El Tigre y el Dragón

Capítulo 29. Okashira

Rurouni Kenshin

El Tigre y El Dragón

Wingzemon X

Capítulo 29
Okashira

Nagasaki, Japón
01 de Agosto de 1878 (Año 11 de la Era Meiji)

Ver la ciudad desde el barco fue una cosa. Caminar por sus calles, ver los edificios, las personas de cabellos y ojos claros con facciones europeas, los escaparates con vestidos y atuendos extranjeros… Todo ello era un mundo nuevo para Kenshin Himura y sus acompañantes. Sí, en Tokio también podías ver algunas de esas cosas, o en Yokohama un poco más. Pero Nagasaki se percibía realmente diferente. Era impresionante y hermoso, pero también… un poco agobiante.

Misao era sin lugar a duda de los más impresionados con todo ello, especialmente por haber vivido casi toda su vida en la vieja y tradicionalista Kyoto. Pero no era el momento ni el lugar para dejarse llevar por dicha emoción. Tenía una misión clara que cumplir ahí, y tenía que comportarse como la okashira que era y demostrar su madurez; en especial delante del señor Aoshi, siendo esa la primera misión que ambos desempeñaban juntos desde… bueno, desde siempre, quizás.

Una vez que se alejaron un poco del tumulto de gente en el puerto, encontraron una plaza un poco más despejada en la que pudieron sentarse en un par de bancas y para poder tranquilizarse y pensar mejor, al tiempo que comían algunos dangos (al menos Kaoru, Yahiko y Misao sí). La kunoichi había traído consigo las instrucciones que Okina les había dado para hacer contacto con la red de información local de los Oniwabanshu; escritas en el código secreto que sólo ellos conocían, por seguridad. No era mucho, en realidad; básicamente un lugar y un nombre, y poco más.

—De acuerdo a Okina, los Oniwabanshu de Nagasaki tienen su base en un restaurante por la zona norte de la ciudad —informó Misao despacio, pero con el suficiente volumen para que todos en su grupo la oyeran.

—¿Una cubierta como la del Aoiya? —Comentó Kaoru con curiosidad, estando sentada a su lado en la banca. Mientras lo pronunciaba, se encontraba al mismo tiempo masticando la mitad de uno de sus dangos.

—Es probable. Okina dijo que debíamos preguntar por un tal Chinai Mogatari, que es un viejo conocido de él de la época en la que estaban apostados en el Castillo Edo.

—Si es un viejo amigo del anciano, esperemos que no se haya muerto ya —señaló Yahiko con tono pesimista.

—¡Cállate!, ¡irrespetuoso! —Le respondió Misao malhumorada. Aunque, siendo honesta, esa era una preocupación que ella también tenía—. Será mejor que el señor Aoshi y yo hagamos solos el primer acercamiento —indicó al tiempo que guardaba de nuevo el papel con las instrucciones dentro de su atuendo—. Si son tan reservados como creo, se sentirán inseguros si vamos todos.

—Está bien —asintió Kaoru—. Nosotros conseguiremos hospedaje para esta noche. Nos reuniremos en dos horas aquí mismo, ¿les parece?

Todos parecieron estar de acuerdo con el plan, así que se dispusieron a ponerse en marcha.

—Muchas gracias por su apoyo con este tema, a ambos —pronunció Kenshin antes de que se separaran, ofreciéndole tanto a Misao como a Aoshi una pequeña reverencia de gratitud—. A pesar de las notas del señor Nishida, necesitamos contar con la mayor información posible para localizar la base de Shougo Amakusa y sus seguidores, y saber qué es lo que han estado haciendo todo este tiempo en estas tierras.

—Cuenta con nosotros, Himura —respondió Misao con entusiasmo, asintiendo—. No te preocupes por nada.

—No sé si esto les sirva de algo —escucharon que comentó de pronto Sanosuke, llamando su atención—, pero quizás ayude.

Antes de que pudieran hacer algún cuestionamiento, Sanosuke le arrojó algo a Misao con rapidez, lo cual la ninja se apresuró a atrapar en el aire con una mano. Sostuvo el objeto delante de ella para verlo de cerca, y de paso que todo los demás también lo hicieran: era un medallón plateado con un símbolo en él, unido a lo que parecía ser parte de un collar roto de cuentas moradas.

—¿Y esto qué es? —cuestionó Misao, confundida.

—No lo sé, pero me parece que le pertenece a una de las seguidoras del tal Amakusa —contestó Sanosuke, mientras miraba hacia un lado como si le apenara de alguna forma pronunciar aquello en voz alta.

Ciertamente aquella afirmación dejó un tanto desorientados a sus compañeros.

—¿Y tú de dónde sacaste eso? —Inquirió Yahiko con desconfianza, y eso no hizo más que empeorar un poco más el ánimo de Sanosuke.

—¡Ese no es asunto tuyo! —Le respondió el peleador de malagana, y entonces se alejó unos cuantos pasos de ellos, dándoles la espalda.

Eso hacía todo incluso más raro.

Misao inspeccionó con más cuidado el medallón, en especial el símbolo grabado en él. No tardó mucho en reconocerlo.

—Este símbolo es el mismo que estaba en la espalda de la primera víctima en Kyoto, y en la carta de la segunda. Definitivamente debe tener una relación con el tal Amakusa.

—Okina mencionó que fue usado por los cristianos durante el Shogunato para ocultar el símbolo de su cruz —indicó Kenshin, haciendo un poco de memoria—. Es probable que este nuevo movimiento haya tomado dicho símbolo como su estandarte o identificación. Si los Oniwabanshu de Nagasaki han visto a más personas portando alguno parecido, es probable que pudieran identificar a los seguidos de Shougo Amakusa.




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