una vida entera

Fue suerte

"Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños querida Mugi, feliz cumpleaños a ti”

 

— Gracias, gracias — sonrió.

Sopló las velas de su pastel. Hasta ese momento había ocultado su edad.

— Mugi... ¿qué edad cumples? — pregunto la secretaria.

— ¡Qué pena! — Dijo — cumplo 30...

Todos se sorprendieron. La secretaria creía que se estaba burlando de ella pues parecía más joven de lo que era.

Después de salir del hospital con el poco dinero que tenía compro un boleto de viaje a otro país. El viaje fue corto. Allí estuvo hospedada en un hotel mientras buscaba un apartamento y un nuevo trabajo. Hizo lo que le sugirió su madre. Al principio estaba muy asustada y lloraba con frecuencia sin embargo en esa ciudad nadie la conocía ni sabía lo que había sufrido por lo que considero que estaba empezando de nuevo.

Eso no quería decir que no sufrió de secuelas de la parálisis. Mantuvo un tratamiento por casi dos años, había una mínima posibilidad de recaída, sufriría dolor y entumecimientos en ocasiones por lo que tenía que llevar un control médico bastante estricto. Además de tomar distintos medicamentos.

Tuvo suerte que la contratará en una empresa como oficinista. Lejos de lo que se imaginó nadie le recalcaba sus errores por lo que estaba confiada en que podía seguir adelante.

El gran paso que dio fue visitar la tumba de Kenji. Pasó mucho tiempo y por fin pudo despedirlo. En cuanto a porque o como se recuperó era algo que ni ella entendía. En cuanto a sus hijos... no estaba segura de querer verlos y si seguían a cargo de Fabián entonces estaban en buenas manos. Cuando llegara la hora de ir con Kenji se disculparía con él.

— Mugi... ¡tienes que decirnos tus secretos de belleza!

— No tengo ninguno... salvo... lavarme la cara con agua fría.

—Jajaja vaya... creímos que tenías la misma edad que nuestro jefe. — Dio la otra secretaria — él también es tan joven pero casi no se deja ver.

— ¿Es está otra historia de un CEO enamorado de su empleada?

— No creo... este joven chico ignora a las mujeres... quizás tuvo una decepción amorosa u otra cosa pero no te hará caso.

— Gracias... supongo... —contesto.

...

 

Después de la breve celebración regresaría a su departamento. Allí lo único que haría sería acostarse en el suelo y mirar el techo. Quién sabe cómo llego a esa edad sufriendo un poco de todo sin embargo estaba allí y quería cambiar... al menos lo intentaba.

— Kenji... ¿de verdad fue casualidad conocerte? —

Caminaba cuando vio una tienda de instrumentos. Sin pensarlo mucho entro y se dirigió enseguida a ver los violonchelos. Le parecía maravilloso el tacto... quería escucharlo una vez más...

“Quiero que algún día toquemos una canción juntos... debes prometerlo Mugi"

Una lágrima corrió en su mejilla. La seco. Qué tontería estaba pensando si hace mucho que no tocaba ese instrumento.

— ¿Le gustaría probarlo? — Sugirió la empleada — sin compromiso.

— No gracias... solo estaba viendo... — contesto intentando caminar.

Mugi camino hacia la salida chocando con una persona y tirando su portafolio. Se agachó a recogerlo y lo entrego, se disculpó una vez más antes de irse.

— Hermano... ¿ocurre algo?

— Nada... creo que ella era mi empleada — contesto — Molly... ¿te vas al hospital?

— Si, ¿seguro que puedes cuidar de la tienda está hora, hermano?

— Está bien pero ya no me digas hermano... soy tu cuñado — corrigió

— Lo que digas... Adrián... te lo recordaré una vez más. Vendrán por un instrumento de reparación.

— Ok, No lo olvidaré. —

...

 

— Señorita Akimoto... por favor vaya al departamento de relaciones públicas para llevar estos documentos y después al departamento de archivo a recoger algunos documentos para el jefe.

— Seguro.

Mugi  bajo con gran rapidez. No paso mucho tiempo para acostumbrarse a ese ritmo de trabajo y llenaba sus expectativas... estaba satisfecha.

"Quiero que algún día toquemos una canción juntos... debes prometerlo Mugi"

— ¿Qué? — se dijo. Piso mal un escalón y cayo. Probablemente lo peor fue que chocó con alguien al que empujó contra la pared.

— Lo siento, lo siento — dijo ayudando a levantarse. No vio el escalón.

— Se supone que los empleados van por el ascensor — le dijo sin mirarla.

— Lo sé pero estaba lleno... me tardo lo mismo en el ascensor que en las escaleras. Discúlpeme una vez más. — Tomo sus cosas y se fue.

Hizo su trabajo como cualquier otro día.

"Quiero que algún día toquemos una canción juntos... debes prometerlo Mugi"




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