Afuera hay nubes amenazantes con estallar en cualquier momento.
La última vez que estuve nerviosa fue cuando toque el cello para una grabación. Los años me han tratados bien, han sido casi 10 años desde entonces. Me convertí en una buena y reconocida profesora quien guío a talentosos estudiantes. Si pudiera decir más lo haría pero no dejo de pensar que porque debo ser yo la que esté sentada aquí con un hermoso vestido que no se ajusta para nada a mí.
Miro a mí alrededor y estoy sola en una habitación hecha de madera. Mis pies no se ven y estoy demasiado nerviosa para intentar huir.
En estos años pude pasar más tiempo con mis hijos. Cómo es evidente, no me mudé con ellos pues me recordaban mucho a Kenji principalmente Ken quien es un copia exacta de él, según Jean si alguien le enseñará algo básico de música sería alguien talentoso y famoso.
Al contrario, Keira, tiene rasgos finos que si bien me recuerdan a él la verdad, se parece más a mí. Ella es una chica preciosa que me recordó y me ayudó a levantarme muchas veces cuando apenas comenzaba a relacionarme con ellos.
Siete años.
Pero siete años donde no solo camine a ciegas sino que los deje a ellos conocer la peor parte de una persona, fui peor de lo que me imaginé y creí que no me perdonarías sin embargo fue Ken quien me dijo: las personas también lloran, también hace cosas que no les provocan orgullo pero nuestra mamá sabía que nunca la dejaríamos porque la queremos mucho.
Esas palabras me salvaron.
Fueron cálidas.
Pude hablar un vez más con Hideto quien seguía pensando que en cualquier momento me derrumbaría por no tener a mi primer amor a mi lado o por temor a que regresará mi parálisis.
Ninguna me ha hecho caer de nuevo.
Mis padres y mis tíos fueron amables además de considerados cuando atravesaba mi crisis, no podían ayudarme porque yo sola me aislé sin embargo, ellos también tenían métodos para hacerme mejorar y así fue.
Visitaba a mis pequeños, los visitaba a ellos. No me quedaba en un solo lugar pues temía llorar hasta la muerte.
En cada aniversario, me doy cuenta de lo afortunada que fui al conocerlo, incluso si fue por poco tiempo no puedo ignorar el hecho de que fui más feliz de lo que podía imaginar y no solo eso, sino que también tenía el poder de avanzar por mi cuenta.
Le agradezco tanto que pensé en tener también mi propio final feliz. Bueno, no final, aún soy joven y pienso vivir muchos años más, necesito ver qué mi ausencia no los lastimo para siempre, necesito verlos crecer y ser felices por su cuenta, necesito ver con mis propios ojos que mis decisiones no han afectado a otros.
Cielos.
Me tiemblan las manos.
Entro Keira con un vaso de agua diciéndome que pronto comenzará todo pero eso me hace sentir peor. Mi estómago se siente extraño, supongo que está inquieto o nervioso igual que yo.
Entonces entra a la misma habitación que yo, sonrió y el me besa en la frente.
Probablemente es él quien me hizo querer un final de cuento de hadas, uno donde terminó un capítulo de mi vida y comienzo a escribir todo.
Desde la primera vez que lo conocí, sentí que sería diferente el poder conocerlo pero no precisamente especial. Los días que comenzamos a pasar juntos nunca los olvidaré, me dio consejos y palabras bonitas que a veces quisiera que me las repitiera de nuevo, en ese tono grosero que siempre tuvo.
Cuando él se fue, habría caído más bajo si no se hubiera quedado a mi lado. Ayudo a limpiar mis lágrimas, ayudo a despejar mi mente y me dejó ver qué sentirme así era normal así como sería normal recuperarme después de un tiempo pero no muy largo.
Pensé entonces alejarme más de él pero en ningún momento hizo que me sintiera sola, me sentí culpable de que tomara mis responsabilidades de criar a ese par de niños pero él nunca lo considero una carga hasta estaba encantado de tenerlos cerca desde que eran bebés.
Nos volvimos a encontrar.
Mis nervios no pueden ser comparados pero al vernos sabíamos que había muchas cosas de que hablar.
Pasaban las horas y nuestras palabras no salían de la boca. Se mostró considerado una vez más y dijo que le llamara cuando tuviera algo que decir. Al despedirse siempre me abrazaba, yo intentaba recordar que hice para merecer a tal persona en mi vida porque hasta donde alcanzaban mis recuerdos siempre fui mala y egoísta.
Los días no fueron sencillos. Sus visitas no fueron fáciles pero me demostró que podía seguía adelante. Algunas veces llevaba a los niños, otras iba solo con comida o solo llegaba a verme. A veces platicaba sobre alguna canción nueva o me decía sobre las travesuras de los pequeños. Algunos momentos, el silencio reinaba entre nosotros pero él me abrazaba para recordarme que no estaba sola.
Lentamente volví a sonreír.
Él me llevaba a lugares que debíamos conocer juntos, aseguraba que superó sus sentimientos hacia mí pero no fue el caso, sabía que no era así porque nadie haría por un amigo lo que él hacía por mí.
Un amigo puede escucharte y aconsejarte pero habrá situaciones en las que no sabrá que hacer para ayudarte, pero no era su caso.