El tiempo en mi mano

CAPÍTULO 4

Debo decir que jamás en mi vida me había sentido tan mal después de un viaje. Creo haber sentido todos y cada uno de los efectos de los que habló Aki de una sola vez. Hasta que no abrí los ojos para vaciar mi estómago, no creía que estaba en el pasado. Y sin embargo así era. Afortunadamente Aki fue previsor y programó el viaje con un día de anticipación.

Ya eran casi las 8 de la noche según mi reloj. ¡MI RELOJ! ¡Diablos! ¡Me olvidé sacármelo! Mi primer viaje y fallé de inmediato. A mí no más se me ocurrió traer conmigo un invento que será creado siglos más tarde. Me lo saqué y lo guardé entremedio de mis cosas antes de que alguien lo viera y causara la destrucción del universo….jajajaja. Qué idiota.

Dónde “aterricé”?…..fue un misterio para mí. Cuando abrí los ojos estaba sentada sobre un montón de paja en lo que al parecer era un establo. Al menos olía como uno. Con cuidado, me cubrí con la capa que me dio Aki y salí de ese lugar con precaución. Afuera se veía una ciudad casi idéntica a las fotos que uno apreciaba de la moderna Venecia. La gente que a esa hora caminaba por sus calles se notaba emocionada por el gran evento que se llevaría a cabo al día siguiente. Pregunté en un precario italiano lo que necesitaba saber a una mujer que caminaba de la mano con un pequeño.

_ Scusi, mi puoi dire come arrivare a Piazza San Marco? (Disculpe, ¿me podría decir cómo llegar a la plaza de San Marco?)_.

_ Devi camminare fino alla fine della strada e girare a sinistra. Quindi cammina dritto e troverai piazza San Marco (Debe caminar hasta el final de la calle y doblar a la izquierda. Luego camine derecho y encontrará la plaza de San Marco)_.

_ Grazie (Gracias)_.

¡¡Gracias Youtube por los tutoriales y Faith por las lecciones obligadas!!

Cuando llegué a la plaza de San Marcos me dediqué a observar el campanario. Sabía que la demostración sería en lo alto de éste por lo que busqué todas las posibles entradas y resultó que solo estaba programada que se abriera la principal. Me alejé lo suficiente para no despertar sospechas, pero me mantuve relativamente cerca como para ver quiénes irían entrando al campanario.

Apenas dormí unas horas y a saltos, preocupada de que nadie se acercara a mí para robarme lo más importante que llevaba encima, los celulares. A Dios gracias, todo se mantuvo tranquilo y el día siguiente comenzó como cualquier otro. Abrí el bolso y comí todo lo que llevaba dentro. Por Dios, cualquiera creería que no comía en años. No quedaron ni las migas.

Las horas pasaron y la gente empezó a llegar buscando un buen lugar para ver a Galileo con su telescopio. Imaginé que Faith querría ver semejante suceso en primera fila, así que me mantuve alerta para no perderla de vista cuando apareciera.

Tenía la sensación de que vería la plaza de San Marcos abarrotada de gente como suele ocurrir cada vez que se realiza algún evento multitudinario, sin embargo, no fue así. Tan solo había una cincuentena de personas observando. No pudo ser mejor para mí. La poca gente presente me facilitaría encontrar a Faith. Me acerqué a las arcadas que había en la entrada del campanario y allí esperé paciente a que llegara Galileo y también Faith.

Debo decir que lo primero pasó, y en mi fuero interno puedo dar fe de lo emocionante que fue conocerlo en persona. Era un hombre no muy alto, en sus cuarenta tal vez, con una calva incipiente y una canosa barba tupida. Pasó caminando frente a mi junto a un séquito de espectadores, seguramente miembros del senado de Venecia según Faith, y cordialmente me dirigió una suave sonrisa producto, creo yo, de la emoción de lo que estaba a punto de demostrar.

Lo segundo…….no pasó. Faith no apareció en ningún momento. Esperé todo el tiempo que Galileo estuvo en lo alto del campanario y ella nunca llegó. ¿Habré errado en el suceso que a ella le hubiera gustado presenciar? Dios, si era así, una vez más me veía perdida sin saber dónde o qué buscar.

Decidí, luego de haber esperado casi todo el día, volver al establo en donde había aparecido y retornar al futuro. Saqué el celular que Aki había programado para mí y coloqué la nueva fecha: 15 de enero de 2017, Asuka, Japón. Hice tal como dijo Aki y llegué al futuro un día después de mi viaje. Cuando abrí los ojos me encontraba afuera de su casa sintiéndome igual de fatal que la primera vez y vaciando nuevamente mi estómago al lado de las azaleas que tenía en la entrada. Perdón por eso.

Llamé a la puerta y Aki abrió en segundos. Al parecer estuvo esperando por nosotras sin pegar un ojo desde que partí.

_Grace, ¿cómo le fue? ¿Encontró a su hermana?_.

Cuando al fin dimensioné la experiencia que acababa de vivir, me aferré a los brazos de Aki y lloré por mucho rato mientras me llevaba al sillón en el que me había sentado el día anterior. Él ya intuía lo que había sucedido y no me hizo ninguna pregunta, solo esperó pacientemente a que yo decidiera hablar y contarle lo sucedido.

_No estaba, Aki. Mi hermana no estaba allí. Solo vi a Copérnico con su telescopio…._

_Galileo……_

_¡Maldición, ya sabe de quién hablo! no me corrija, ¿quiere?_. Pude notar una leve sonrisa en su rostro, que sin proponérselo, consiguió que aliviara la carga emocional que estaba sintiendo en ese momento.

_¿Qué fue lo que pasó?_ me preguntó con una mirada condescendiente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.