«¿Tiene un último deseo?»
«Sí. ¡Quiero vivir!»
Notas del Verdugo
Guillermo moría. Sentía cómo las fuerzas vitales se apagaban en él como la llama de una vela que se consume. El mago maltrecho aguardaba con impaciencia cada siguiente aliento, cada siguiente latido, porque en cualquier momento podían detenerse.
La Noche danzaba a su alrededor, trenzaba frenéticas danzas rituales, fumaba hierbas chamánicas y, de cuando en cuando, se inclinaba para preguntarle solícita: «¿Ya has muerto?»
Guillermo alzó la cabeza y vio la puerta de la casa abierta. Estaba a la vez muy cerca e increíblemente lejos. Era inalcanzable. Intentó moverse hacia la casa, pero
/¡dolor!/
le respondió, punzante y categórico: «¡Te quedarás aquí!» A morir.
Guillermo no notó cuándo alguien apareció a su lado. Su cuerpo se alzó y el dolor cedió. Alguien llevó al mago en brazos.
— ¿Quién eres? —susurró el hombre.
— El Lobo. Lealtad. ¿Recuerdas? —se oyó una voz.
— Recuerdo…
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realismo mágico contemporáneo, historias de amor y destino, romance con magia y vértigo
Editado: 04.09.2025