El Tigre y el Dragón

Capitulo 03. Miradas Cruzadas

Rurouni Kenshin

El Tigre y El Dragón

Wingzemon X

Capitulo 3
Miradas Cruzadas

Shanghái, China
14 de Octubre de 1877 (4574 del Calendario Chino)

El carruaje de Yukishiro Enishi, jefe del Grupo Feng Long, se situó frente al restaurante justo cuando éste iba saliendo. Los dos guardias armados con armas de fuego que lo habían acompañado al llegar, se adelantaron rápidamente, uno abriendo la puerta con la cabeza baja, y el otro poniéndose en su lugar detrás del coche, mientras su jefe de seguridad, Xung-lang, marchaba a sus espaldas.

Los demás líderes del Feng Long ya se habían retirado del restaurante desde ya un tiempo, acompañados de sus respectivos guardianes, dejando el restaurante prácticamente vacío en comparación a cómo se encontraba hace sólo unos minutos atrás, con sus pasillos y patios repletos de hombres armados. Acababan de tener una pequeña cena de negocios, y él y Hei-shin se habían quedado un poco más, por petición del jefe, pero no había logrado sacarle lo quería saber. Eso lo hacía rabiar ligeramente, pero lo compensaba en parte la información que había recibido durante la comida, y aún seguía muy interesado en ella. ¿Cuál debía de ser el siguiente paso?, no podría decidirlo hasta que no conociera por completo el panorama al que se enfrentaría. El día siguiente prometía ser realmente interesante...

- Mañana en la noche asistiré a la fiesta del maestro Hong-lian. ¿Vienes, Xung? - Preguntó el mafioso mientras caminaba hacia el coche.

- Es mi responsabilidad acompañarlo a todas partes y protegerlo, señor. - Le contestó su guardia de inmediato, de cierta forma diciéndole que sí. Enishi rió.

- No te pongas tan serio, intenta divertirte al menos un poco. Hablamos de una fiesta, después de todo.

El joven albino reflejaba una actitud calmada y despreocupada, típica en él, o al menos típica para quienes lo conocían. Sin embargo, por dentro, su cabeza seguía siendo un revoltijo de ideas y emociones, y tal vez eso pudo influir un poco en lo que siguió.

Justo cuando se encontraba a un par de pasos de su carruaje, un individuo se le aproximó corriendo a toda velocidad por su lado izquierdo. Él no lo notó, ni siquiera sus guardias lo notaron. En otra situación, si ese individuo hubiera sido un asesino, ese incidente podría haber culminado en tragedia. Por suerte, no fue así. La persona en cuestión no atacó a Enishi, simplemente lo hizo a un lado con su brazo.

- ¡Fuera de mi camino! - Exclamó con fuerza el hombre de piel morena y ropas maltratadas, mientras empujaba al chico albino hacia un lado; parecía estar huyendo.

Lo siguiente sucedió casi en cámara lenta para todos. Aquel hombre empujó a Enishi hacia atrás, y de inmediato Xung-lang y los demás reaccionaron. Xung dirigió su mano derecha a una de sus Dao, listo para desenvainar y cortar el cuello del sujeto por mero reflejo. Al mismo tiempo, los otros dos guardias tomaron sus armas de fuego, intentando ponerse en posición de ataque lo antes posible. Sin embargo, ninguno necesito desenfundar o disparar una sola bala. Ante sus ojos, Enishi, cuyo cuerpo se había inclinando algo hacia atrás por el empujón y retrocedido un par de pasos, había extendido su mano izquierda hasta el hombre, prácticamente al mismo tiempo, tomándolo con fuerza del cuello de su camisa. En un sólo movimiento, el albino lo jaló con fuerza hacia atrás, al tiempo que esto lo ayudaba a enderezarse de nuevo, haciendo que el sujeto fuera impulsado hacía atrás, hasta chocar su espalda contra la pared del restaurante. El hombre pareció haber soltado algo mientras esto ocurría, un objeto que salió volando hacia arriba.

Otro hombre, de cabellos negros y cortos, se aproximó corriendo en aquel momento; al parecer venía detrás de aquel hombre, pero se detuvo en seco en cuanto vio tal escena. No logró ver lo ocurrido con totalidad. Sólo pudo ver como el hombre de cabello blanco estaba parado en su lugar como si nada, y el ladrón estaba sentado en el suelo, con su espalda contra la pared, y la bolsa de dinero que había soltado descendía de nuevo. Pero antes de que ésta cayera al suelo, el hombre de atuendo blanco lo atrapó con su mano derecha, mirándola con curiosidad.

El ladrón, algo aturdido, intentaba entender qué había pasado. Alzó su mirada confundido, encontrándose con la imagen de aquel hombre frente a él. Su rostro palideció, su mirada se llenó de miedo, e inconscientemente se pegó contra la pared, como si quisiera huir, pero no podía. Para él, esa imagen era como ver a la muerte en persona.

- ¡T... Tú! - Exclamó con un hilo de voz, sin apartar sus ojos de él ni un sólo segundo. - ¡Tú eres...!




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